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Aprovechamiento sanitario del TLC

Por Andrés Espinosa Fenwarth

La implementación del TLC con Estados Unidos tiene una pata coja. Los Decretos Reglamentarios 573, 728 y 730 de 2012 promulgados antes de la Cumbre de las Américas disponen que la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) sea la entidad responsable del control y la administración de los contingentes arancelarios -o cupos de importación- y las salvaguardias de protección para el sector agropecuario.

La cúpula de la Dian reconoce que “las aduanas no se hablan” y advierte candorosamente que hay “vacíos enormes” que no permiten tener la información requerida para la plena verificación de la nacionalización de mercancías.

En pocas palabras, la Dian no cuenta con la plataforma tecnológica y de sistemas exigidas para operar y controlar en tiempo real los instrumentos negociados y así proteger el sector agropecuario en el TLC con Estados Unidos, que entra en vigor el próximo 15 de mayo.

Es importante anotar que la iteración simultánea de estos mecanismos de
protección -los contingentes y las salvaguardias de naturaleza automática, además de los plazos de gracia y de desgravación convenidos- garantizan que la competencia entre los productos originarios de Estados Unidos y los del sector agropecuario colombiano sea gradual y selectiva en el tiempo, acordes con los distintos grados de sensibilidad. En su ausencia, la competencia internacional en nuestro mercado sería desigual, inequitativa, y, por tanto, incompatible con los intereses nacionales agropecuarios que el TLC pretende tutelar.

Los instrumentos de protección del TLC, en riesgo inminente por la ausencia de controles aduaneros, abarcan, por un lado, 19 contingentes arancelarios de carne bovina, aves, pollo, lácteos, fríjol, arroz, maíz amarillo y blanco, sorgo, aceite crudo de soya, glucosas y alimentos para animales; y por el otro, cinco salvaguardias automáticas de carne de bovino, aves, pollo, fríjol y arroz, cuyos cupos de importación ascienden a 2.641.034 toneladas para el 2012, equivalentes a la tercera parte de las importaciones totales del sector en Colombia.

Este asunto, considerado de la mayor trascendencia, exige un tratamiento de choque para garantizar que durante la vida del TLC no se importará una tonelada por encima de los volúmenes negociados con arancel preferencial de cero por ciento, y que, de hacerlo, se aplicarán infaliblemente los aranceles extracuota y las salvaguardias automáticas pactadas.

Para ello, es apremiante actualizar el régimen aduanero y automatizar las aduanas nacionales paralelamente con el arranque del TLC, incluidos el procesamiento electrónico y la remisión en línea de información, antes y después del despacho de mercancías agropecuarias, que permita cumplir íntegramente con las obligaciones adquiridas de facilitación de comercio y defensa de la agricultura nacional.

La verdad, por incómoda que parezca, es que la Dian no está lista para el TLC.

Fuente: Portafolio


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