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Carta abierta de Guillermo Restrepo sobre las negociaciones del TLC andino en materia de medicamentos

CARTA ABIERTA

Desde enero de 2004 hasta el día de hoy desempeñe el cargo de asesor
del Sr. Director del Instituto de Nacional de Vigilancia de
Medicamentos y Alimentos (INVIMA), Dr. Julio César Aldana, hacia
quien durante este tiempo he desarrollado sentimientos de respeto y
admiración que hacen difícil la decisión que hoy tomo, de dejar de
servirle al Gobierno desde esta posición.

En virtud de mi cargo, durante estos dos años he sido testigo y
participe privilegiado de los esfuerzos que el INVIMA y el
Ministerio de la Protección Social han realizado para velar porque
los medicamentos sean una herramienta al servicio de la salud de las
personas.

El Ministerio de la Protección Social publicó y está liderando el
desarrollo de la Política Farmacéutica Nacional, que ha servido para
orientar al país en el propósito de optimizar la utilización de los
medicamentos, reducir las inequidades en el acceso y asegurar la
calidad de los mismos en el marco del sistema general de seguridad
social en salud y el INVIMA no sólo logró sobrevivir, sino que ha
ejecutado una buena parte de su plan estratégico para el cuatrienio,
orientado a mejorar su capacidad para cumplir con la misión de
trabajar para la protección de la salud individual y colectiva de
los colombianos mediante la aplicación de las normas sanitarias
relacionadas con los productos de su competencia.

Pero también en cumplimiento de mis funciones, se me asignó la
responsabilidad de conformar el grupo técnico que representó al
sector salud en la mesa de derechos de propiedad intelectual en el
marco de la negociación del tratado de libre comercio con Estados
Unidos, bajo el liderazgo del Ministro de la Protección Social y
siguiendo instrucciones precisas del Señor Presidente de la
República. Así lo hice desde mayo de 2004 hasta septiembre de 2005,
cuando al final de la XIII ronda de negociación en Cartagena,
suscribí una carta que fue conocida ampliamente por la opinión
pública, en la que se le informaba sobre el estado del proceso que
en ese momento, contradecía abiertamente los principios sobre los
que se fundamentó la propuesta de negociación construida de manera
conjunta por los andinos.

Hoy, después de cerca de dos meses de haber seguido acompañando el
proceso por decisión del Dr. Diego Palacio en conjunto con los
asesores internos y con los internacionales del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo y de la Organización Mundial de la Salud,
pero apartado de la mesa de negociación y del grupo institucional
que nutre su trabajo por solicitud del jefe negociador del
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, quiero hacer pública mi
decisión de apartarme del Gobierno, en virtud de mi total desacuerdo
con las últimas decisiones que en materia de derechos de propiedad
intelectual se han tomado en la negociación y de la forma como el
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ha conducido el proceso.

Mi decisión obedece, al que constituye a mi juicio, el más grave
incidente de la negociación, ocurrido en la última ronda llevada a
cabo en Washington, donde el coordinador de la mesa de propiedad
intelectual por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo,
abandonó la propuesta de negociación concertada con los andinos y,
de manera unilateral, presentó una propuesta de protección de datos
de prueba basada en el texto estadounidense , que contiene
disposiciones con niveles de protección mayores que los acordados
por ese país con Chile y con los países centroamericanos (CAFTA),
donde se ignoran todos los compromisos con el sector salud, como ya
había ocurrido hace unos meses con otro funcionario del mismo
Ministerio, no se sabe si por cuenta propia o siguiendo
instrucciones superiores. Algo similar ocurrió con otros asuntos
críticos de la negociación.

En materia de salud pública no es un buen negocio que para que
existan nuevos medicamentos se incentive a las empresas
farmacéuticas mediante mecanismos como los propuestos por la Oficina
del Representante Comercial de Estados Unidos, que contribuyen a que
los costos de las medicinas sean prohibitivos para sectores cada vez
más amplios de la población y para los sistemas de seguridad social,
cuya propia supervivencia financiera se ve ya seriamente amenazada.

Es evidente que aceptar normas de propiedad intelectual más
restrictivas que lo acordado por la comunidad internacional en el
sistema multilateral, hará subir significativamente el gasto en
medicamentos limitando el acceso de las personas, e incluso poniendo
en vilo la supervivencia del sistema general de seguridad social en
salud, como lo han sostenido durante toda la negociación los
asesores nacionales e internacionales que han acompañado el proceso.

En cuanto a la forma como el Ministerio de Comercio, Industria y
Turismo ha conducido el proceso, sería mucho más transparente
decirle al país que el trabajo de 18 meses en las cuestiones
relacionadas con propiedad intelectual y salud fracasó, que
realmente nunca existió negociación y que para poder firmar un
tratado de libre comercio con Estados Unidos, es necesario abandonar
la estrategia de "negociación por intereses", traspasar las "líneas
rojas" y aceptar unas disposiciones que eleven la protección a
niveles similares o superiores a los de los tratados firmados por
ese país con Chile y con los países centroamericanos (CAFTA). Eso
tal vez nos hubiera ahorrado conflictos, tiempo y recursos. Que no
se diga esto con claridad, me produce vergüenza ajena y dolor de
patria.

He sido igualmente testigo de la forma como el Ministerio de la
Protección Social y múltiples instituciones del sector de la salud y
de otros sectores del gobierno, han hecho un enorme esfuerzo por
defender los principios de salud pública, como lo manda la
Constitución Nacional, a pesar de haber sido objeto de
descalificaciones que no es necesario recordar y me queda la
satisfacción de haber podido conocer excelentes seres humanos
comprometidos con sus compatriotas, pero a la vez tengo que deplorar
la forma desleal y engañosa con la que los negociadores de comercio
trataron hasta ahora al sector, no sólo en Colombia, sino en los
tres países.

Me queda la certeza de que desde el inicio de la negociación, sabían
de la rígida postura de los negociadores estadounidenses, que no
aceptarían un texto que no fuera igual o superior al CAFTA. Y
emplearon sus mejores capacidades no para negociar con ellos, sino
para obtener paso a paso, gradualmente, con estrategias de todo tipo
algunas de las cuales el país conoció por su gravedad y
trascendencia, concesiones del sector salud que los acercaran a su
meta. Aceptaron vetos, impusieron vetos, invitaron un experto
internacional de conocida tendencia pro industria, desacreditaron
estudios, tergiversaron resultados de otros, teniendo siempre como
espada de Damocles la amenaza de convertir al sector, al Ministerio
y al Ministro en el obstáculo del tratado.

Admiro y respeto los esfuerzos del Ministro de la Protección Social
por conservar la unidad de Gobierno y lograr una buena negociación,
pero por razones éticas no quiero ser parte del mismo, porque no
estoy dispuesto a defender algo con lo que no estoy de acuerdo y que
es inminente que generará un alto impacto negativo en el campo de la
salud pública. Seguiré trabajando en pro de la salud y apoyando
cuanto se haga por mejorar las condiciones de las personas en la vía
en que el Ministerio lo ha venido haciendo en materia farmacéutica,
pero me llevo un sabor amargo, porque una sociedad siempre esta
expuesta a tomar buenas o malas decisiones, cuyas repercusiones
tendrá que disfrutar o sufrir, pero cuando la verdad es la ausente,
la historia es un juez implacable.

LUIS GUILLERMO RESTREPO VELEZ
c.c. 71’392.657 de Caldas, Antioquia


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