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El TTIP o la paradoja de Bratislava

El TTIP o la paradoja de Bratislava

Por Ekaitz Cancela Rodríguez, 26-9-16

A comienzos del siglo diecinueve, la ciudad eslovena de Bratislava sufrió una extraña paradoja. La paredes de su majestuoso castillo acogieron la firma de la paz de Presburgo tras la batalla de Austerlitz, una de las mayores victorias de Napoléon. Cuatro años después, el emperador volvió y devastó la ciudad incendiando el famoso enclave que se alza sobre el Danubio.

El pasado viernes, una Francia muy distinta llegó de nuevo a la ciudad con la intención de tumbar las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), como lo hizo con el Castillo de Bratislava antaño. Una burda escaramuza, aparentemente, que no funcionó. “Las negociaciones continuarán,” advirtió la voz impertérrita de la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström. Y así lo harán en la que será la decimoquinta ronda durante la primera semana de octubre en Nueva York.

Reunión informal de ministros europeos

Lo único que quedó claro en la reunión informal de ministros europeos de Exteriores y de Comercio es la idea casi unánime de que el tratado no se cerrará este año, durante la administración de Barak Obama –que formalizará su salida el 19 de enero. Es decir, cuando el presidente salga de la Casa Blanca los negociadores europeos deberán afrontar nuevamente las negociaciones.

Cualquiera que desee ver el tratado firmado deberá esperar hasta más allá de 2018. A que Francia, mucho menos Alemania, quieren comprometer su capital político durante sus respectivas citas electorales, se juntan los nueve meses que tarda una administración estadounidense en estar a punto.

La capacidad de convivir con las diferencias internas es lo que realmente ha quedado de manifiesto en Bratislava. También la incapacidad de enfrentarse a la irritante pluralidad de voces ha llevado a la comisariaMalmström a pronunciar por primera lo que podría contemplarse como un nuevo horizonte para el tratado.

“Los estados miembros pueden decidir de forma conjunta que volvamos a la mesa de negociaciones después de las elecciones de Estados Unidos con otro mandato sobre el TTIP,” dijo en una declaración conjunta con la presidencia eslovaca que recogió el corresponsal europeo del New York Times James Kaneter.

Esta línea es la que han exigido muchas voces. El ministro griego Giorgos Stathakis pidió la suspensión de las negociaciones y un cambio de mandato, su camarada francés Matthias Fekl hizo lo propio e incluso dio líneas detallas de lo que le gustaría excluir en una entrevista con Les Echos. El ministro socialdemócrata austriaco Reinhold Mitterlehne incluso pidió volver a la mesa con un nuevo nombre en una charla con Die Welt.

De España conocemos que, el Gobierno (en funciones), apoya el TTIP y la aplicación provisional del tratado de comercio con Canadá (Comprehensive Economic and Trade Agreement o CETA) por la firma del Secretario de Estado,Jaime García-Legaz, en una carta conjunta de once países a la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea. Nada más. Ningún ministro español apareció en la foto final de Bratislava, ni siquiera García-Legaz.

Camino libre para el CETA

Nos encontramos ante una oportunidad sin precedentes para establecer un debate público a la altura de la importancia del tratado con el fin de plantar las bases para un nuevo mandato de negociación. Eliminar las dudas sobre los riegos que, en su estado actual, supondría para la Unión Europea y devolver la legitimidad a los burócratas bruselenses para negociar acuerdos que pongan por delante los intereses de los ciudadanos europeos se torna imprescindible. En el libro que se publicará el próximo 25 de octubre, “El TTIP y sus efectos colaterales”, este autor dibuja algunos horizontes que se tornan más apetecibles a la hora de volver a reanudar las conversaciones transatlánticas.

Bratislava era una reunión de ministros informal (no se podían tomar medidas formales), pero fue la escenografía suficiente que necesitaron Francia y Alemania para sacar pecho en sus respectivos países con la que será la pausa de las negociaciones del TTIP, al mismo tiempo que lograban por “unanimidad” que el tratado de comercio con se aplique de forma provisional. Esto es, que algunas partes del tratado entren en vigor antes de que sea ratificado por los Parlamentos nacionales. Será el próximo 18 de octubre en Bruselas con la novedad de "una declaración conjunta" que acabe con la imagen de falta de unidad que parece existir entre los Estados europeos.

Las organizaciones de la sociedad civil ha vuelto de forma masiva a las calles con el mensaje que resume el ex ministro griego Yanis Varoufakis: “No se dejen engañar: el CETA es el TTIP por la puerta trasera”.

El tribunal de arbitraje que plantea el tratado para proteger las inversiones de las empresas es lo que preocupa a buena parte de los críticos. Su potencial para restringir la capacidad de los gobiernos europeos cuando se trate de la introducción de medidas de política pública porque amenazan a los intereses corporativos.

Más allá de los aranceles

Esto se suma a la inclusión por primera en un acuerdo de inversión de una lista negativa sobre servicios que se pueden liberalizar; la extensión de la protección de inversiones a todos los sectores, incluido el de la salud; y la ampliación de la exclusividad de datos para ensayos farmacéuticos, en lugar de la limitación de este tanto en la Unión Europea como en Canadá.

Tanto el TTIP como el CETA van más allá de la mera reducción de aranceles tradicionales de los acuerdos comerciales. Esta es una de las principales razones por las que pueden ser tan peligrosos y será necesario un debate público en los Estados a la altura mas allá de la nueva retórica oficial instaurada: “el CETA es el acuerdo más progresista negociado nunca”, dicen ahora quienes lo apoyan, a pesar de que buena parte de su texto final fue negociado por el antiguo Gobierno conservador de Canadá y con José Manuel Durão Barroso al cargo de la Comisión Europea.


 source: Bez