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TLCAN y desarrollo desigual

TLCAN y desarrollo desigual

Por Jaime Ornelas Delgado | 24-8-17

Una de las características del capitalismo es la desigualdad social y regional. La primera, se refiere a las diferencias de apropiación de riqueza entre las clases sociales; la segunda, al nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas (aplicación de la tecnología y uso de las tecnologías de la información y comunicación al proceso de producción).

En México, la expansión del capitalismo ha sido, desde los años 40 del siglo pasado, concentrado en unas cuantas regiones y en tres zonas metropolitanas, fundamentalmente la de la Ciudad de México, cuya expansión la ha convertido en una megalópolis que comprende varias zonas metropolitanas (la de Puebla–Tlaxcala; Lerma–Toluca, en el estado de México; Cuautla–Cuernavaca, en el de Morelos; Pachuca–Tepeji–Tula, en Hidalgo y la de Querétaro); de importancia menor se encuentran la zona metropolitana de Guadalajara en el occidente del país y la de Monterrey en el norte de la República. Otras regiones del país no han logrado integrarse de manera plena al desarrollo capitalista, básicamente el sureste de México mantiene un atraso considerable respecto a las regiones más desarrolladas del país.

Si bien el TLCAN no originó la desigualdad regional, sí contribuyó a profundizarla. Un estudio presentado por el portal del observatorio “¿México ¿cómo vamos?”, concluye que, entre 2003 y 2016, el más alto crecimiento económico se registró en aquellos estados que pudieron integrase en mayor medida a los impactos del Tratado. Esta situación agudizó las amplias desigualdades regionales que existen en el país.

Considerando, como lo hace ese observatorio, dos indicadores para medir el aprovechamiento del TLCAN en los estados: a) La participación de sus exportaciones en su Producto Interno Bruto Estatal (PIBE) y b) La Inversión Extranjera Directa (IED) que reciben como proporción de su PIBE, se obtienen los siguientes resultados: los cinco estados que más crecieron de 2003 a 2016, fueron: Querétaro (5.3 por ciento promedio anual); Aguascalientes (4.9 por ciento); Nuevo León (4.0 por ciento); Guanajuato (3.8 por ciento) y San Luis Potosí (3.5 por ciento). Estas entidades tienen una alta participación de exportaciones e IED respecto al tamaño de su economía.

En cambio, entidades como Guerrero (2.2 por ciento), Veracruz (2.1 por ciento), Oaxaca (1.9 por ciento) y Chiapas (1.1 por ciento), tienen una baja participación de las exportaciones y de IED en su economía, es decir, se mantienen marginadas del libre tránsito de mercancías y capitales en el marco del TLCAN y fueron las que menos crecieron en el periodo de referencia.

Ciertamente, el análisis es reduccionista al considerar solamente como progreso la creación de la infraestructura física que sirva exclusivamente a las inversiones establecidas en el país con miras a la exportación aprovechando las ventajas que les otorga el TLCAN. Pero sobre todo, si para estar dentro del TLCAN se insiste en el impulso a una mayor inversión en capital humano, es decir, una reforma educativa que someta al sistema educativo limitado al adiestramiento, la productividad y las competencias de una fuerza de trabajo dócil, es decir, ajena a las actividades sindicales y que consideren como destino natural su condición asalariada.

México merece una reorientación del desarrollo que vaya más allá de las necesidades del capital, pero esto no requiere del TLCAN, sino de una nueva forma de organización social y económica.


 Fuente: La Jornada