Colombia: el maíz y el TLC

El domingo 20 de agosto El Universal publicó en su página agroeconómica, que en el departamento de Bolívar hay 21 mil hectáreas cultivadas de maíz y que se esperaba que para el segundo semestre del año se llegara a 34 mil hectáreas.

Si hay un sector que va a salir profundamente lesionado con el Tratado de Libre Comercio (TLC) son los maiceros, ya el Gobierno pactó que van a entrar libres, sin pagar aranceles desde el momento de la firma del Tratado, 2 millones de toneladas de maíz amarillo y 130 mil toneladas de maíz blanco. A partir de este tonelaje, cualquier importación que se quiera hacer debe pagar el 25 por ciento en impuestos, pero cada año después de la firma, ese arancel irá disminuyendo en un 5 por ciento, lo que significa que para el maíz amarillo dentro de 5 años el impuesto quedará en cero y el maíz blanco para el que se pactó por doce años la desgravación, quedará libre de en menos de 3 años.

El caso de México es el más patético en relación al maíz y debería servirnos de ejemplo de lo que sucederá en Colombia. Este país del norte de Latinoamérica era considerado como uno de los grandes productores de maíz en el mundo y ese cereal era fuente principal de la nutrición de su pueblo. Con el Tratado de Libre Comercio del Norte, México comenzó a importar masivamente el maíz de los Estados Unidos, y hoy más del 80 por ciento del cereal que se consume en Méjico proviene de esas importaciones.

Nuestro TLC con los Estados Unidos va a significar la pérdida de las miles de hectáreas de maíz que hoy están cultivadas en las distintas regiones del maíz, especialmente en la Costa Caribe y va a traer consigo la pérdida de cientos de miles de jornales y el desaprovechamiento de nuestras tierras, lo que aumentará la pobreza y la miseria en el campo.

Los Estados Unidos le entrega subsidio a sus maiceros a razón de 28 dólares por tonelada, mientras que a nuestros productores colombianos el Estado no les da ningún tipo de subsidio, sino que por el contrario, ha presentado una nueva reforma tributaria que eleva todos los impuestos, que tendrá incidencia en el costo de producción del cereal.

Además existen otros factores determinantes, como son que los Estados Unidos cuentan con mayor tecnología y capital, lo cual incide en que la producción por hectárea sea superior a las 3,8 toneladas en promedio que se obtienen en Colombia, lo que le permite una gran cosecha, superior a las necesidades de su consumo interno y el excedente lo exporta a precios inferiores a su costo.

Bajo estos parámetros de importación masiva de maíz subsidiado, libre de impuestos, los agricultores colombianos no tienen ninguna posibilidad de competir, lo que llevará a una quiebra generalizada de la producción nacional y a que dependa nuestra soberanía alimentaria de los cereales y oleaginosas que nos vendan principalmente los Estados Unidos.

Esta política cada vez más obsecuente de entrega de nuestra soberanía de una manera irracional, para darle cumplimiento a una mal entendida globalización, va a llevar sin remedio a nuestro país a una catástrofe económica que con toda seguridad no podremos superar en los años venideros. La apertura económica de que tanto se ha venido hablando será sin lugar a dudas el más tenebroso Apocalipsis sino se rectifica a tiempo.

El Congreso de la República tendrá que estudiar muy a fondo todas estas medidas contraproducentes que ha adoptado el gobierno del Presidente Uribe y negarle su aprobación a un TLC tan nefasto para el país.

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source : One World

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