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Geopolítica y derechos humanos

Los acuerdos bilaterales de comercio e inversiones no son sólo instrumentos económicos. Son herramientas que sirven para promover los intereses geopolíticos y de “seguridad” de las empresas y los Estados. El periodista defensor del mercado libre Thomas Friedman, escribió: “La mano oculta del mercado no funcionará jamás sin un puño oculto — McDonald’s no puede prosperar sin McDonnell Douglas, el constructor de los [aviones de guerra] F-15. Y el puño oculto que mantiene el mundo seguro para las tecnologías de Silicon Valley es el Ejército, la Fuerza Aérea y el Cuerpo de Marines de Estados Unidos.”

La globalización neoliberal y la guerra son dos caras de la misma moneda. En muchos lugares del mundo los lazos entre los intereses empresariales corporativos, la globalización y la militarización han sido muy poco “ocultos”. Bajo el disfraz de la guerra contra el terrorismo, la guerra contra las drogas y las misiones ”humanitarias”, las fuerzas militares estadounidenses continúan respaldando los intereses comerciales y geopolíticos de los Estados Unidos, tanto en Irak como en Colombia, Honduras o Filipinas. Pudimos verlo en la invasión y ocupación de Irak y cómo la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) premió a los auspiciantes financieros de la Administración Bush con contratos de “reconstrucción”. Podemos verlo en los planes en pos de un TLC de Estados Unidos con Medio Oriente a partir del 2013, fundados en la imposición de un entramado de TLC bilaterales con gobiernos individuales de países del Medio Oriente. Podemos verlo en la presencia militar renovada de los Estados Unidos en el sudeste asiático, especialmente en las maniobras conjuntas que realiza con el ejército filipino, al mismo tiempo que prosigue ininterrumpida la ola de asesinatos de centenares de activistas vinculados a movimientos de resistencia al imperialismo. Su misión es hacer del mundo un lugar seguro para el capitalismo y el imperio norteamericano y aplastar a las comunidades y economías organizadas en torno a valores y principios diferentes. El libre comercio y las políticas de libre mercado a menudo están acompañados de la represión a la disidencia.

Entre tanto, hay gobiernos que invocan cínicamente los derechos humanos para aplacar las críticas a las negociaciones de TLC con países cuyo atroz historial de violaciones a los derechos humanos es ampliamente conocido y denunciado. Canadá, por ejemplo, sostiene que su polémico TLC con Colombia ayudará a fortalecer los cimientos sociales de ese país “y contribuirá a un ambiente nacional en el cual se respeten los derechos individuales y el imperio de la ley”. Los opositores argumentan que este acuerdo beneficiará a las empresas transnacionales canadienses de minería y agronegocios, a costa de la mayoría de los colombianos que conviven a diario con los asesinatos de sindicalistas y otros activistas a manos de los paramilitares vinculados al Estado, a la vez y que le sumará legitimidad al régimen pro-norteamericano y neoliberal de Uribe (ver la sección Canadá-Colombia).

Mientras la política económica, comercial y exterior de los Estados Unidos invoca la “guerra contra las drogas” en relación a América Central y los países andinos, Washington ha “premiado” sus aliados en la “guerra contra el terrorismo” (por ejemplo a Australia y Tailandia), negociando con ellos TLCs, a la vez que pregona su TLC con Marruecos como muestra de su apoyo a las sociedades musulmanas “tolerantes y abiertas”. Y ahora le exige a los gobiernos del Golfo que descarten su boicot a los productos israelíes como parte de las negociaciones del TLC. Hay otros gobiernos que también vinculan explícitamente su política económica y de comercio internacional con sus intereses geopolíticos y de seguridad. Por ejemplo, el acuerdo entre la Unión Europea y Siria incluye una cláusula especial que compromete a Damasco a trabajar en pos de un “Oriente Medio como zona verificable libre de armas de destrucción masiva, nucleares, biológicas y químicas, y sus sistemas de lanzamiento”.

Aparte de las maneras obvias que revelan cómo los intereses geopolíticos estadounidenses subyacen en su ofensiva en pos de acuerdos bilaterales de comercio e inversiones, también hay otros países que están promoviendo acuerdos bilaterales de libre comercio e inversiones como vía de satisfacción de sus propias metas geopolíticas. Cada día es más evidente, por ejemplo, que el acceso a recursos energéticos (como el petróleo, el gas, el uranio, los agrocombustibles y el agua) constituye un factor crecientemente importante para países como China y Japón a la hora de determinar sus prioridades en pos de la firma de TLC bilaterales con otros países (ver la sección sobre Energía y medioambiente).

Foto: Limam Bachir / Western Sahara Resource Watch

última actualización: mayo de 2012


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