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Colombia: La apertura profundizó el deterioro del sector: El fracaso agrícola

Colombia: La apertura profundizó el deterioro del sector: El fracaso agrícola

Eduardo Sarmiento, El Espectador, Bogotá, noviembre 22 de 2009

El desmonte arancelario provocó un desplome de la demanda, en particular de los cereales, que se llevó por delante el área agrícola. El resultado fue el peor desempeño del agro en la historia del país.

Durante 19 años el sector agrícola se ha orientado dentro de las concepciones neoclásicas de competencia perfecta y estímulos de mercado. El balance ha sido insatisfactorio. El área agrícola bajó de 4,7 a 3,7 millones de hectáreas, el producto creció cerca de 3%, cifra muy inferior a la tendencia histórica, la participación del sector en el valor agregado bajó a la mitad, y la pobreza superó el 60%.

La aplicación más fiel de la doctrina se realizó en la apertura comercial de la administración Gaviria. Sus autores dieron por dado que el experimento induciría una especialización en los cultivos de ventaja comparativa, o si se quiere, de menores costos relativos, que elevaría la productividad del sector y el crecimiento de toda la economía. Los hechos suministran la mejor demostración de la invalidez de la teoría. El desmonte arancelario provocó un desplome de la demanda, en particular de los cereales, que se llevó por delante el área agrícola, y resultó en el peor desempeño del agro en la historia registrada en el país.

Como lo advertimos en su momento, las teorías de la competencia perfecta y de la ventaja comparativa no son validas en la agricultura. Debido a la inelasticidad ingreso y precio de la demanda, las condiciones de equilibrio y de la ley de Say, según la cual la oferta crea su propia demanda, no se cumplen. La oferta no necesariamente genera la demanda. Así, en varios de mis libros se muestra cómo en muchos sectores el aumento de la productividad da lugar a caídas más que proporcionales de los precios y pérdidas que hacen no rentable la actividad.

Esta verdad de a puño no se entendió. En los siete años que siguieron a la apertura no se ahorraron esfuerzos para profundizarla y mantenerla. Más aún, en la administración Pastrana se abrió camino el TLC que ampliaba la apertura y la acentuaba en la agricultura.

Curiosamente, el Partido Demócrata que en el gobierno de Clinton propició el TLC con Colombia, ahora se opone a su aprobación en el Congreso. En el fondo, terminaron reconociendo que los principios que sirvieron para justificar la iniciativa no son validos en la realidad. El libre comercio les significó la conformación de un déficit creciente de la balanza de pagos, debilitamiento progresivo de la industrialización y caída de la participación del trabajo en el ingreso nacional.

No ha ocurrido lo mismo en Colombia. El Ministro de Agricultura y su antecesor en el debate clamaron a viva voz que la apertura comercial había devastado el sector, cuando ellos mismos promovieron y apoyaron el TLC, que constituye una apertura ampliada y asimétrica del agro. Al parecer, los dos personajes percibieron en carne propia los efectos de la apertura en las manifestaciones, pero no han entendido que la causa de fondo se encuentra en la ineficacia de los estímulos de mercado. El AIS incurre en el mismo error al entregar jugosos créditos y subsidios a los empresarios para que aumenten la capitalización y la productividad en un mundo donde sobra el área sembrada y falta la demanda.

El subsidio basado en la productividad y en las compensaciones al TLC es la típica solución inequitativa. Tanto el Ministro de Agricultura como el senador Zapata en la defensa de la política sostuvieron que el 99% de las familias obtiene el 86% de la financiación, pero nunca dijeron que el 14% restante lo obtiene el 1% de las familias, es decir, quince veces más. Aun más diciente, revelaron que en las líneas de crédito apoyadas por el programa AIS el coeficiente de concentración asciende a .79, cifra similar a la concentración del patrimonio rural. Como era fácil de imaginar, los beneficios del programa replican las aberrantes desigualdades del agro.

El final es lamentable. El Congreso, que aprobó la ley de AIS y parecía entrar en razón ante el debate demoledor de Jorge Enrique Robledo, eludió la moción de censura y terminó atornillando al ministro Fernández y el programa. El sector continuará siendo guiado por las concepciones de competencia y la ley de Say que fracasaron estruendosamente. En contra de la evidencia y del sentido común, sus gestores pretenderán compensar el desplome de la demanda ocasionada por el desmonte de los aranceles y la revaluación con aumentos de productividad propiciados con subsidios que acentúan la concentración rural.

En síntesis, el país no tiene las instituciones ni la teoría para sacar el agro del abismo de baja producción, desaprovechamiento del área sembrada e inequidad que lo precipitaron diecinueve años de neoliberalismo.


 source: RECALCA