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Comunidad Andina – Unión Europea: el fracaso del Acuerdo de Asociación

Comunidad Andina – Unión Europea: el fracaso del Acuerdo de Asociación

Tras más de dos años de negociaciones, el Acuerdo de Asociación entre la Comunidad Andina (CAN) y la Unión Europea al final no se hará realidad. En su lugar, la UE ya piensa en ratificar acuerdos bilaterales con los miembros individuales, desde Perú hasta Colombia. El fracaso del Acuerdo tendrá consecuencias políticas sobre las estrategias comerciales de Bruselas y del bloque andino.

Por Gilles Cavaletto, Equilibri.net (05 octubre 2009)

Las negociaciones para el Acuerdo de Asociación CAN-UE, iniciados en 2007 para promover el diálogo político, social y comercial entre los dos bloques, no han logrado los resultados esperados. De hecho, a día de hoy, queda poco del acuerdo en sí.

La CAN ha sufrido las consecuencias más graves derivadas de los desencuentros durante las negociaciones. El desacuerdo entre los miembros respecto a los términos en la negociación “Bloque a Bloque” con la UE, ha llevado en primer lugar a Bolivia y Ecuador (dos de los cuatro miembros de la CAN junto a Colombia y Perú) a retirarse de las negociaciones. Mientras la decisión de La Paz en ese sentido es definitiva, para Quito aún queda abierta una pequeña posibilidad.

De todas formas, el propósito de Bruselas es el estipular acuerdos bilaterales con Lima y Bogotá. Un discreto resultado si se compara con el ambicioso programa original y, sobre todo, si se tiene en cuenta que tales acuerdos bilaterales son únicamente comerciales, excluyendo los capitales sociales y políticos originariamente previstos.

Un acuerdo de gran riesgo

Ésto es lo que se deduce, al menos, del último ciclo de negociaciones llevadas a cabo en Lima el pasado mes de julio. Reunidos en la capital peruana, sin los representantes de Bolivia (que se retiraron de las negociaciones en octubre de 2008), las delegaciones de los dos Bloques han tenido que encajar la retirada de Ecuador. Quito no modificó su posición con respecto a un tema de importancia capital para la economía ecuatoriana: liberalizar (en los márgenes de la UE) la producción de bananas, que para el país “de latitud Cero” representa la primera producción nacional y la principal fuente de empleo. De hecho, este sector da empleo a 1,5 millones de ecuatorianos. Sin embargo, Ecuador no ha aceptado la solución presentada por la UE en Lima (reducir hasta el 30% los aranceles aduaneros aplicados actualmente). El país, además, no aprueba la marginación de los capitales sociales y políticos del acuerdo a favor del aspecto puramente comercial.

A pesar de todo, el Acuerdo de Asociación posee muchos puntos atractivos para los socios, además de dar prueba de la eficacia de la cooperación desde hace más de diez años (iniciada en 1997) entre los dos Bloques. De hecho, la UE es el primer suministrador de ayuda internacional a la CAN. Ante todo, para los países andinos la UE representa un potencial mercado de más de 400 millones de habitantes (atractivo sobre todo para las exportaciones agrícolas), además de una eventual fuente de inversiones extranjeras. La estrategia de apertura comercial ha demostrado ser ventajosa. Un ejemplo de ello es el caso de Perú que, en los dos últimos años, ha registrado la mayor tasa de crecimiento del continente (crecimiento del 9,8% en 2008 con una inflación del 5,8%).

Sin embargo, tales argumentos no gozan con una aprobación unánime en el seno de la CAN. Ecuador ha hecho de la liberalización de la producción de bananas -o al menos del reconocimiento de un tratamiento igual con respecto a otros países, entre los que se encuentran sobre todo las ex colonias europeas- una cuestión principal, además de interés general. Su “reaccionario” presidente, Rafael Correa, recalcando la voluntad manifestada por Bruselas de que las negociaciones en curso respeten los principios del OMC (Organización Mundial del Comercio), ha pedido que la UE se adecue a las decisiones tomadas en más de una ocasión por el tribunal de la Organización a favor de la posición ecuatoriana.

Aún mucho más crítica es la posición de Bolivia. El país, desde el inicio de las negociaciones, ha denunciado la voluntad europea de introducirse en aspectos de la propiedad intelectual y del desarrollo sostenible en el interior del capítulo comercial. En concreto, La Paz califica como inadmisibles las peticiones de Bruselas en lo que respecta la utilización del patrimonio natural representado por la cuenca forestal amazónica. Un patrimonio “andino” que para el presidente Morales no puede ser sometido a acuerdos o intereses de las multinacionales, como él entiende que se pretende hacer.

Las perspectivas

Iniciadas como un “simple contraste” en el interior de la CAN, el posicionamiento de Ecuador y Bolivia podría tener consecuencias para el futuro de las negociaciones que superarían cualquier aspectativa. Si el Acuerdo de Asociación CAN-EU se ha dato práticamente por roto por la mayoría (e incluso por las mismas partes interesadas, como testimonian las declaraciones del UE, que se muestra dispuesta a renunciar a cualquier negociación entre los Bloques), la imposibilidad de alcanzar un acuerdo entre la UE y los tres países supervivientes de la CAN, antes del retiro de Ecuador, podría llevar también a la conclusión de acuerdos bilaterales con Colombia y Perú.

Aunque la posibilidad parezca remota, en realidad éso es lo temido por Lima y Bogotá, que por diferentes motivos están interesadas en la realización de dichos acuerdos cuánto antes. Tras haber firmado un amplio Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, para Perú significaría la definitiva apertura comercial del país. Para Bogotá, su urgencia está ligada con el próximo referéndum constitucional que podría dar vía libre al actual presidente, Álvaro Uribe, para presentarse por tercera vez como candidato a la presidencia. Las crecientes protestas contra la ratificación del Acuerdo con la UE juegan, sin embargo, un papel desfavorable en los planes presidenciales.

La voluntad de Lima y Bogotá es concluir con las negociaciones lo más rápidamente posible. Un significativo paso hacia adelante en esta dirección, aunque no definitivo, se dió el pasado 21 de septiembre en Bruselas, donde tuvo lugar la sexta ronda de negociaciones.

Sin embargo, aún existen algunas diferencias en el seno de los tres supervivientos (UE, Colombia y Perú) algo que confirma que, aunque sea probable que el acuerdo se concluya como ha declarado optimistamente la Comisaria Europea de Relaciones Internacionales Benita Ferrero Waldner tras el encuentro de Bruselas, la capital europea no se esconde su perplejidad tras más de dos años de negociaciones infructuosas, o casi infructuosas. De hecho, la Comisión Europea no puede asegurar que los avances actuales vayan a privar a la UE de los beneficios de un amplio mercado (en Bolivia y Ecuador) y relativamente integrado a través de la estructura de la CAN, que presenta una legislación común bastante avanzada. Para Bruselas, además, significa abdicar definitivamente a favor de los intentos de mantener las negociaciones en el eje de los Bloques, camino siempre preferido por la UE ya que la considera un elemento de diferenciación de la política comercial del rival estadounidense.

Un Acuerdo revelador

El desarrollo “bilateral” parece significar un cambio en la estrategia europea, acusada por las demás partes de ser a día de hoy más agresiva que la americana (esta última ha llevado a su conclusión numerosos TLC en Latinoamérica que no incluyen “cláusulas sociales”). Conscientes de ello, Estados Unidos ya estarían barajando la manera de hacer que los próximos acuerdos de la UE con Lima y Bogotá no den a Bruselas más ventajas de las que ya goza Washington.

En realidad, tras dos años llenos de dificultades, Bruselas estaría perdiendo consciencia de los beneficios (en términos de tiempo y esfuerzo) de negociar bilateralmente, como el Acuerdo de Asociación realizado con Chile que recientemente ha dado excelentes resultados (los intercambios se han triplicado desde 2003).

En el frente latinoamericano, las negociaciones, sin embargo, han puesto de manifiesto una fragilidad, la de la CAN, que desde hace tiempo era conocida por todos. Algunos, como el presidente boliviano, Evo Morales, han defendido la unidad del Bloque Andino dando razones estratégicas (ésto permitiría el aumento del poder de negociación con la delegación europea) e históricas. A pesar de ello, Bolivia ha sido la primera en levantarse de la mesa de negociaciones y la CAN, la estructura de integración más antigua del continente, no puede nada más que mostrar progresos limitados.

Conclusiones

Con el fracaso del Acuerdo de Asociación CAN-UE no sólo se dejan aparte dos años de negociaciones. Son la retórica y la visión política del acuerdo las que, de improviso, pero quizás no de manera inesperada, fracasan.
De hecho, el Acuerdo ha debido renunciar a esta visión integral de cooperación, en perjuicio del diálogo social y político, revelando una evolución de la estrategia comercial europea más realista y cínica, pero sobre todo, menos interesada en promover las integraciones continentales como parte de los principales principios de las relaciones internacionales. Tal realismo político, castiga aún más duramente la retórica de la integración andina consumida por las recientes luchas internas (como la de las bases militares estadounidenses en Colombia o el ataque colombiano a las FARC en territorio ecuatoriano en 2008, y más recientemente, las acusaciones de Evo Morales relacionadas con la presencia de mercenarios peruanos en Bolivia para desestabilizar el país). El presidente peruano, Alan García, no tiene dudas en afirmar que el acuerdo con la UE será un éxito comercial. Sin embargo, desde el punto de vista político, diplomático y de la integración, hará más mal que bien.

Traducido por Marta López Garzón.


 source: Equilibri.net