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En Washington: a Uribe le fue mal, a Colombia bien

Bogotá, mayo 10 de 2007

Al tiempo que señaló que regresaría en junio a hablar con cada uno de los cientos de congresistas estadounidenses, suplicó tímidamente que el TLC fuera tramitado antes de octubre para que las elecciones regionales en Colombia no se vieran cruzadas por este tema. Ya no se oyeron las triunfalistas proclamas de que habría una inmediata aprobación y su estrecha alianza con Bush más que un activo, fue un baldón en su nuevo periplo.

El gobierno colombiano había preparado para este viaje la artillería pesada. Conjuntamente con el sector privado contrataron por millonarias sumas varias empresas de cabildeo, se repartieron las citas con los congresistas claves, y anunciaron que estarían acompañados por dirigentes sindicales fletados a última hora. El gobierno de Bush hizo lo propio. El primer mandatario norteamericano lo recibió para desayunar, lograron que algún periódico editorializara a favor de Uribe, y algunos parlamentarios demócratas de la derecha hablaron a favor de Uribe. Altos funcionarios de estados Unidos hicieron pronunciamientos a favor del TLC. Condolezza Rice reiteró que los TLC eran parte vital de la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos y Negroponte, segundo del Departamento de Estado anunció una gira por la región.

Pero en adelante todo fue fracaso. Una decena de manifestantes lo recibió con abucheos. Rangel y Levin lo atendieron 15 minutos con displicencia y reclamos. Nancy Pelossi, con quien le fue difícil concertar una entrevista, no quiso hablar del TLC, ni del Plan Colombia, le pidió hechos y no palabras y le planteó que quienes denuncian la parapolítica en Colombia hacen una contribución a la democracia. Harry Reid importante dirigente demócrata dijo que primero deben resolverse los problemas de la parapolítica y que la muerte de sindicalistas “no se trata solo de palabras, reportes o crear unidades de la Fiscalía para investigar, sino de resultados, condenas, progresos verdaderos”. El presidente de la AFL le dijo a Uribe que “no había capitulo laboral, no importa que tan bien fuera diseñado, que pudiera terminar con la violación a los derechos humanos y a los derechos de organización de los trabajadores”. La respuesta de Uribe fue defender a Jorge Noguera y al general Montoya y defender lo que el diario El Tiempo calificó de “una costosa estrategia antinarcóticos que no ha dado los resultados esperados” y presentar los intereses de algunos empresarios y muchas multinacionales como si fueran los intereses del país.

Su estrecha amistad con Bush no le sirvió para persuadir a la mayoría demócrata en el Congreso. Recibió la noticia de que el Congreso estadounidense había recortado 13 millones del Plan Colombia que eran para la compra de un avión de reconocimiento. La estrategia de pedir que el TLC con Colombia fuera aprobado conjuntamente con el de Panamá y Perú pudo servir más para hundir los de esos países que para salvar el de Colombia.

En su acto supremo de cabildeo la opinión observó a un Uribe irritado y a la defensiva, atado a la agenda republicana, intolerante ante sus críticos y desesperado por la ratificación del tratado.

Los partidarios del TLC se sumen en las especulaciones. Unos critican a los negociadores por haberse demorado mucho. El presidente de la Cámara Colombo Americana Miguel Mendez piensa que el TLC debía haber sido el capitulo económico del Plan Colombia. Mientras tanto Uribe se aferra a lo único que tiene seguro: unas mayorías en el Congreso de Colombia fuertemente engrasadas con las partidas regionales aprobadas en el Plan de Desarrollo. No sirvió de nada el haber precipitado la aprobación del TLC en las comisiones segundas del Congreso de Colombia y no le fue posible aparentar que su gobierno expresa el interés nacional.

El objetivo del viaje que era convencer a los demócratas no se cumplió y quedó claro que las dificultades del gobierno colombiano no provienen solamente de los opositores al TLC en Colombia sino de las contradicciones en la política en Washington. Los demócratas para sellar el fracaso de Uribe reiteraron su interés en prorrogar por dos años el ATPDEA para los cuatro países andinos. El estentóreo apoyo de Bush no añadió nada nuevo al debate y las frases de Francisco Santos de que si el tratado no se aprobaba habría que replantear las relaciones con Estados Unidos, frases aclaradas inmediatamente por el Gobierno, lo único que muestran es la angustia gubernamental

El movimiento popular entre tanto se apresta a realizar un contundente paro nacional contra el TLC el 23 de mayo y la agitación se generaliza entre el magisterio y en muchas universidades. Sólo resta que el movimiento popular aporte su contribución a lo que parece ser el peor momento en el trámite del TLC.


 source: Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA, Recalca