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La feria de los TLC

La feria de los TLC

Por Cecilia Lopez Montaño, 2-6-2009

El ministro de Comercio Exterior fue felicitado la semana pasada en la Comisión Segunda del Senado por la bancada uribista, algo que se ha vuelto “normal” en el Capitolio desde cuando se borraron los límites que deben existir entre Legislativo y Gobierno.

En dos días, y ese era el motivo del festejo, las mayorías lograron sacar adelante nuevos Tratados de Libre Comercio (TLC), que ahora llaman Acuerdos de Libre Comercio (ALC), sin que se hubieran hecho reparos de fondo a ese tipo de instrumentos que este Gobierno viene promoviendo con celeridad. Poco importa que a través de éstos se estén poniendo en riesgo la producción nacional, los recursos naturales y la autonomía de nuestras instituciones económicas.

Lo malo no es que nuestro país busque nuevos mercados externos para sus productos, como lo vienen haciendo desde hace más de dos décadas Estados pobres y ricos. En el caso de estos TLC lo que se le cuestiona al Gobierno es que no se negocie bien. Ya se vio cómo en el caso del acuerdo con los Estados Unidos hubo que aceptar las condiciones nocivas para el agro, propiedad intelectual e industria farmacéutica porque había que firmarlos así “caigan rayos y centellas” como lo ordenó el señor presidente Uribe. De lo contrario, nos quedábamos sin TLC con la mayor potencia mundial y principal aliado nuestro.

Pero se negocia mal también con los pobres, como pasó con el tratado del Triángulo del Norte, en el que a los países centroamericanos se les aceptaron medidas de protección para sus industrias claves.

Pero tampoco se aprende de un TLC a otro. Eso es lo que acaba de pasar con el de Canadá, donde se ponen en riesgo la producción de avena, trigo y cebada, y se dejan expuestos los recursos naturales por la avalancha de inversión minera que vendrá del Norte.

¿De qué sirve que el Gobierno diga y los congresistas lo repitan en sus ponencias que ahora podremos llegar a sus puertos con cero arancel, cuando nuestra oferta exportable sigue siendo la misma de hace décadas? Habrá ganancia cuando se le abran las puertas a productos químicos y farmacéuticos y vehículos y autopartes, en los que Colombia no es fuerte, pero en cambio les bajamos las barreras al 84% del universo industrial y al 91% de importaciones del sector agropecuario.

¿Los campesinos de Nariño Y Boyacá sabrán por boca del Gobierno que ahora el trigo de Canadá será todavía más barato y que la única opción es sembrar uchuva? Con excepción de azúcar y flores, el resto del agro colombiano vuelve a ser el sacrificado. Para el Gobierno lo más importante, según el Ministro Plata, será la llegada de inversión canadiense.

El otro Acuerdo que va camino a la ratificación es el suscrito con la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), del que hacen parte Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein -también conocidos como países EFTA-.

Este parece ser el típico caso de firmar por firmar, a juzgar por las cifras representativas de las relaciones comerciales con esas naciones europeas: Colombia representó el 0.03 % de las importaciones de esos países (oro, café, carbón, petróleo y desechos de metal precioso, entre otros). Pero tal vez lo más sorprendente es la inversión de los europeos en Colombia: en 2007, US$43,3 millones, y entre enero y septiembre de 2008, el flujo de inversión ascendió a US$20.8 millones. Y algo que debería sonrojar al ministro: Planeación Nacional estima un impacto en el crecimiento de la economía, por cuenta de este TLC, del 00.1%, y sobre las exportaciones de 0,06% y en las importaciones del 0,05%.

Mientras Colombia tramita TLC’s, los medios de los Estados Unidos prenden las alarmas sobre el deterioro del comercio mundial por cuenta de la crisis global.

En un editorial el New York Times (“Trade and hard times”), destaca la caída de las exportaciones (30%) y las importaciones (34%) de los Estados Unidos en el primer trimestre de este año y la merma de un 21 por ciento en las compras de los países de la Zona Euro en el mismo período.

De seguir esta tendencia, la OMC cree que habrá una contracción del 9% en el comercio mundial en 2009.

Más grave aún, el editorialista afirma que en la medida en que los electores presionan a sus gobiernos, surgen nuevas restricciones a las importaciones, lo que se acrecentará en cuanto siga subiendo el desempleo.

Ya el Banco Mundial y el FMI han puesto de relieve la tendencia a aumentar las licencias de importación, el encarecimiento de las tarifas a las importaciones y otras cargas tarifas adicionales, lo que en términos simples se llama proteccionismo.

Estas nuevas realidades deberían servir para hacer un paréntesis y mirar si conviene seguir negociando con los mismos parámetros usados hasta ahora.


 source: El Informador