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Los efectos de la liberación comercial: Colombia sin TLC

Los efectos de la liberación comercial: Colombia sin TLC

Eduardo Sarmiento, El Espectador, Bogotá, noviembre 9 de 2008

En los dieciséis años que siguieron a la adopción de la apertura, la economía colombiana avanzó al ritmo más bajo del siglo, el empleo creció por debajo de la población.

Hace diez años el libre comercio formaba parte de la doctrina demócrata y la administración Clinton auspiciaba la firma de un tratado de libre comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos. Mientras los resultados fallidos del experimento llevaron a los demócratas, con Obama a la cabeza, a formular severas críticas al libre comercio y prometer modificaciones de fondo, el Gobierno colombiano no ha entrado en razón. La nueva arremetida oficial se basa en los beneficios de libre comercio, la inversión extranjera y la libertad de capitales, mito controvertido por los hechos.

En Colombia, al igual que en América Latina, el experimento de la apertura comercial fracasó, porque el país tiene ventaja comparativa en actividades que carecen de demanda mundial, como la agricultura tropical y la industria tradicional. El desmonte arancelario provocó una entrada masiva de importaciones que desplazó la industria, la agricultura y el empleo, configuró un déficit creciente de la balanza de pagos que desembocó en la crisis cambiaria y financiera de 1999.

El país regresó a una estructura productiva altamente dependiente de recursos naturales que enfrenta serias limitaciones en los mercados internacionales y torna el sistema altamente inestable. En los dieciséis años que siguieron a la adopción de la apertura, la economía colombiana avanzó al ritmo más bajo del siglo, el empleo creció por debajo de la población, la distribución del ingreso y la pobreza regresaron a los índices de mediados del siglo y las crisis cambiarias y financieras se hicieron más frecuentes.

La rienda suelta a los capitales no ha corrido con mejor suerte. Las entradas, tanto de crédito como de inversión extranjera, inducen grandes revaluaciones que destruyen la generación propia de divisas y no contribuyen mayormente a la capitalización, porque lo que sale es mucho mayor que lo que entra. En el mediano plazo se manifiesta un elevado crecimiento con baja capacidad de generación de empleo y con revaluación creciente que lo torna insostenible. A la larga reduce la capitalización y el crecimiento y aumenta la vulnerabilidad.

Los efectos de la liberación comercial han tenido serias repercusiones en la economía mundial. La competencia de los países para penetrar en los mercados externos presionó los salarios por debajo de la productividad. Se propiciaron perfiles de crecimiento que se manifiestan en exceso de ahorro sobre la inversión mundial que se ha movilizado a financiar la valorización de los activos inducida por la desregulación financiera. La ruptura de la burbuja desató la bancarrota en cadena de las instituciones financieras, precipitó la economía de Estados Unidos en recesión y ahora se extiende en toda el orbe.

El libre comercio se justificó dentro de concepciones teóricas que predecían que se trataba de un juego en que todos ganan y, en particular, los ingresos del trabajo aumentan. La realidad resultó totalmente distinta. En todas partes el expediente redujo los ingresos laborales, desmejoró la distribución del ingreso, no afectó mayormente el crecimiento económico y aumentó la incertidumbre y los riesgos de crisis financiera y cambiaria. Así las cosas, la nueva actitud del partido demócrata en relación con el libre comercio y al rechazo del TLC con Colombia es la respuesta a la evidencia científica incontrastable de que la desregulación comercial y financiera es contraria al interés general.

El TLC replicaría todos los efectos negativos de la apertura, y tendría las repercusiones más críticas en el sector externo. Como el acuerdo implica una baja de aranceles de 12% en Colombia y 3% en Estados Unidos, las importaciones aumentarían más de 5% con respecto a las exportaciones. El déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, que de suyo se verá incrementado por la baja de las cotizaciones de las materias primas y la caída de las exportaciones a Estados Unidos y Venezuela, podría superar el 5% del PIB y precipitar la economía en un corto plazo en dificultades cambiarias y recesivas.

La suspensión del TLC no sólo salva al país de un proyecto que tiene mayores costos que beneficios, sino crearía las condiciones para apartarse del modelo neoliberal. El país quedaría en condiciones de emplear los aranceles, la intervención cambiaria y el control de capitales para enfrentar el derrumbe de la actividad productiva y contrarrestar el resquebrajamiento del sector externo. Aún más importante, tendría mayor margen para entrar y liderar una integración latinoamericana orientada a ampliar los mercados y avanzar en la industrialización.


 source: RECALCA