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Los Tratados de Libre Comercio son ¿realmente beneficiosos?

Los Tratados de Libre Comercio son ¿realmente beneficiosos?

Por The Wall Street Journal, 4-5-15

En momentos en los que Barack Obama busca firmar el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, que abarca a 12 países (entre ellos Chile, México y Perú), la opinión pública del país comienza a preguntarse dónde radican realmente los beneficios de estos acuerdos para las economías domésticas.

Los partidarios estadounidenses del libre comercio no han tenido muchos motivos para celebrar. El último acuerdo multilateral importante de libre comercio, la llamada Ronda Uruguay, tuvo lugar hace más de veinte años. Los últimos acuerdos bilaterales de Estados Unidos se firmaron en 2007.

El presidente Barack Obama quiere acabar con esa sequía con la firma del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, más conocido como TPP. La alianza abarca a 12 países, entre los que figuran Chile, México y Perú.

El desafío es el siguiente: décadas de liberalización comercial han disminuido tanto los beneficios como los perjuicios económicos en el caso de economías grandes y abiertas como la de EE.UU. No obstante, los malos recuerdos siguen presentes en la memoria del público y muchos legisladores estadounidenses, lo que entorpece la aprobación de pactos de libre comercio.

Los economistas coinciden en forma casi unánime en que el intercambio comercial enriquece al mundo. Al permitir que los países se especialicen, el libre comercio aumenta la productividad de los trabajadores, les ofrece más opciones a los consumidores y reduce costos.

VISIÓN ACADÉMICA: QUÉ ES EL TPP- FUENTE: UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MÉXICO

Esta lógica ha producido un declive sostenido de las barreras comerciales desde la Segunda Guerra Mundial.

El arancel mundial promedio ha caído desde cerca de 15% en los años 60 a menos de 7% en la actualidad.

Los aranceles en EE.UU., Japón y la Unión Europea son inferiores a 3%. Eso ha disparado el comercio transfronterizo, lo que ha elevado en forma dramática el estándar de vida en el mundo.

El problema es que los beneficios de seguir reduciendo los aranceles ya son pocos.

Los economistas indican que los beneficios del libre comercio son mayores para las economías pequeñas y proteccionistas, ya que el impacto de pasar a integrar un mercado mucho más grande es proporcionalmente mucho mayor para sus fabricantes y consumidores.

Esta es una de las razones por las que el TPP incrementaría el ingreso real de Vietnam, uno de los países más pequeños y menos orientado al mercado del TPP, en 10,5% para 2025, según un análisis de los economistas Peter Petri, Michael Plummer y Fan Zhai.

EE.UU., en cambio, ha firmado pactos de libre comercio con seis del resto de las 11 economías que son parte del acuerdo, y su ingreso real apenas aumentaría 0,4%. Si se concreta el acuerdo, los ingresos reales de Chile, México y Perú crecerían 0,9%, 0,5% y 1,2%, respectivamente, hasta 2025. Eso ayuda a explicar el mayor apoyo al TPP en Vietnam que en EE.UU.

No hay que perder de vista, en todo caso, que la lógica económica raramente es la principal razón detrás de un acuerdo de libre comercio. México utilizó el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte a mediados de los años 90 para convencer a los inversionistas extranjeros de que las reformas de libre mercado que estaba implementando no tenían marcha atrás. El ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio en 2001 tuvo el fin de reorganizar las empresas estatales ineficientes y someter a la economía a la competencia del mercado.

EL ANÁLISIS DE LA NOTICIA- FUENTE: HISPANTV

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, quiere que el TPP sirva como un arma para abrir a la competencia a ciertos sectores de la economía. Obama, asimismo, señala que el TPP es una defensa del liderazgo económico de EE.UU. contra el asalto de China, es decir está tomando en cuenta consideraciones geopolíticas para promocionar el libre comercio al igual que lo han hecho varios de sus antecesores.

No obstante, cuando los estadounidenses repasan lo ocurrido en la última década, se sienten arrepentidos. Mientras los consumidores se dieron un festín con una inundación de importaciones baratas provenientes de China, los trabajadores recibieron una paliza. Un estudio de Gordon Hanson, de la Universidad de California en San Diego, y cuatro colaboradores estima que entre 1999 y 2011 desaparecieron entre 2 millones y 2,4 millones de empleos de manufactura.

En un estudio separado, Peter Schott de la Universidad de Yale y Justin Pierce de la Reserva Federal indican que la simple amenaza de un alza de los aranceles aisló a muchos sectores en EE.UU. de la competencia china. Una vez que China se integró a la OMC y esa amenaza se desvaneció, esos sectores sufrieron pérdidas desproporcionadas.

No es sólo la OMC. Debido a que China mantuvo su moneda artificialmente baja, limitó el crecimiento de las exportaciones estadounidenses a China y el déficit comercial de EE.UU. se disparó.

“Es completamente entendible que las personas sientan una resaca de las experiencias de libre comercio de las últimas dos décadas”, dice Hanson. “Pero el TPP no tiene que ver con las manufacturas. La globalización en ese sector es un hecho consumado”.

Esa distinción podría determinar la aprobación o el fracaso del TPP.

Los negociadores dicen que el tratado especificará reglas para el resto del mundo en sectores como servicios y propiedad intelectual donde las barreras no arancelarias son onerosas. Esto debería beneficiar a EE.UU. mientras los servicios sigan constituyendo una parte creciente de las exportaciones del país y representan 4% del Producto Interno Bruto ahora comparado con 3% en 2000.

De hecho, si el TPP cumple con lo que promete, la economía de EE.UU. debería realizar mucho menos ajustes que las de otros países signatarios que tienen que cumplir estándares estadounidenses sobre el tratamiento de la inversión extranjera, la propiedad intelectual, las importaciones y los subsidios.

Para muchos estadounidenses, no obstante, tales beneficios siguen siendo abstractos y estrechos, además de beneficiar a empresas y trabajadores que ya han avanzado en medio de una creciente desigualdad. Las preocupaciones de que Japón inunde el mercado con autopartes baratas si se reducen los aranceles o que otros países manipularán sus divisas como la ha hecho China son mucho más tangibles.

La tarea de Obama es persuadir a estos detractores de que tales riesgos serán pequeños comparados con las ganancias que aporta el TPP y que una economía más rica y más grande está en mejores condiciones de costear el apoyo que los perdedores de la globalización necesitan. No será fácil.


 source: E&N