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Orinoco colombiano: sangre a cambio de biocombustible

Jose Manuel Santos Vilariño, www.globalizate.org, 8-6-07

“La locura del dinero ha vuelto las cosas del revés. Ahora la riqueza esta en los territorios áridos, en las sabanas que van camino de convertirse en desiertos, en la selva que se tumba (...); Ahora la riqueza para el riowa esta en estas tierras que hace unos años no les importaban para nada. Ahora, en nuestro aire no ven el vuelo de las tijeretas, en nuestras montañas no ven lapas ni armadillos, bajo nuestra tierra no ven los gusanos que abonan, ni ven vida. Ahora ellos ven dinero... Petróleo, carbón, oro, uranio, dinero...”
— Declaración de la ONIC (organización nacional indígena de Colombia) 28-08-1996

Arrinconados en inexpugnables selvas y montañas, estas son el nuevo interés de la colonización y en ellas se consumará la venta de su imagen, de sus conocimientos ancestrales y de la biodiversidad de los territorios que su sistema económico protege. Pero fundamentalmente serán los bienes energéticos los objetivos de la nueva colonización. Tal y como dejaron claro en su reunión Uribe y Bush el pasado 10 de Marzo en Bogotá.

En los últimos cinco años la violencia paramilitar y las reformas legales de Uribe: Ley forestal 1021, proyecto de Ley agraria 30, proyecto de Ley de aguas ect...están siendo la principal fuente de alineación territorial de las reservas forestales, de los territorios colectivos de los grupos étnicos y de los pequeños agricultores. Sobre estos territorios limpiados por la violencia y legitimados por las reformas legales de Uribe, se están asentando las multinacionales energéticas, tanto las tradicionales empresas petroleras que en la actualidad explotan y limpian étnicamente territorios en Amazonía, Orinoquía y el llamado Choco biogeográfico, como las del nuevo “biocombustible”. El combustible derivado de la palma africana, que se vende ante la opinión publica como ecológico, pero que esta destruyendo los últimos ecosistemas vírgenes del planeta, talados y desecados por un agresivo monocultivo que ha provocado más desplazamientos y matanzas en Colombia en los últimos cinco años que el propio petróleo. Las matanzas de Curvaradó, Río Sucio, Jiguamiandó o Nariño, son solo un ejemplo ilustrativo de la limpieza de población civil realizada por los grupos paramilitares para favorecer la siembra de tan codiciada palma africana.

Un proceso que tal y como declaro el presidente Uribe, ante su homologo estadounidense, no está haciendo mas que comenzar y cuyo siguiente objetivo es “Conquistar la Orinoquía, para la colonización de palma y petróleo”, ya que en palabras de Uribe, este es “un espacio vacío y sin árboles”.

La cuenca del Orinoco representa una de las zonas hidrográficas y biológicas mas diversas del planeta, considerado el tercer sistema hídrico del planeta con una superficie de de 980.000 Km2 en donde se superponen sabanas, selvas húmedas, bosques de galería, zonas indudables, manglares, bosques xerofíticos, tepuis y lagunas. Refugio de las últimas etnias nómadas de Suramérica, que sobreviven arrinconadas por las matanzas de los últimos treinta años, 400 Iguanitos en Arauca, 800 Sikuanis en el Meta o más de 1000 Cuibas en Casanare. Etnocidios que no parece que vallan a parar, teniendo en cuenta el tenebroso record de la explotación de biocombustible en Colombia y que se suman a la violencia ganadera y agrícola que redujo hasta su practica extinción a Amoruas, de los que sobreviven 150 individuos, Macaguane 200, Masiguare 250, Wipiwe150, Achaguas 231, Nukak Maku 700 o Cuiba 2000 indígenas, que sobreviven arrinconados en la pequeña reserva de Caño Mochuelo, mientras sus territorios ancestrales, ocupados violentamente por los ganaderos, serán ahora ocupados por las multinacionales del nuevo biocombustible y el petróleo, consumando la destrucción de uno de los últimos refugios de la biodiversidad en el mundo.

José Manuel Santos es asesor político y jurídico de organizaciones indígenas en Colombia


 source: Rebelión