bilaterals.org logo
bilaterals.org logo
   

Una negociación inhábil: TLC en el limbo

Hoy las cosas son a otro precio. El país lleva más de tres años negociando el asunto, del cual apenas se conocen sus cláusulas. Hasta hace muy poco el presidente George W. Bush pasó el Tratado al Congreso. Sin embargo, desde una de las visitas que hiciera el presidente Uribe a Washington le dijo que cumpliría con ese requisito, pero que la aprobación estaba en manos del Parlamento. Aunque se comprometió a poner su influjo, advirtió que Colombia debía recurrir al lobby para convencer a la bancada republicana y en particular a la demócrata.

En Colombia no se tiene la noción clara de lo que significa la separación de poderes, como en cambio sí ocurre en Estados Unidos. Allí el Congreso es verdaderamente poderoso y toma las decisiones que le parecen más convenientes para los intereses norteamericanos, sin que existan intermediaciones de puestos o gabelas. El trabajo, pues, es mucho más arduo cuando se enfrenta a la Rama Legislativa. Aunque los colombianos piensan que hablar con el Ejecutivo es suficiente, se equivocan de cabo a rabo, pues allá existe un verdadero balance de poderes. Pese a ser una nación presidencialista, no hay allí presiones inconsecuentes del Ejecutivo sobre las ramas Jurisdiccional y Legislativa.

La firma del TLC no es, desde luego, la panacea que muchos pretenden. En Colombia se demuestra una impopularidad creciente de ese asunto. Aun así, la principal promesa de campaña reelectoral por parte del presidente Uribe fue la pronta rúbrica del convenio. Incluso el único discurso real de campaña lo hizo en una extensa alocución radiotelevisada, en la que explicó, cláusula por cláusula, la estructura del TLC. Aunque muchos sectores no quedaron satisfechos, el gobierno se empeñó en que aquella era la vía. Para amortiguar el impacto sobre la agricultura, ofreció, adicionalmente, millonarios subsidios nacionales a los diferentes sectores agrícolas. Hasta el momento no hay ni TLC ni ayudas financieras a la vista. Lo único claro, en cambio, en el aspecto agrícola es que viene descendiendo el área cultivada, así como se manifiesta un precario crecimiento en esos rubros.

Ahora se anuncian caravanas de empresarios, académicos y políticos a los Estados Unidos para presionar al Congreso norteamericano. Este, sin embargo, desde hace tiempo está en campaña para las elecciones de noviembre próximo. No hay interlocutores válidos, mucho menos cuando la prioridad colombiana en la agenda estadounidense está de la mitad de la tabla hacia abajo. En efecto, desde el punto de vista económico, Estados Unidos está concentrado en China e India. Lejos siguen Rusia y Europa. Más adelante está el Medio Oriente y el resto de Asia. Y en los últimos lugares se encuentran las relaciones con América Latina, donde preponderan México, Brasil y Argentina. Y allí, muy distante, se pasa a Chile y Venezuela. Y en la cola podría asomar Colombia.

Aun con todas las delegaciones que se puedan enviar a Estados Unidos, es casi seguro que en este año no va a ocurrir absolutamente nada con el TLC colombiano. Aspiran, entonces, a que se pueda entrar a discutir hacia marzo del año entrante, pero en ese momento el nuevo Congreso, donde se debaten las mayorías entre republicanos y demócratas, ya estará en competencia hacia las elecciones presidenciales.

A ello se suma que en ese ámbito lo que antes se denominaba el Plan Colombia terminará en rubros aislados del presupuesto norteamericano, como cuentas de cuantías inferiores a las de los últimos años y en una especie de fiducia, donde el control norteamericano será obviamente superior por tratarse de presupuesto directo.

Volviendo al TLC, su firma está pues definitivamente en suspenso. Frente a ello, y la inhábil negociación colombiana, la nación tendrá que rogar la prórroga de las preferencias del Atpdea. Fue lo que pasó con El Salvador, que no fue capaz de firmar el TLC en los tiempos racionales, y por lo tanto hubo de recurrir al mismo mecanismo. Equiparados a las naciones centroamericanas, el país quedará inmerso en el mismo escenario de súplica. Así las cosas, cuando ya en el mundo y en el mismo Estados Unidos comienzan a pasar de moda los tratados comerciales bilaterales, Colombia, como siempre, se vestirá a la penúltima moda económica. Y eso que todavía ni siquiera se ha debatido el asunto en el Congreso colombiano.

Editorial de El Nuevo Siglo
Colombia, Miércoles 13 de Septiembre de 2006


 source: