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Aprendizajes de las luchas contra los TLCs

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Aprendizajes de las luchas contra los TLCs

bilaterals.org, BIOTHAI y GRAIN
Diciembre de 2007

A pesar de la exclusividad y diversidad que presentan las numerosas luchas contra los tratados bilaterales de libre comercio e inversión, es posible encontrar una serie de elementos en común. [1]

  • Los TLC y los tratados de inversión son parte de una estrategia de “divide y vencerás” por parte de las élites económicas y políticas que buscan nuevos aliados, nuevos mercados y mayor poder y control. Esto a menudo fuerza a la gente a luchar contra negociaciones y acuerdos específicos, en los que participan dos gobiernos (o, en el caso de TLC subregionales o interregionales, algunos más). Es posible que el resultado sea la creación de movimientos fragmentados y aislados, aun cuando los acuerdos en sí sean muy similares.
  • Los TLC abarcan y tienen efectos sobre tantos aspectos que suele haber una tendencia a la formación de coaliciones nacionales que provienen de varios sectores : agricultores, trabajadores del sector público, pueblos indígenas, pescadores tradicionales, artistas, científicos, iglesias, trabajadores de los medios de difusión, gente con VIH/SIDA, maestros, mujeres, estudiantes universitarios y académicos, políticos y otros.
  • El sigilo de las negociaciones bilaterales en materia de comercio e inversión distorsiona los procesos democráticos nacionales y a menudo provoca problemas políticos internos relacionados con la inconstitucionalidad de los acuerdos, con quién tiene autoridad para aprobarlos, con la jurisdicción de los tribunales, con las consecuencias para los gobiernos locales.
  • En muchos casos, la adopción o el rechazo de un TLC se convierte en una cuestión nacional electoral (por ejemplo Perú, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Australia). En algunos casos ha formado parte de movimientos para deponer a dirigentes nacionales (por ejemplo, Thaksin en Tailandia o Gutiérrez en Ecuador).

Desafíos de las campañas y procesos para parar los TLC

De las distintas luchas contra los TLC surgen una serie de desafíos importantes.

Resistir vs participar : si bien muchas personas comparten la idea común de que los TLC son esencialmente un instrumento para expandir el neoliberalismo, algunas ONG y otros grupos que participan en campañas contra los TLC a menudo adoptan un criterio reformista. En algunos países, representantes de ONG u otros grupos de la “sociedad civil” participan en equipos de negociaciones, asesoran a los gobiernos en cuanto a las “mejores” condiciones que se pueden lograr, cabildean para excluir o incluir tal o cual elemento, y así sucesivamente. Esto no es exclusivo de las luchas contra los TLC o las políticas comerciales, pero puede considerarse que debilita los movimientos más amplios que buscan un cambio social, en la medida que atenúa la resistencia y conduce a la cooptación.

Si eliges constantemente el menor de dos males,
igual eliges el mal
— Jerry Garcia, músico [2]

“Alternativas” : en numerosas campañas y luchas contra los TLC, los activistas se enfrentan a la pregunta “¿Cuál es tu alternativa ?”, formulada especialmente por los gobiernos, que se sienten afectados por el cuestionamiento que le hacen los movimientos sociales. [3] Para quienes entienden que el propósito general de un TLC es incrementar el dominio y el control de, digamos, Washington y las transnacionales estadounidenses sobre sus países, esta pregunta tiene poco sentido : ¿por qué las organizaciones populares van a considerar que es necesario proponer una ruta alternativa a este objetivo ? Para otras personas, poder formular relaciones comerciales o de inversión alternativas -más justas o más beneficiosas- con potencias como Estados Unidos o la Unión Europea es fundamental para la credibilidad, la dirección y el propósito de los movimientos populares. A menudo las actitudes hacia las “alternativas” suelen reducirse a si uno cree que es posible lograr la justicia social dentro del neoliberalismo o bajo la opresión del capitalismo. Para algunos no parece haber necesidad de salir de este marco -o como alguna gente lamenta, no tenemos otro marco así que hay que seguir con lo que tenemos. Para otros no hay alternativa dentro de este marco y debemos encontrar otro distinto. En suma, el viejo dilema de “reforma o revolución” está muy presente en el activismo social de hoy contra los TLC.

Integración regional : los gobiernos del Sur han intentado durante mucho tiempo formar bloques para contrarrestar el peso de las ex potencias colonialistas y buscar sus propias estrategias de “desarrollo” en cooperación con los países vecinos. Actualmente, la integración regional se ha convertido en una forma idealizada de contrarrestar la presión de los TLC de las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. La elección de dirigentes supuestamente progresistas en varios países de América Latina, y en especial el papel activo de Hugo Chávez, ha iniciado, no solamente entre los gobiernos sino también entre las ONG y otros grupos, una ola de renovado interés por forjar vínculos entre países latinoamericanos como forma de avanzar. Ideológicamente, gran parte del discurso de los dirigentes habla de construir nuevas relaciones comerciales basadas en la complementariedad más que en la competencia. En la práctica, muchos de esos proyectos son acuerdos de gigantescos grupos comerciales nuevos liderados por capitales “latinoamericanos”. Parece ser el mismo viejo programa de expansión agroindustrial, concesiones mineras, autopistas y acuerdos de telecomunicaciones, el reciclaje de petrodólares o la fiebre de los agrocombustibles, pero esta vez liderados por las élites de la región, sean públicas o privadas. En subregiones de África, Asia y entre los nuevos gigantes del Sur, como es el caso de la alianza India-Brasil-Sudáfrica, el destello de los acuerdos comerciales Sur-Sur se usa como salida para promover la independencia con respecto al Norte. [4] Hasta ahora, el componente “popular” de esta oleada de integración regional ha resultado escurridizo, verticalista o directamente inexistente. Pero numerosas ONG y otros grupos están intrigados por la promesa que la cooperación Sur-Sur ofrece para contrarrestar las relaciones imperialistas inherentes a los TLC Norte-Sur. Sin embargo, esto plantea un problema recurrente : la relación entre Estados y pueblos. Actualmente, dejando de lado la retórica, no hay prácticamente un solo Estado que no esté penetrado por valores neoliberales.

Algunas lecciones claves

Sería imposible resumir todo lo que se ha aprendido de los años de luchas populares contra los TLC y los acuerdos de inversión en todo el mundo. Sin embargo, es posible destacar algunos aspectos importantes.

1. La lucha contra los TLC es una lucha contra el neoliberalismo. Los tratados bilaterales de libre comercio e inversión son tan sólo una cara del capitalismo y el imperialismo contemporáneos, que avanzan a través de distintos medios a escala local, nacional, regional y mundial. El alcance de numerosos TLC, que afectan tantas facetas de nuestras sociedades y economías, y la naturaleza multisectorial y diversa de numerosas luchas contra los TLC, son testimonio de esta dinámica. Las experiencias de Corea y de numerosos países latinoamericanos son una muestra de que los TLC y los tratados de inversión no son meros pactos comerciales sino instrumentos estructurales de un “cambio de régimen” general que aspira a consolidar una base muy profunda para establecer nuevas relaciones de poder en sus países. Esas relaciones no son tan sólo económicas sino que reformulan las normas de manera que las transnacionales puedan hacer lo que quieran, toda vez que lo quieran. También son relaciones geopolíticas, que empujan a los países a luchas mucho más grandes entre los Estados por el poder y la influencia, se trate de hegemonías antiguas o incipientes.

2. Superar criterios fragmentarios. En la lucha contra los TLC y los tratados de inversión, deberíamos tener cautela con los criterios que tienden a fragmentar o burocratizar los análisis o las luchas. Puede resultar tentador enmarcar las campañas contra los TLC dentro de las condiciones que establecen los propios acuerdos. Pero en ese caso se puede pasar por alto la amenaza subyacente que plantea la totalidad del acuerdo. Las ONG suelen tender a enfocar su trabajo y sus campañas en “cuestiones” definidas de manera restringida. Esa compartimentación puede llevar a posiciones que argumentan que enmendar una determinada estipulación de un TLC constituye una victoria. O puede conducir a cuestionamientos del proceso de las negociaciones comerciales por considerarlo antidemocrático si requiere que se escuche solamente a ciertas ONG o grupos sectoriales, en lugar de centrarse en las injusticias fundamentales del contenido de esos acuerdos. De manera similar, la burocratización de las luchas populares puede provocar rápidamente un debilitamiento de la resistencia y alentar una forma de pragmatismo ideológico por parte de las ONG y los sindicatos más grandes que sea fácilmente cooptado por los gobiernos y el sector empresarial.

3. Nuevos significados de lo público y lo privado. Numerosas luchas sociales contra los TLC apuntan, de una u otra forma, al Estado o a las instituciones estatales. Después de todo, son los gobiernos los que firman los TLC. Politizar las acciones del Estado con relación a la firma de tratados internacionales es una forma de elevar la conciencia pública y movilizar a la gente contra esos acuerdos. Pero los movimientos populares contra los TLC a menudo plantean y defienden una noción de “soberanía” contra la nueva ola de privatización y profundización de la integración con el capital transnacional que prometen esos acuerdos. De manera similar, siempre aparecen acciones dirigidas a defender las constituciones nacionales, que las utilizan como cierto tipo de prueba de fuego para lo que sería un juego limpio en el proceso de un TLC, o para bloquear o modificar determinadas disposiciones. Pero habría que preguntarse : ¿quién es el Estado ? ¿de qué tipo de soberanía hablamos ? ¿quién defiende o representa los intereses públicos ? ¿para quién está trabajando realmente el gobierno ? Si Corea, por ejemplo, realmente debería ser llamada la República de Samsung, como dicen los activistas contra el TLC de ahí, ¿a qué nos enfrentamos ? Los Estados nunca han permanecido fuera del capitalismo. Son actores claves, y la línea entre los intereses de los Estados y el sector privado está tan difusa que es difícil considerarlos separados. La transnacionalización del capital y el surgimiento actual de nuevos y poderosos imperios empresariales en países como China, Brasil, México, Singapur o India ponen aún más en tela de juicio nuestra percepción de quiénes luchan realmente contra los TLC y por qué. Numerosas experiencias de resistencia a los TLC ilustran que el Estado no es “el pueblo” sino más bien un instrumento de las élites de poder, del capital nacional o extranjero o de intereses políticos. Además, las empresas que procuran beneficiarse con los TLC no son tan sólo estadounidenses o japonesas ; cada vez más son transnacionales del “Tercer Mundo” deseosas de ampliar el control de sus mercados y los márgenes de ganancia. Los zapatistas nos enseñaron a adoptar una posición crítica con relación al Estado cuando entró en vigor el TLCAN (o NAFTA, por sus siglas en inglés). Quince años más tarde, numerosos movimientos de resistencia al neoliberalismo continúan tratando de resolver las tensiones que aparecen en torno al poder y los grupos estatales.

4. Con base en las luchas locales. Las luchas contra los TLC subrayan la importancia de la resistencia cuando ésta se asienta firmemente en los contextos locales y nacionales, pero se conecta con perspectivas regionales y mundiales. Enmarcar los TLC en contextos bilaterales, regionales o subregionales por no hablar la plétora de nombres diferentes que se les dan (Acuerdos de Cooperación Económica) puede desviar la atención del panorama mayor, ya sea en el contexto de tratados Norte-Sur o Sur-Sur. Las estrategias que surgen de una fuerte organización local son las que tienen mayor capacidad para mapear el terreno de la lucha, identificar los actores locales e internacionales clave que impulsan acuerdos específicos (y disposiciones específicas de los acuerdos), conocer sus puntos débiles, sus historias, sus modos de actuar y cómo se conectan, y oponerse, exponer y cuestionar a quienes impulsan los TLC y sus estrategias. Junto con esto, los análisis políticos técnicos deben informar y estar conectados a las realidades de las luchas populares, y no al revés. Esas formas de conocimiento son cada vez más importantes como recursos para otros movimientos que se enfrentan a las mismas estrategias y actores en distintas partes del mundo.

5. Evitar el escollo de la cooptación. Los gobiernos, las empresas y algunas organizaciones llamadas de la “sociedad civil” que básicamente están a favor del libre mercado, han aprendido de campañas anteriores contra el poder empresarial, los programas de ajuste estructural y los acuerdos de libre comercio e inversión. Procuran evitar la confrontación y mantener el control de los parámetros de la conciencia pública sobre esos acuerdos. Cada vez más utilizan el lenguaje, la estrategia y las tácticas del “diálogo”, la “consulta” y la “participación” para socavar -y dividir y vencer- a quienes se oponen a los TLC. Esos procesos se designan con frecuencia como válvulas de escape que permiten que críticas “responsables” o “constructivas” aflojen el vapor, y marginan -y muy a menudo criminalizan- a los oponentes más militantes o críticos. Sirven para dar legitimidad a procesos básicamente injustos y antidemocráticos y para enmascarar la influencia desproporcionada de las transnacionales y las élites nacionales en la imposición de esos acuerdos. Al combatir tales métodos, los grupos pueden dirigir la atención a las relaciones de poder desiguales que subyacen en los TLC, y a la fragilidad de los argumentos a favor de regímenes capitalistas neoliberales. En varias luchas contra los TLC se han denunciado las tentativas del Estado y las grandes empresas por limitar los términos del debate, y los movimientos han enmarcado sus luchas en sus propias plataformas, y no en el espacio restringido por el montaje de una “consulta con la sociedad civil”.

6. La lucha post-TLC. Si entendemos la lucha contra los TLC como una lucha contra los nuevos instrumentos de procesos mucho más antiguos de invasión capitalista e imperialista, entonces sabemos que la lucha no termina cuando se firma o entra en vigor un TLC. Los TLC a menudo apuntan a avanzar y consolidar modelos económicos y políticos del neoliberalismo extremo, y en la mayoría de los países hay numerosas luchas en curso contra tales políticas -tales como la lucha por el acceso al agua, por una atención de la salud y una educación públicas, por una reforma agraria genuina, por el acceso a medicamentos a precios módicos, o contra la penetración de la empresas y la privatización de la biodiversidad agrícola. Esas luchas son a largo plazo y no finalizan cuando un gobierno adopta un TLC. La experiencia de México es bastante clara al respecto. El TLCAN se sigue aplicando y desarrollando ; no es tan sólo un trozo de papel. Con los años, los agricultores, trabajadores textiles, comunidades indígenas, grupos políticos y de otro tipo de México, en lugar de adaptarse han continuado la lucha y la han llevado a nuevos niveles en un contexto agravado de pobreza y pérdida de soberanía. La experiencia de Costa Rica demuestra que la lucha contra los TLC a través de procesos nacionales amplios puede mostrar la dimensión y profundidad que da lugar a nuevas formas de solidaridad y poder popular en el largo plazo. Además, los efectos de los TLC y los Tratados de Inversión se expanden no solamente a través de una aplicación progresiva sino también a través de sucesivas interpretaciones que brindan una protección aun mayor a los intereses del gran capital. Esto resulta especialmente claro con las disposiciones de los TLC de la Unión Europea, que son abiertos y vagos y están sujetos a “interpretación” cada tres o cinco años. Ésta es otra razón por la cual la lucha contra esos acuerdos debe continuar.

7. Aprovechar las contradicciones. Sin minimizar los poderes que se oponen a los movimientos sociales que luchan contra los TLC, es importante reconocer y politizar las contradicciones que existen entre las fuerzas que hay detrás de estos acuerdos. Los Estados y los intereses comerciales están cargados de contradicciones y son más frágiles de lo que parecen. Es fácil ver la globalización neoliberal como una fuerza imparable que se mueve en una sola dirección. Pero en las geografías y argumentaciones de las distintas fuerzas que impulsan los TLC hay muchas realidades contradictorias y a veces en conflicto, que pueden adoptar la forma de desacuerdos entre los ministerios u organismos gubernamentales con relación a las partes de un acuerdo. Esas contradicciones pueden aparecer en la competencia entre las transnacionales por los mercados, el acceso a los recursos o las garantías de las inversiones. Hay conflictos entre grupos comerciales y gobiernos sobre la primacía de los intereses empresariales versus los llamados aspectos de seguridad nacional. De igual forma, mucho se ha hecho por resaltar las disparidades entre los supuestos beneficios de los acuerdos y sus impactos reales. Las fuerzas sociales pueden resaltar más esas contradicciones y utilizarlas más.

8. La necesidad de aprender mutuamente. Los tratados bilaterales de libre comercio e inversión siembran divisiones deliberadamente. Uno de los ejemplos más importantes de esto es la división entre los pueblos de ambas partes de los países directamente afectados por un determinado TLC. Otro es la división entre las luchas contra los TLC en diferentes países. Es necesario hacer mucho más para zanjar esas diferencias. La gente de Tailandia, por ejemplo, se movilizó contra el TLC entre Tailandia y China cuando quedó claro el daño que causaría a los agricultores tailandeses, especialmente a los productores de frutas y de ajo en el norte del país. Pero la realidad de la lucha adoptó una dimensión diferente cuando fueron a China y hablaron con los agricultores de ajo de allí. Contrariamente a lo que se imaginaron, el TLC, que había dejado en bancarrota a muchos productores de ajo tailandeses, no benefició en nada a los productores de ajo chinos. Fueron los intermediarios, los comerciantes, quienes hicieron dinero. Tenemos que compartir experiencias, aprender mutuamente de manera más profunda y construir frentes de acción comunes. Lo mismo se cumple a escala mundial. América Latina tuvo la mala suerte de ser la vanguardia de la lucha contra los TLC por la agresividad de Estados Unidos en lo que considera su patio trasero. Mucha gente de otras partes del mundo ha aprendido enormemente de los movimientos latinoamericanos y está dispuesta a aprender más de ellos. Necesitamos intensificar este aprendizaje -desde la base, no desde las élites- para fortalecer la lucha. Mucho se ha compartido en términos de historias y análisis, comprensión de los impactos y las situaciones. Pero todavía no lo suficiente en el trabajo real y la lucha conjunta, sea a través de la frontera Tailandia-China como de los pueblos de Perú y Senegal en la lucha en común.

Hacia delante

Los acuerdos de libre comercio e inversión, y el Estado, el sector privado y otros actores que los promueven, deben ser analizados críticamente y cuestionados en los contextos nacional, regional e internacional. Para situar este trabajo es necesario comprender la naturaleza de la reestructuración capitalista, las historias de colonialismo e imperialismo, así como el cambio de las prioridades geopolíticas de los actores estatales y empresariales. En la creación de una estrategia contra los TLC podemos aprender de los recursos conceptuales y las estrategias de historias antiguas de resistencia a otras formas de imperialismo -luchas locales contra la privatización, movimientos antibélicos, movimientos feministas, luchas de pueblos indígenas por la autodeterminación, resistencia a los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y el FMI u oposición a la OMC. Si bien todos esos procesos están interrelacionados y tienen sus propias características específicas, los movimientos de resistencia a los TLC deben confrontar a todo el sistema general que subyace por debajo de todos ellos.

En las luchas contra los TLC, también debemos estar más alertas a las amenazas invisibles planteadas por diversas formas de liberalización financiera y el surgimiento de instrumentos financieros relativamente nuevos, en un contexto en que gran parte de la economía mundial se convierte cada vez más en una economía financiera. Actualmente la movilidad del capital es enorme y crece cada vez más a través de la liberalización financiera. Esto hace que para los movimientos sociales sea más difícil rastrear y dejar al descubierto las estructuras de la propiedad y el control empresarial. Numerosos TLC, como el de Estados Unidos-Chile, atacan abiertamente los controles de capital donde éstos existan. Y el TLCCA (o CAFTA por sus siglas en inglés) se aparta radicalmente de acuerdos anteriores, como el TLCAN, aplicando normas de inversión estadounidenses a la deuda soberana, lo que supone una grave amenaza a la capacidad de los países centroamericanos de evitar o hacer frente a las crisis financieras. [5]

Los TLC pueden ser instrumentos potentes y eficientes para imponer el poder de las transnacionales junto con los intereses geopolíticos y de otro tipo, de los gobiernos. La guerra tercerizada, la ocupación y el programa de reestructuración en Irak del gobierno de Bush es un claro ejemplo de esto, vinculado como está con las políticas agresivas de libre comercio e inversión de Washington en el mundo árabe, que apunta a lograr la “normalización” de las relaciones de la región con Israel. Las principales potencias -el Estado y las empresas trabajando juntos muy estrechamente, sea en Beijing o en Bruselas- utilizan los TLC como fórmula para rehacer el mundo en nuevas o renovadas esferas de influencia. De manera que mientras cuestionamos críticamente a “nuestros” gobiernos por los tratados de libre comercio, no podemos depender de su voluntad política para detenerlos. Por el contrario, numerosas luchas populares contra los TLC han puesto en cuestionamiento los modelos “democráticos” occidentales de gobierno, demostrando que esas democracias son meramente formales. Esto nos enfrenta cada vez más al desafío de cómo construir otros órdenes sociales. Debemos construir un contrapoder tanto de los Estados como del capital empresarial a través de la consolidación, el fortalecimiento y la ampliación de los movimientos populares. Para que eso tenga éxito necesitamos trabajar más juntos y construir relaciones más estrechas entre los movimientos populares en la lucha contra el neoliberalismo -comenzando desde la base.

Notes:

[1Un análisis más amplio y colectivo de similaridades y diferencias entre las luchas : “Fighting FTAs : workshop summary report”, (en ingles) septiembre de 2006, http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=5803

[2Cita que figura en la firma de correo electrónico de alguien que participa en la lucha contra el TLCAN (o NAFTA) en México.

[3La Comisión Europea adopta una actitud aun más defensiva cuando afirma una y otra vez que “no hay alternativa” a los Acuerdos de Cooperación Económica que trata de imponer en los Estados de África, el Caribe y el Pacífico.

[4Los acuerdos comerciales -desde empresas conjuntas a contratos de inversión directa- se complementan con una gran cantidad de préstamos preferenciales, programas de ayuda y otras medidas financieras. ¡Pronto veremos el surgimiento de una industria filantrópica Sur-Sur !

[5La deuda soberana se refiere a los bonos, préstamos y otros títulos emitidos o garantizados por los gobiernos nacionales.


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