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Colombia: Los aportes de un tratado

Opinión

Colombia: Los aportes de un tratado
Diccionario post-TLC

Por: Helena Villamizar García-Herreros (EL NUEVO SIGLO)

Fecha: 27/02/2006

El TLC con Estados Unidos no sólo significará la sustitución de la Constitución Política colombiana por un nuevo marco de reglas y disciplinas a favor de los intereses norteamericanos, sino que, además, su negociación nos ha dejado creativos “aportes” al idioma español. En efecto, las declaraciones oficiales sobre el cierre de las distintas mesas y los “avances” en la negociación, demuestran que muchas palabras se han enriquecido con nuevas acepciones. Es tan sorprendente y novedoso el “valor agregado” por este Tratado a nuestro lenguaje, que la utilización de ciertas palabras puede expresar ahora un significado, un concepto totalmente opuesto a los hasta ahora reconocidos, es decir, su antónimo. Algunas declaraciones y comunicados oficiales son útiles para entender esta innovación idiomática originada en las negociaciones del TLC.

Al respecto las declaraciones del presidente Uribe resultan espléndidas en aportes de nuevos y sorprendentes significados al idioma. Así, por ejemplo, ante el anuncio del fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que ratificó la medida cautelar que ordena al gobierno abstenerse de suscribir el TLC en aspectos que lesionan los derechos colectivos de los colombianos, el presidente Uribe declaró: “Yo digo: por eso estamos aquí preservando esos derechos. A quién se le ocurre que el gobierno pueda estar en una negociación de esta envergadura si no fuera con el único propósito de favorecer los más nobles intereses de los colombianos”.

¿Será que los siguientes actos gubernamentales benefician a los colombianos?: 1) ratificar en el TLC la entrega, efectuada mediante el decreto 2085 del 2002, de los intereses de la salud; 2) ampliar, -según establecen las propias proyecciones oficiales-, el déficit fiscal y externo mediante rebajas arancelarias y desregulaciones a los bienes y servicios de USA incluidos productos agrícolas altamente subsidiados, arruinando así el campo y la cadena agroindustrial colombiana; 3) anunciar ampliaciones del IVA a servicios y arrendamientos, incluyendo a los sectores más pobres, para llenar el hueco fiscal al tiempo que se regala al “gran socio” la cuantiosa rebaja arancelaria; 4) crear subsidios para compensar las pérdidas de algunos de los sectores afectados por el TLC distrayendo recursos de otros fines prioritarios para abrirle mercado al gran país del Norte; 5) imponer nuevos impuestos a los colombianos para sufragar dichos gastos compensatorios de algunos daños del TLC. ¿Será que estas y muchas otras acciones “favorecen los más nobles intereses de los colombianos”? Si la creatividad gubernamental no estuviera introduciendo nuevas acepciones a ciertas palabras, las declaraciones presidenciales ameritarían una gran fe de erratas que aclare: “donde dice “favorecen” debe decir “lesionan” y donde dice “preservando esos derechos” debe decir “entregando los derechos” y más altos intereses de los colombianos.

Y dichas cesiones que se extienden a todos los campos de la vida nacional se anuncian al país con una tergiversación del idioma digna del récord Guiness. ¿Será que por haber negociado en inglés olvidaron el significado de las palabras en español y consignaron en los comunicados los antónimos? El anuncio del Ministerio de Comercio Exterior “Cerró la mesa de Inversión”, publicado en Internet, contiene valiosos ejemplos. Entre otras cosas dice: “El capítulo reconoce y mantiene la aplicación de nuestros principios constitucionales en materias relacionadas con el orden público, el establecimiento de monopolios como arbitrios rentísticos y la autonomía del Banco de la República, entre otros”. Los términos “reconoce” y “mantiene” han adquirido así una nueva significación: desconocer, violar, entregar, eliminar, sepultar, etc. Pues si la Constitución permite mantener medidas a los controles a los capitales a discreción de las autoridades del país, resulta evidente que al imponerle a dichas facultades estrechos límites temporales y cualitativos, la lengua española no permite utilizar las palabras “mantiene” o “reconoce” la autonomía, a menos que el citado vocablo sufra una verdadera transmutación en su contenido; es decir, que exprese exactamente lo contrario, esto es: desconocer, violar, limitar, vulnerar, lesionar etc. ¿O acaso el viaje del presidente Uribe a Washington logró que Estados Unidos olvidara su pretensión de eliminar los controles a los capitales por más de un año en Colombia y sus ambiciones de reconocer como “expropiación indirecta” las medidas que afecten las expectativas de ganancias de sus inversionistas, las cuales cobijan inclusive los ámbitos de acción del Banco de la República, tributario, ambiental, social, etc., garantías que por lo demás cubren también a inversiones no realizadas o simples expectativas de inversión?. Esto es, ¿logró el gobierno al cerrar la mesa de Inversión en Washington suprimir de los textos del Tratado “la expropiación indirecta y el preestablecimiento? Nada de ello es cierto.

Dice además el citado comunicado “Igualmente, respeta las condiciones que nuestra normatividad vigente establece para la inversión extranjera”. Este caso nuevamente agrega paradójicas acepciones al idioma. En adelante el término “respeta”, según el particular diccionario de este Ministerio, también significa irrespetar, eliminar, burlar, desconocer, lesionar, etc. ¿A cuáles aspectos fundamentales de nuestra normatividad se refiere el comunicado cuando dice “se respetan”? ¿En dicho Acuerdo se preservaron por ejemplo, las facultades que otorga la Ley 2080 de 2000 al Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, para definir en qué sectores se permite la inversión extranjera? ¿O se eliminó la prohibición de imponer requisitos de desempeño a la inversión estadounidense, prohibición que no está contenida en la Constitución Política de Colombia, como en cambio si lo hace este oprobioso Tratado? ¿O se suprimieron la “expropiación indirecta” y el preestablecimiento que tampoco existen en la Constitución y los anteriores Tratados firmados por Colombia?

Los anuncios y comunicados oficiales sobre los resultados de lo negociado en el TLC no logran engañar al país; prueba de ello es el creciente rechazo de los colombianos a este lesivo tratado.


 source: ArgenPress