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Colombia : TLC con Panamá

Colombia : TLC con Panamá

Por Andrés Espinosa Fenwarth, noviembre 2010

Las negociaciones comerciales internacionales se rigen por el principio según el cual nada está acordado hasta que todo esté acordado. Esta es la regla de oro que se aplica en la Organización Mundial de Comercio (OMC), la madre de todas las negociaciones comerciales con sede en Ginebra, Suiza.

No es inusual que en negociaciones complejas y temas sensibles como los que componen la agenda de negociones del TLC con Panamá, país con el cual mantenemos estrechos lazos de amistad y excelentes relaciones diplomáticas desde hace décadas, puedan frustrarse en la mesa de negociaciones como ocurrió a mediados de la semana pasada en la sede oficial del Hotel Marriot de esa ciudad.

De un lado, el comunicado del Gobierno colombiano afirmó que “Colombia tiene intereses claros en este Tratado en las áreas de acceso al mercado de nuestras exportaciones agrícolas e industriales, así como en materia de facilitación de comercio y asistencia aduanera, sobre lo cual aún no se han alcanzado los resultados esperados”.

Del otro, Gobierno panameño indicó que “tomo la decisión de comunicar…a nuestros colegas de Colombia que consideraban oportuno y pertinente en este momento, en este estado de la negociación, suspender el proceso”. A renglón seguido aclaró que “el avance…no genera, de cara al viernes que debe ser el cierre, un balance, un escenario que pudiera justificarnos hablar de cierre”.

De lo anterior se colige que el meollo de la suspensión de la negociación atribuible a Panamá, sin fecha prevista para su reanudación, tiene que ver con los intereses ofensivos de ambos países en agricultura e industria y los asuntos aduaneros, que en este caso se relacionan con la Zona libre de Colón.

La realidad es que Panamá pretendía desatender nuestras solicitudes de acceso a nuestras exportaciones a cambio de la aceptación de las suyas, ecuación desequilibrada que contradice otro principio de negociación según el cual nadie entra en una negociación para salir peor que como entro.

A lo anterior se suma el trato discriminatorio impuesto por la autoridad sanitaria panameña a nuestros exportadores de alimentos, que por el solo hecho de ser colombianos no son elegibles para evaluar su admisibilidad sanitaria, requerimiento sin el cual exportar alimentos a Panamá es una misión imposible.

En materia aduanera, es posible que el trasfondo de lo ocurrido tenga relación con la disputa comercial adelantada exitosamente por Panamá en la OMC hace tres años, relacionada con las restricciones discriminatorias que el Gobierno de Colombia impuso al comercio de textiles y calzado exportados desde la Zona Libre de Colón, que obligó a los importadores colombianos a ingresar estos productos por el aeropuerto de Bogotá y el puerto de Barranquilla.

La controversia incluyó también las prácticas de la época de precios indicativos aplicados por Colombia a ciertas importaciones procedentes de Panamá, que también fueron reprobadas por el grupo especial que abordó la disputa. Colombia no pudo entonces comprobar que estas medidas eran necesarias para combatir el contrabando y la subfacturación, caso en el cual calificarían como excepciones permitidas por la OMC.

En ocasiones como esta, por amargo que sea, suspender las negociaciones es el único camino para salvaguardar los intereses nacionales.

Fuente : Portafolio


 source: Portafolio.com.co