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La victoria demócrata y la firma del TLC

Durante la negociación del TLC, así diga el gobierno de Uribe que tuvo un enfoque bipartidista, de tratar tanto con republicanos como demócratas, lo cierto es que aceptó a regañadientes incluir el capítulo ambiental y laboral que era una exigencia de los demócratas estadounidenses y se refirió reiteradamente (como una velada forma de atacar a los demócratas) al temor de que los enfoques proteccionistas estaban ganando terreno en EEUU y que los tratados estaban pasando de moda.

Por otra parte, nada en el gobierno de Uribe indica que tenga deseos de proteger los derechos de los trabajadores, incluyendo su derecho a la vida y a unos ingresos dignos. Uribe ha sido un paladín de las reformas laborales regresivas que han deteriorado las condiciones laborales y bajo su gobierno el desempleo y la informalidad han llegado a niveles record. En materia ambiental la situación no es mejor. Los sucesivos intentos de privatizar los parques nacionales, entregar el agua, los bosques y los páramos a las multinacionales, reflejan que en el medio ambiente el gobierno sólo ve la oportunidad de hacer negocios y atraer inversión extranjera.

Por esas razones, el gobierno de Uribe se desesperó cuando vio que con la victoria de los demócratas en EEUU podrían llegarle nuevas exigencias en materia laboral, ambiental e incluso en derechos humanos.

El reciente viaje de Uribe muestra una faceta bastante ridícula de este proceso, el gobierno consiguiendo citas a cualquier precio con cualquier político demócrata para rogar que se renueven las preferencias del ATPDEA, se apruebe el TLC y se financie el Plan Colombia. Los demócratas respondieron con sus preguntas, exigencias y condicionamientos, señalando que ellos también tienen una agenda para Colombia. La conclusión era previsible. El tema de Colombia no tiene prioridad en el Congreso de EEUU, e incluso muchos políticos de Washington pensarán que con los escándalos recientes en el gobierno colombiano, esta clase de amigos no conviene.

No basta la tozudez del primer mandatario colombiano, para acelerar el proceso, será inútil que organice peregrinaciones semanales. El signo de los tiempos es que para lograr el TLC, tendrá que arrodillarse más y durante más tiempo y que de pronto después de junio del año entrante el Congreso norteamericano lo debata.

La firma que se quiere hacer el 22 de noviembre es apenas el triste símbolo de la traición al interés nacional hecha por este gobierno y la evidencia de que el TLC fue “negociado” más en función de la creencia dogmática en doctrinas neoliberales que están pasando de moda por su inutilidad, que en función del interés nacional.

Al movimiento popular le corresponde aprovechar estas circunstancias y arreciar la protesta.


 source: Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA, Recalca