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Los demócratas y los TLC

Hernán Pérez Loose | perez@eluniverso.com, 29-5-07

Cuando el partido Demócrata ganó las últimas elecciones legislativas en los Estados Unidos, pasando a controlar la Cámara de Representantes del Congreso, muchos en Washington dieron por descontado que la política de la administración Bush de negociar tratados bilaterales de libre comercio (TLC) iba a naufragar. Este era uno de los varios asuntos (la guerra en Iraq, la reforma tributaria, el medio ambiente, etcétera) en que las diferencias entre Bush y los demócratas parecían irreconciliables.

Con el correr de las semanas se confirmó esta visión pesimista. Las relaciones se volvieron cada vez más tirantes. Los acuerdos comerciales a los que había llegado la administración Bush con Panamá, Colombia, Perú y, casi al último minuto, con Corea del Sur parecían que iban a quedar a la cola de las prioridades del nuevo Congreso. La posición de la ahora mayoría era la misma de antes. Estos tratados dan una ventaja desleal a los otros países al no exigir estándares laborales y de protección ambiental lo suficientemente rigurosos, fomentando así fuga de empleo al exterior. Para los más radicales, los convenios se habían convertido en simples escudos de las empresas multinacionales y poco se ocupaban del desarrollo de las economías anfitrionas.

Pero a mediados de mayo las cosas cambiaron. La Casa Blanca y los líderes demócratas anunciaron sorpresivamente que habían llegado a un acuerdo bipartidista. Los TLC volvían a tener prioridad. Las partes habían flexibilizado sus posiciones. Se reconoció la necesidad de elevar los estándares laborales y medioambientales, pero no a niveles extremos. Se encontró también un compromiso con respecto a la excesiva protección de los farmacéuticos. En materia de inversión extranjera hubo importantes clarificaciones. En fin, se logró algo que parecía imposible.

Los convenios con Perú y Panamá coinciden con la posición demócrata, por lo que no tendrían problemas en ser ratificados en septiembre. En el caso de Corea habrá que hacer un ajuste en el generoso acceso que los negociadores le dieron a su industria automotriz. Colombia, con no buena imagen en el Congreso norteamericano y con un mal récord en protección a sindicatos, podría tener algo de problemas, pero lo más probable es que luego de enmendarlo también sea ratificado.

Un escenario realista es que para fines de este año estemos rodeados de vecinos comerciales (Perú, Colombia, Panamá) con TLC con Estados Unidos. A ellos habría que sumar Centroamérica con su Cafta. Por su lado, Chile, con el liderazgo del socialista Lagos, suscribió uno años atrás, el mismo que ha tenido un impacto formidable en su economía.

En su reciente informe anual, la presidenta Bachelet, también socialista, anunció su objetivo de convertir a Chile en la potencia empresarial de la región.

Aunque el acuerdo demócrata-republicano no incluyó Doha, la presente atmósfera de optimismo hace pensar en una extensión de la fast track al presidente Bush, que vence el 30 de junio; pero únicamente para eso. Si el Atpdea es extendido sería para no dejar sin cobertura a Perú y Colombia hasta que sus tratados sean ratificados.


 source: El Universo