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Los TLCs, engendro de Washington para ampliar más la brecha entre ricos y pobres

28 de Julio de 2008

Los TLCs, engendro de Washington para ampliar más la brecha entre ricos y pobres

Astrid Barnet, Colaboradora de Rebelde

El debate en Costa Rica sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos entró en una nueva etapa tras el referéndum realizado el siete de octubre del 2007 y las protestas de junio pasado cuando grupos comunales, sindicales, académicos, políticos y empresariales colmaron las calles de San José para proclamar otro NO rotundo contra ese engendro comercial.

Hay que recordar que aunque en el referéndum se logró casi un empate en la votación es indiscutible que constituyó una victoria del movimiento popular teniendo en cuenta diversos aspectos como fueron, entre otros, que el 52% del voto a favor se redujo al 31% de la población votante, pues un 40% no acudió a las urnas; mientras el voto en contra fue mayor en tres de las siete provincias.

¿Cuáles son las expectativas? De inmediato, el Congreso del país centroamericano deberá aprobar una agenda de apertura de los servicios de telefonía, energía, agua y seguro social —controlados actualmente por el Estado—, para su privatización, lo cual conllevará a un alza de las tarifas; a la vez, el TLC permitirá la entrada libre de impuestos de productos agropecuarios procedentes de Estados Unidos que, al estar subsidiados por el Gobierno de ese país, supondrá el desplazamiento de sus trabajos de miles de trabajadores industriales y campesinos costarricenses.

Estos serían los primeros y principales impactos contra la economía y el comercio de la pequeña nación centroamericana. Lo que vendrá después el tiempo será el principal testigo y juez aunque, para muchos analistas, no se descarta se engendre un movimiento político, teniendo en cuenta que la oposición al TLC es fuerte y tiende a crecer cada día más.

Para Estados Unidos, principal impulsor de los TLC, Costa Rica representa una nación de múltiples prioridades comerciales e inversionistas, al poseer bajos índices de analfabetismo, pobreza y mortalidad infantil; ser rica en recursos naturales y marinos (el 36% de su territorio es área boscosa), muy bien protegidos, entre otras razones.

Un poco de historia acerca de los TLCs.

En innumerables ocasiones Bush habló acerca de la significación del CAFTA (por sus siglas en inglés y TLC EU-CA en castellano), “para la prosperidad económica y democracia del hemisferio”, y del “interés geopolítico que representa para Estados Unidos “.

Sin embargo, la idea vendida por Washington a los Gobiernos centroamericanos y a todos los sectores políticos, económicos y sociales de esos países con el fin de viabilizar la negociación y la ratificación del acuerdo constituye otra nueva estafa a los latinoamericanos, pues tanto el TLC como el ALCA están diseñados para favorecer a las grandes empresas transnacionales y a los sectores del gran capital centroamericano por lo que, definitivamente, los grandes perdedores son los pueblos centroamericanos.

El TLC representa mucho más que un instrumento para facilitar el intercambio de bienes y servicios. En ese sentido, los antecedentes inmediatos lo constituyen los procesos de ajuste económico estructural que se impulsaron principalmente en la década de los años 90 del siglo pasado por parte de los teóricos de la doctrina Neoliberal -opuestos a la intervención del Estado en las actividades económicas de un país—, con el objetivo de instaurar un nuevo modelo de acumulación del capital.

Con el fin de anular el papel del Estado se impulsaron los llamados programas de estabilización con el concurso del Fondo Monetario Internacional (FMI), sobre todo para obtener resultados a corto plazo y controlar los problemas de hiperinflación, la inestabilidad cambiaria e insolvencia ante la banca mundial y contener el déficit fiscal y comercial. En cambio, los programas de ajuste patrocinados por el Banco Mundial (BM) están orientados para una ejecución a largo plazo pues incluyen la modificación de la estructura económica de los países, lo que implica cambios en la legislación, procesos de privatización de los bienes y servicios del estado, además de asignarle un rol subsidiario y dejar en manos del mercado la función de administrador de los recursos.

De acuerdo a los teóricos del capital, los procesos de privatización continuarán, pues la liberalización de mercados es una necesidad de primer orden para las empresas transnacionales y los grandes capitalistas locales. En ese marco es que se considera que los tratados de libre comercio constituyen un escalón necesario y de impulso del Neoliberalismo, pese a que se ha demostrado que lo que ha generado es una mayor concentración de capital en detrimento de las mayorías que son cada vez más pobres.

El Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-Centroamérica son al mismo tiempo negociaciones anticipadas de carácter bilateral de los contenidos previstos en el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), por lo que Estados Unidos aprovecha la docilidad e incertidumbre de los gobiernos centroamericanos y de otras regiones latinoamericanas respecto al futuro de la globalización condenando al estancamiento el desarrollo de la región.

Centroamérica y el TLC

El proceso de ratificación del TLC de Centroamérica con Estados Unidos pasó por diversos momentos. Comenzó a partir de una aspiración de las administraciones centroamericanas desde que se suscribió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) NAFTA (por sus siglas en inglés), bajo la ilusión del libre acceso al mercado más grande del mundo pero, sobre todo, con la esperanza de atraer inversión extranjera para asegurar el éxito de la aventura neoliberal.

Los países de Centroamérica solicitaron en más de una ocasión el acceso al NAFTA, sin embargo, dichas solicitudes fueron denegadas sistemáticamente. Se planteó entonces la posibilidad de que los Gobiernos centroamericanos negociaran un TLC México-Centroamérica, al mismo tiempo se le planteó a Estados Unidos la ampliación de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC).

El 18 de mayo de 1999, tras los desastrosos daños del huracán Mitch, la Cámara de Representantes del Congreso aprobó el proyecto legislativo que extendería la ICC para la entrada al mercado norteamericano de productos textiles, atún enlatado, productos derivados del petróleo, y de cuero libres de aranceles.

La búsqueda del TLC EE.UU.-CA pasó del interés unilateral de los gobiernos centroamericanos a un interés compartido con Washington. Esto ocurrió cuando Washington encontró mayores dificultades para implementar sus propuestas en las negociaciones multilaterales en la Organización Mundial del Comercio (OMC), así como en el ámbito regional para negociar el ALCA.

A la necesidad política negociadora multilateral de la Casa Blanca, se agregó la facilidad con la que puede negociar ventajosamente con las pequeñas naciones centroamericanas, las que ya tenían homogenizado el sistema arancelario y no presentaron cuestionamientos importantes al problema de los subsidios a la agricultura.

Además, desde el punto de vista geográfico, se tendría una red de TLCs cubriendo el Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, es decir, medio continente. Se supone que esto facilitará el siguiente paso: los acuerdos comerciales con América del Sur.

Este proceso se ha impulsado de diferentes formas en Centroamérica. En el caso de Honduras, a finales de los años 80, producía 50 000 toneladas de maíz, además de obtener un millón de dólares anuales como nación exportadora. Diez años después ese país producía tan sólo 7 521 toneladas -un 86% menos-mientras que en el 2002 importaba de Estados Unidos unas 145 441 toneladas. Para Costa Rica expertos vaticinan que una avalancha de importaciones arroceras provocaría en corto plazo la ruina de los agricultores dedicados a ese cultivo debido a las asimetrías que existen entre Estados Unidos y esa nación; en El Salvador, el Tratado fue aprobado por acuerdo del partido oficialista ARENA y otros de derecha para atraerse a Estados Unidos. El TLCAN, en México, al permitir la entrada libre o a bajos impuestos de productos como el maíz y el fríjol procedentes de Estados Unidos, ha provocado la ruina de miles de campesinos a quienes les resulta imposible competir en el mercado nacional con sus producciones. Si en 1966, por ejemplo, la nación azteca se autoabastecía de frijol y lo exportaba además, actualmente es el sexto país comprador de este producto en el mercado internacional y Estados Unidos su principal abastecedor.

Implicaciones del TLC para Centroamérica

La negociación del Acuerdo se realizó entre economías con diferencias sustanciales. Estados Unidos es la primera economía del mundo con un alto índice de competitividad y con empresas industriales, agroindustriales y agrícolas, altamente productivas. Por su parte las economías centroamericanas tienen bajos niveles de competitividad y de productividad, sobre todo en la producción agrícola. Esto traerá como consecuencias:

1. Una profundización de la crisis de producción agropecuaria: Los niveles de exportación de granos básicos se van a incrementar por parte de Estados Unidos, con el agravante que se trata de una producción subsidiada. Esto va a limitar severamente las capacidades de competencia de los sectores locales centroamericanos, originándose la quiebra de la mayoría de los productores

2. Pérdida de empleo: El deterioro del sector agropecuario provocará un incremento sustancial del nivel de desempleo que en su mayor parte pasará a formar parte del sector informal de la economía

3. Migración: los altos niveles de desempleo originarán procesos de migración, tanto hacia las ciudades principales de cada país como hacia el extranjero

4. Sometimiento a las transnacionales por el tema de la propiedad intelectual que incluyen las marcas y patentes

5. Los ingresos fiscales disminuirán sustancialmente. Si tomamos en cuenta que las importaciones de El Salvador desde Estados Unidos representan el 50% del total, esto significa que se dejaran de percibir ingresos en conceptos de aranceles, lo que sin duda alguna afectará la capacidad del estado para cumplir con sus obligaciones sociales

6. El nivel de dependencia con respecto a Estados Unidos se acentuará con mayor intensidad y se potenciará el carácter importador de las economías centroamericanas. De esta manera se debilitará aún más el aparato productivo de esos países, configurándose el modelo económico basado en el comercio (sobre todo de productos importados), que se sustenta a partir de las remesas familiares de los centroamericanos que viven en territorio norteamericano.

En suma, los TLCs están diseñados para favorecer a las grandes empresas transnacionales, a los sectores del gran capital y para continuar ampliando la brecha entre ricos y pobres.


 Fuente: Radio Rebelde