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Perú y Colombia no tendrán TLC este año

Difícilmente el Congreso de Estados Unidos estudiará el TLC con Colombia y Perú antes de enero. La notificación de Bush al Congreso de su país sería en septiembre, lo que haría empezar el debate del acuerdo en enero, con nuevos legisladores.

El hecho es que el nuevo congreso estadounidense será elegido en noviembre y probablemente ya no será controlado por el partido republicano. Es casi un hecho que la mayoría en la Cámara de Representantes sea ganada por los demócratas, que son menos amigos del libre comercio que los republicanos. Inclusive, algunos observadores señalaron que el gobierno de Bush no se expondrá a perder algunos curules presentando el tratado este año y que en esos términos lo mejor sería dejarlo a su suerte el año próximo.

El presidente colombiano Álvaro Uribe pidió a Estados Unidos destrabar “rápidamente” la firma y aprobación del TLC, al surgir nuevos obstáculos en el tema de la comercialización de la carne. Uribe ha esperado más de un mes a que el gobierno norteamericano notifique al Congreso estadounidense de su intención de firmar el acuerdo comercial, luego de que en julio ambas naciones superaron desavenencias en el tema agrícola. “Le pido comedidamente una reflexión sobre esto : a ver cómo sacamos rápidamente este tratado adelante”, declaró Uribe a la prensa.

En Perú, que también avanzó en los trámites del TLC con la potencia del norte, no parece haber tanta prisa, lo que no significa que la política a favor del acuerdo haya cambiado con el nuevo gobierno. El representante personal de Alan García para la aprobación del TLC, el famoso economista Hernando de Soto, director del Instituto Libertad y Democracia (ILD), ex asesor de Bill Clinton y del Partido Demócrata, aclaró que no cambiará nada del TLC, aunque García declaró en campaña que su gobierno revisaría el TLC “línea por línea, palabra por palabra”, que aprobaría el TLC “por un período de prueba” y que no permitiría un acuerdo “que afecte a los pequeños agricultores y campesinos”. García prometió que buscaría un TLC “para los pobres”, “para las mayorías, no elitista” y en algún momento llegó a hablar de “replantear los conceptos”.

“El tratado como ha sido firmado no se le toca un pelo, eso fue firmado por ambas partes y lo que está esperando es seguir su trámite y su curso dentro de la administración americana y el congreso de los Estados Unidos”, dijo De Soto, para quien el tratado es “muy bueno” porque “amplía los mercados”. Su “único problema es que se van a beneficiar unos pocos”.

La situación en Ecuador es diferente. El pasado 15 de mayo el ministro de Energía de este país declaró la caducidad del contrato con la empresa petrolera Oxy y la ocupación inmediata de las instalaciones de los pozos sin ninguna indemnización por parte del Estado, siguiendo los pasos del gobierno boliviano que nacionalizó los hidrocarburos a principios de mayo. El gobierno de EE.UU., molesto con la decisión, rompió las negociaciones del TLC.

A pesar de ello, el ministro de Comercio Exterior de Ecuador Tomás Peribonio convocó a reanudar las negociaciones del acuerdo y viajó a Estados Unidos en busca de reactivar las charlas suspendidas. “Ecuador no se ha levantado de la mesa de negociación”, afirmó y dijo que su país tiene toda la disposición de retomar inmediatamente las conversaciones.

Apuro sin medir consecuencias

Las autoridades de Perú, Colombia y Ecuador insisten en concretar el TLC con Norteamérica pese a que diversos estudios corroboran los enormes riesgos de competir comercialmente con la primera potencia económica del mundo.

El impacto del TLC en Ecuador sería muy negativo, sobre todo para los campesinos. Un estudio de la FAO señala que algo más de un 1,6 millones de habitantes del campo dependen de productos amenazados por el TLC, y que los más golpeados serían los productores de maíz suave y duro, papas, arroz, productos avícolas, frijol, soya, carne, leche en polvo, cítricos, etc. La invasión de productos agrícolas, altamente subsidiados provenientes del norte significaría la ruina de los pequeños productores agrícolas.

Por otro lado, según un estudio de Hernado de Soto realizado con el BID, solo el 2% de las empresas peruanas está preparado para el TLC, pues la mayoría no tiene la posibilidad de emitir acciones ni tampoco la capacidad de hacer valer su propiedad para conseguir créditos en el sistema financiero.

La ministra de Comercio Exterior y Turismo de Perú (Mincetur) Mercedes Aráoz dijo que el nuevo gobierno seguirá bregando para que el TLC en el Congreso norteamericano se apruebe en septiembre, aunque no más del 2% de las empresas peruanas se beneficiará con el acuerdo. “Lo que pasa es que actualmente hay un grupo de exportadores que ya empezaron (a exportar), pero hay que pensar que se abren muchas más oportunidades de exportación (para otras empresas)”, justificó la ministra.

En tanto, los avicultores colombianos insisten en que no ganaron con el TLC. Fenavi envió una carta al jefe negociador colombiano Hernando José Gómez en la que deja en claro que el gremio no puede compartir “su visión triunfalista”.

Las autoridades de los tres países andinos desesperadas por subirse al tren del librecambismo tampoco toman en cuenta las experiencias de otros países que ya iniciaron el viaje sin retorno. En el gobierno de Vicente Fox se gastaron casi 60 mil millones de dólares en importación de alimentos, lo que, según la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), deja una dependencia alimentaria superior a 50 por ciento de la producción nacional, principalmente en granos. El libre comercio en México ha convertido al campo en una "zona de desastre".


 source: Movimiento Boliviano por la Soberanía y la Integración solidaria de los pueblos : Contra el TLC y el ALCA