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Se les dijo, se les advirtió...

Germán Umaña Mendoza / Profesor Universidad Nacional

Ahora se presenta un nuevo libro de los investigadores Luis Jorge Garay, Fernando Barberi e Iván Cardona que bien podría ser considerado la continuación del anterior. Es en esencia la crónica de un desastre anunciado.

En los resultados del nuevo estudio se observa: “Las pérdidas en términos de excedente al productor sobre los 6 productos de importación” (maíz, sorgo, soya, trigo, fríjol y aceite de palma), “ascienden a un valor anual de 316.000 millones de pesos”. “Por su parte, la ganancia de excedente por concepto de los productos exportables tan solo ascendería a 28 mil millones de pesos”. “Se generaría un costo anual neto para el sector del orden de 288 mil millones de pesos”.

“No existen suficientes elementos para afirmar que la situación encontrada a corto plazo se podría revertir en el largo plazo”.

Se demuestra cómo en el corto plazo los efectos negativos podrían ser mayores si se incluyen los resultados de la negociación en arroz y carne de pollo, así como en la producción de aceite de palma’.

Para algunos productos exportables como el tabaco y los lácteos los beneficios son inciertos porque dependen de la voluntad del gobierno norteamericano para remover las barreras arancelarias y del desarrollo interno incipiente, por ejemplo, en el tema sanitario.

Cuando los investigadores adicionan en sus consideraciones las pérdidas netas en producción, empleo y los aranceles dejados de pagar, comparados por los posibles efectos netos positivos en bienestar, derivado del aumento de las importaciones, concluyen que el balance para el país es negativo por un valor neto de 357.000 millones de pesos al año.

Para lograr el equilibrio en estas pérdidas se “requeriría un aumento en el valor anual, de la producción de los productos exportables que oscilaría entre 872 y 1.439 millones de dólares”, convertidos a la tasa de cambio del año 2005.

Consciente el Gobierno Nacional de esta situación, ha presentado al Congreso el ‘Programa Agro Ingreso Seguro’, para responder con el dinero de todos los colombianos a la certeza que en este sector fuimos perdedores como nación y para atenuar los resultados de una negociación asimétrica a favor de los Estados Unidos. Sin sarcasmo, un país pequeño, sin subsidios y ayudas internas, sin barreras no arancelarias, sin salvaguardias, sin medidas comerciales dizque contra el bioterrorismo y sin legislación laxa para proteger a sus productores en política antidumping.

Lo lógico sería que lo que perdimos en el sector agropecuario lo paguen los ganadores del Tratado de Libre Comercio. Pero mucho me temo que poca voluntad política habrá para gravar con mayores impuestos a los importadores, las multinacionales y algunos grupos industriales que defienden con tesón lo extraordinario de la negociación.

Basta mirar la propuesta de reforma tributaria que ya hizo evidente la inequidad a favor de los más ricos en detrimento de los ingresos de las clases medias y los más pobres.

Que no digan ahora que no se les dijo, que no se les recomendó, que no se les advirtió. Que el Congreso no ha sido suficientemente informado. Que la Corte Constitucional no debe fallar de fondo sobre la inequidad del resultado de las negociaciones. Que el lector no sabía que tendrá que pagar de su bolsillo los desequilibrios de la negociación, eso sí, de bueno tenemos que seguimos siendo solidarios: con las empresas y los consumidores norteamericanos.


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