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Sicarios económicos, TLCes, y otros alacranes

Sicarios económicos, TLCes, y otros alacranes

Por
Pedro López Juiz

Al Dr. Carlos Sánchez hace unos cinco años le hice una pregunta muy importante. Nos habíamos hecho buenos amigos en una lucha común por mejorar los precios del arroz producido por agricultores ecuatorianos en un año en que el precio de la saca de 200 libras de dicha gramínea se había desmoronado a la insostenible cifra de US $8.00. Ese año viajamos juntos en varias ocasiones a Bogotá y a los departamentos de Tolima y Huila para explorar las posibilidades de una exportación masiva del arroz ecuatoriano al país del norte para desfogar los altos excedentes que tenían los precios nacionales deprimidos.

Una tarde que me visitaba en las oficinas de ARAS (Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros), le pregunté cómo era eso de ser Presidente de la República del Ecuador.

En aquel entonces, Carlos era Liquidador del ENAC (Empresa Nacional de Abastecimiento y Comercialización), institución del Estado ecuatoriano que manejaba una batería de silos para el almacenaje de granos en diferentes provincias de la República. Él bromeaba y decía que no era “liquidador” sino “salvador” del ENAC, puesto que no estaba de acuerdo con que el gobierno ecuatoriano se despojara de tan importante instrumento como el de silos intencionados a almacenar granos en los puntos picos de cosecha cuando los precios se deslizaban hacia el abismo y era crucial detener ese desliz sacando grano del mercado a través del bodegaje. Su esposa era prima de Jamil Mahuad, y siempre sospeché que el vínculo familiar y su apoyo al candidato en la campaña presidencial habían facilitado su designación como Liquidador (o Salvador, como él prefería considerarse) del ENAC. Por eso le hice la pregunta sobre la presidencia, imaginándome que tenía información desde el “inside” de la misma.

Pero su respuesta me desconcertó. “Pedro, la verdad es que no podría contestarte,” replicó. “En la campaña me reunía y hablaba con él constantemente, pero una vez que llegó al poder, todo contacto y toda comunicación con Jamil fueron frustradas. Inclusive, su celular lo contestaba una persona extraña y nunca me lo pasaban. Lo que si puedo decirte es que obviamente, instalado en la presidencia Jamil, le tendieron un cerco, un cerco prácticamente impenetrable.” Nunca me aclaró quiénes construyeron ese cerco.

Y ahora explosiona esa noticia del libro de John Perkins bajo el título de Confesiones de un sicario económico, e inexorablemente me lleva a atar las aseveraciones del espeluznante libro con la respuesta de mi amigo Carlos Sánchez sobre Jamil Mahuad.

¿Fue entonces Jamil Mahuad visitado tempranamente por un Sicario Económico del Imperio al comienzo de su presidencia, así como asegura John Perkins que fue visitado Lucio Gutierrez, quien a los dos meses de su mandato comenzó a apretarle las tuercas al pueblo ecuatoriano por medio de un plan de austeridad (el famoso “pinchazo”) que incluyó la elevación de los precios del combustible en un 35% y la congelación de los salarios del sector público por un año? Según Perkins, todos los presidentes ecuatorianos han sido visitado por un Sicario Económico estadounidense desde los años cincuenta cuando Kermit Roosevelt, un nieto de Teddy Roosevelt, ex-presidente estadounidense, inició esta práctica a favor de Tío Sam y las multinacionales norteamericanas. Por supuesto, no faltan los cuestionamientos hacia la veracidad del libro de John Perkins, pero es raro que una publicación la cual supuestamente sufra de autenticidad se convierta en tan poco tiempo en texto de enseñanza en universidades de renombre en Estados Unidos como DePaul University en la ciudad de Chicago y Wheaton College en el estado de Massachussets, además de llegar a ser un bestseller en ese país.

Adicionalmente, es natural y lógico que, con la incursión ruidosa de Confesiones de un sicario económico en la escenario ecuatoriano, cualquier ciudadano pensante también se ponga a hacer conexiones entre el proceso de negociación del TLC entre Ecuador y EE.UU. y la tesis principal del mencionado libro-es decir, que, para promover los intereses del Coloso del Norte y las empresas multinacionales estadounidenses, el Imperio recurre a los más perversos medios de persuasión, como sicarios económicos, coimas, chantajes, amenazas, y, cuando éstos no funcionan, el asesinato (Jaime Roldós, Omar Torrijos) o, en el último caso, la invasión militar (Iraq; Saddam Hussein tenía muy buenos guardaespaldas y demasiados dobles y los chacales de la CIA no lograron asesinarlo). De allí no hay que caminar mucho mentalmente para llegar a sospechar que el Tratado de “Libre” Comercio con el Ecuador—de suma importancia para Estados Unidos dentro de sus planes geo-estratégicos, geo-económicos, y geo-políticos para la región Andina y Latinoamérica—esté seriamente comprometido y contaminado, para no decir carcomido o putrefacto.

Por eso, ahora no me sorprende que una fuente fidedigna me haya informado que una persona muy allegada a los negociadores y, en particular, a un ministro del actual gobierno tenga amarrada la representación de una empresa de telecomunicaciones estadounidense, producto de sus esfuerzos a favor del TLC. (Y ¿cuántos amarres más, conseguidos por otros y basados en la misma gestión, no habrá debajo de la mesa y detrás del telón?) Ni tampoco me sorprende que dicha persona, evidentemente poderosa, se mencione como futuro dirigente del Comité Empresarial Ecuatoriano, que se convertiría, según fuentes periodísticas, en una instancia superior a las Cámaras de Producción y las Federaciones del país. Pero en cambio esto sí asusta, porque bajo estas circunstancias en el Ecuador pronto iríamos a pasar de una democracia endeble a una arrogante “corporatocracia” (para usar una neologismo del mismo John Perkins) manejada por vivarachos nacionales lacayos de las multinacionales del Imperio.

Inclusive, gracias a John Perkins, ahora comprendo el cambio brusco, el viraje tan radical, que hizo el cardiólogo Presidente con respecto al TLC ecuatoriano: de decir que el equipo negociador del país andino era “debilucho” y que él, Alfredo Palacio, jamás pondría la salud de su pueblo bajo jaque y riesgo y, por lo tanto, no ofrecería ni un año más de protección a los datos de prueba para fármacos; a estar dispuesto a dar en la CAN el tercer y determinante voto (conjuntamente con Perú y Colombia) para que dicha comunidad andina reforme sus normas con respecto a Propiedad Intelectual y permita que se prolongue la protección a los datos de prueba cinco años para fármacos y diez para agroquímicos, evitando puntualmente que las actuales leyes andinas contradigan esa parte del arreglo dentro de los TLCes cerrados ya por Perú y Colombia y del que Ecuador apresuradamente quiere concluir con la potencia del Norte en imitación de los otros dos países borregos.

Al hacer sus confesiones en el ocaso de su vida, John Perkins ha mostrado tener, a pesar de sus grandes pecados cometidos al servicio del Imperio, una gran dignidad, transparencia y valentía, cosas de las cuales obviamente ciertos actores nativos dentro del panorama de la negociación del TLC carecen de la forma más miserable y sórdida.

Pedro López Juiz, Presidente de ARAS (Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros)


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