TLC con Efta

Andrés Espinosa Fenwarth

Colombia y los países miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (Aelc o Efta por sus siglas en inglés, compuesta por Islandia, Noruega, Suiza y el Principado de Liechtenstein) enclaustrados en el paraíso alpino de Crans-Montana cerraron en la madrugada del 13 de junio las negociaciones de un TLC de segunda generación que comprende, entre otros, la gradual liberalización de bienes y servicios, propiedad intelectual, inversiones, servicios y contratación pública.

Para Colombia, este es el primer TLC con un grupo de países europeos; para Efta, es el tercer acuerdo comercial con un país latinoamericano, después de México y Chile, naciones que van a la vanguardia en la región en materia de ampliación de sus fronteras comerciales.

Las negociaciones con Perú, pese a que se iniciaron de manera conjunta con Colombia hace un año, al parecer se postergaron para el segundo semestre de 2008.

Si bien el comercio global actual de Colombia con Efta no supera los 700 millones de dólares anuales, es significativo registrar su formidable potencial. Los miembros de Efta importan en su conjunto 263 mil millones de dólares al año en bienes y 77 mil millones de dólares en servicios, cifras que convierten a Efta en un mercado muy atractivo para Colombia y sus empresarios.

El reto del cierre de las negociaciones fue nuevamente la agricultura. Dado, por un lado, que Efta no es una unión aduanera, y que por ello no tiene un arancel externo común; y que por el otro, tampoco cuenta con una política agrícola común, la negociación exigió el diseño de una arquitectura de gran complejidad legal, que comprende tres acuerdos bilaterales separados que desgravan el grueso de los productos agrícolas básicos con cada uno de los países miembros de Efta, y un acuerdo general que gobierna transversalmente la zona de libre comercio negociada con Colombia, que incluye los productos agrícolas procesados, que se desgravan parcialmente, además de pesca, que lo hace totalmente.

El desafío fue también de orden técnico y estratégico. Efta mantiene una férrea defensa de su mercado interno agropecuario, por naturaleza literalmente asediado por la poderosa fortaleza Europea. Basta mencionar que en el caso de Noruega, la protección arancelaria promedio para la agricultura supera, según la OMC, el 137,6 por ciento, contra el 3,1 por ciento de la industria. En cuanto a Suiza, el arancel promedio agrícola asciende a 57,2 por ciento, frente al 2,6 por ciento aplicado en industria.

El duelo estratégico fue igualmente formidable. Efta, con 16 TLC a cuestas, actúa como uno o como tres países, según convenga; siguiendo el estilo de negociación europeo, pide y pide hasta que la contraparte no tenga nada más que ofrecer, y solo a partir de allí, empieza a ceder.

Colombia tampoco fue menos, pues lo intentó todo, hasta que un amago de crisis y la pesca, sector clave para dos de los tres miembros de Efta, hicieron el milagro y la negociación pasó volando la línea de meta.

Fuente: Portafolio

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