El TLC y los transgénicos

Plutarco Naranjo

La Hora (Quito)

Marzo 07, 2005

El TLC y los transgénicos

El voluminoso texto en inglés, preparado por los EE.UU. conocido como Tratado de Libre Comercio (TLC) y entregado, bajo confidencialidad, a los representantes de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, abarca tantos y tan complejos temas que su estudio y “negociación”, necesitaría la participación de un ejército de técnicos, expertos o como quiera llamarse a quienes tengan la responsabilidad de aceptar (¿o rechazar?) cuanto se propone en él, máxime que la economía, el desarrollo y en general la vida del país, quedaría comprometida ¡por cien años!

Entre las tantas exigencias a favor de EE.UU. constan: el patentar los usos medicinales de las plantas y especies nativas, conceder garantías supranacionales a las inversiones transnacionales. ¿Para qué servirían entonces nuestras leyes y la Constitución? El libre comercio de los recursos naturales, como agua, flora, fauna, playas, islas. El agua, en el futuro, va a constituir un recurso conflictivo, parecido al del petróleo.

Quiero referirme al otro tema, el de la libre comercialización de semillas y alimentos transgénicos. El conocimiento del genoma, o sea del conjunto de genes de cada especie, permite modificarlos, diría, casi a voluntad. Ya existen nuevas variedades, por manipulación genética, de varias plantas y animales de interés económico o científico. Nuevas variedades, por ejemplo, de maíz, soya, algodón, etcétera.

En el caso de las plantas alimenticias interesa obtener variedades resistentes a las infecciones por virus, bacterias u hongos o resistentes a la sequía u otras condiciones climáticas. Y sobre todo que ofrezcan grandes rendimientos en las cosechas.

Para la utilización de variedades transgénicas de alimentos para animales y sobre todo para la especie humana plantean muchas interrogantes ¿La alimentación con productos transgénicos no ocasionará cambios genéticos en la especie humana? ¿Esos posibles cambios serían ventajosos o desastrosos?

No hay experiencia suficiente en algo que requiere estudios detenidos y de muy larga duración. Pondré un ejemplo. Las terribles alteraciones que produce en el feto la droga talidomina, solo se descubrió después de años de su uso terapéutico.

Varios países europeos no han aprobado la importación y consumo de los transgénicos, hasta que se compruebe su inocuidad en el largo plazo.

En cuanto al reino vegetal ya es conocido por lo menos un caso.
Las semillas transgénicas de maíz, sembradas en México, que es un país en el cual el maíz es el alimento humano básico y ancestral, produjo plantas de variedades nativas cultivadas por los campesinos mexicanos, con resultados perjudiciales. El rendimiento bajó significativamente. Al otro lado de la balanza está la creciente importación desde EE.UU. de maíz transgénico que se ha convertido ya en un oligopolio sin que se haya demostrado su inocuidad para el consumo humano.

¿Qué nos va a suceder a nosotros con la libre importación de semillas y alimentos transgénicos?

source : La Hora, Ecuador

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