El de México, otro acuerdo comercial donde Colombia pierde

El de México, otro acuerdo comercial donde Colombia pierde

Por Juan Pablo Fernández M.

Con el libre comercio y todas las formas que este asume (TLC, apertura económica, acuerdos comerciales, etc.) al país se vende la idea de que esos negocios son lo mejor para el país. Juan Manuel Santos insiste en la idea de que libre comercio es el camino para “volvernos un país desarrollado, para escapar de la pobreza.” Álvaro Uribe decía que este constituye “una oportunidad para que el país…piense en grande…actúe en grande.” ¿Es cierta la idea? Los hechos, si se toman con seriedad, nos dicen una cosa bien distinta. Veamos un ejemplo, el del acuerdo comercial con México.

El G3, como se llama el acuerdo comercial con México y que hasta 2006 incluía también a Venezuela, fue firmado en 1994 por César Gaviria-Juan Manuel Santos. Al iniciar las negociaciones, Fabio Echeverri Correa y Carlos Arturo Ángel, ambos presidentes de la Andi en distintas etapas de la negociación, le hicieron saber al gobierno colombiano que nunca se les consultó en serio nada sobre el G3 y explicaron que se estaba “amenazando el futuro la industria” colombiana. Afirmación gravísima pues un país que aspire a avanzar debe tener un aparato industrial fuerte, aspiración de la que Colombia en los últimos veinte años cada vez se aleja más.

Correa y Ángel también explicaron que no teníamos cómo competir con las empresas mexicanas pues allá había mano de obra más barata, más industria y una economía más poderosa. Carlos Arturo Ángel, como jefe de la Andi, señaló además que el G3 iba más allá de pactar unos asuntos comerciales y económicos, pues volvía “irreversible la apertura económica…obligando a profundizarla.” (El Tiempo, dic.14.93)

Al igual que en los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea y en el acuerdo comercial con Corea, a quienes expresaron reparos al G3 o señalaron que ese no era un buen negocio para Colombia, se les contestó con la frase de siempre: “Enemigos del futuro.” Y agregaban que con el G3 nuestras relaciones comerciales con México serían beneficiosas para el país, lo que haría crecer el empleo. Pues ese futuro del que Gaviria-Santos hablaban en 1993, ya es pasado y presente. ¿Y qué pasó? Entre 1995 y 2011, Colombia acumuló un déficit comercial con México de US $20.632 millones. Desde allá nos vendieron más mucho más de lo que nosotros les vendimos. Y cada día que pasa, no solo por efecto del G3 sino también de la apertura económica, nuestra industria cada vez se marchita más y más.

Un informe del gobierno mexicano (http://bit.ly/znheMw) muestra que lo que nos vende México aumentó 1.100 por ciento y lo que les vendemos 550 por ciento. El gobierno manito también explica cómo los intereses colombianos en exportaciones de café, plátano, azúcar, tabaco y cacao, nunca se han atendido. Productos en los que con el libre comercio saldríamos ganadores, cosa que no ha sido así. En el café, por ejemplo, antes de los noventas, eramos el segundo productor del mundo, hoy somos el cuarto. Lo que se suma a la sentencia del gerente de Colmotores: “El TLC con México fue desastroso para la industria [colombiana].” (Portafolio, ene.30.11).

¿Y por qué nos sucedió esto? ¿Por ineficientes? ¿Porque nos quedamos dormidos en los laureles? ¡No! La industria mexicana es simplemente más poderosa que la nuestra. El 97 por ciento de las exportaciones mexicanas a Colombia son manufacturas, la mayoría de ellas de medio o alto nivel de complejidad en su elaboración (celulares, televisores y automóviles). Al contrario, Colombia exporta o productores agrarios o bienes industriales de baja complejidad y combustibles (35 por ciento). Y como no exportamos bienes con alto valor agregado, en el comercio internacional siempre nos derrotan los que si hacen la tarea de tener una industria fuerte.

El caso de la industria automotriz es bien ilustrativo. No solo por lo que nos ha pasado con México, sino por lo que nos corre pierna arriba en el acuerdo comercial con Corea. México produce alrededor de 2,2 millones de carros al año, de los cuales el 77 por ciento va a la exportación y su industria tiene la capacidad de atender más del 80 por ciento del mercado interno. El país manito produce 22 veces más autos que Colombia y nuestra industria, con su producción de 100 mil carros, abastece el 30 por ciento de nuestro mercado. Y eso que la población mexicana es 2,4 veces la colombiana.

Y aunque la mano de obra colombiana empleada en la industria automotriz es más barata que la mexicana (US $1,73 vs. US $2,91 por hora), México posee una capacidad nacional de competencia mayor a la nuestra. Además tiene una política macroeconómica que en relación con los sectores exportadores facilita los negocios, mientras la colombiana tiende a la revaluación, lo que hace más sencillo importar que exportar. En los últimos dos meses la moneda mexicana se ha devaluado en 11 por ciento, mientras la colombiana se ha revaluado en 8 por ciento.

En 2007 por la salida de Venezuela del G3, se inició una modificación del acuerdo, lo que a los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos no les sirvió de excusa para cambiar lo negativo del pacto y hacerlo equitativo para los dos. Se mostró como gran avance, por ejemplo, un cupo anual para exportar 3.300 toneladas de carne a México, cifra que equivale a una semana de importaciones cárnicas de México. Además el gobierno mexicano ha reiterado que mientras Colombia no cumpla las normas fitosanitarias de su país, allá no va a entrar un gramo de carne colombiana. “El tema sanitario no es negociable”, es la frase que emplean los mexicanos, que aquí ni para guardar las apariencias repiten.

El caso del acuerdo mexicano sirve para sacar dos conclusiones. Una. Que a Colombia le meten muchos goles no por falta de arqueros, sino porque quienes deberían proteger nuestro arco, por ejemplo Juan Manuel Santos, nunca han intentado atajar el balón. Dos. Es un campanazo que indica lo que nos corre pierna arriba en el acuerdo comercial con Corea, nación que produce 4,3 millones de carros al año.

Bogotá, 5 de febrero de 2012.

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