Perú: Pedro Pablo Kuczynski y el TLC

Raúl Wiener

ALAI-AMLATINA 09/12/2005, Lima.- El lunes todo estaba en el
aire y los negociadores peruanos no sabían para qué habían sido
convocados nuevamente a Washington, esta vez sin
acompañamiento colombiano y ecuatoriano, si el entrampamiento
era el mismo que había quedado cuando se levantó la reunión
anterior.

Pero el martes llegó el ciudadano estadounidense y presidente del
Consejo de Ministros del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, para poner
fin a la negociación técnica y pasar a la negociación política. Y,
zás, el miércoles ya habíamos cerrado el TLC, los espárragos
entrarían con arancel cero y los yanquis ya no nos venderían su
ropa usada, y Toledo podría hacer lo que más deseaba desde dos
años atrás, darse un discurso al lado de los capos de la minería, la
banca (San Dionisio) y la industria, anunciando que por fin le había
nacido un TLC, cuyo contenido aún no conocía, pero del que ya
podía prometer que generaría ni más ni menos que 6 millones de
nuevos puestos de trabajo (¡!!).

Hace tres meses, al presentarse ante el Congreso, para entregar
su plan de gobierno, PPK dijo con la soltura que lo caracteriza,
que el TLC debía terminarse a toda velocidad, sin necesidad de
resolver los “temas sensibles”, como los de agro y medicinas, y
desenganchándonos de nuestros supuestos socios andinos. Es
decir nosotros solos con los yanquis, como corresponde. El
primer ministro definió aquella vez el acuerdo al que aspiraba,
como un mero marco de compromiso para asegurar la política
económica, que después podría revisarse en sus aspectos más
inconvenientes.

Alfredo Ferrero respondió entonces que no, que él se jugaba a un
TLC integral y a una marcha concordada con Colombia y Ecuador
hasta donde fuera posible. El gordito abundó en motivos para
mantener las líneas rojas que no se iban a pasar, porque si no, ahí
sí, no firmo (luego firmó igualito); para seguir negociando sin
desesperarse por los plazos; y sobre la importancia de un acuerdo
subregional que implique a los tres países. Evidentemente fracasó
en todo lo que se había propuesto. Y el famoso paso de lo técnico
a lo político se redujo al paso del mando del Ferrero pro-yanqui al
Kuczynski directamente yanqui. Claro que el peso de explicar lo
que se ha conseguido después sigue en manos del titular de
Comercio Exterior que es quién deberá responder por las
concesiones y trasgresiones, luego que el primer impacto de la
noticia vaya despejándose y empiecen a aparecer las verdaderas
rocas que el gobierno se ha comido.

Se puede ver si se quiere las cosas de la siguiente manera: la
reserva hasta el final del tema de los espárragos no era sino una
variante del viejo truco usado en otros TLC de reducir todos los
temas de la contraparte a uno sólo, mientras los Estados Unidos
ganan en todos los demás terrenos. Eso pasó con Chile y durante
el CAFTA, así que no es mayor novedad. Durante diez años los
chilenos dijeron no al tema de los datos de prueba y el tiempo de
patentes en medicina, argumentando que no estaban de acuerdo
en levantar la valla del nivel que estaba establecido en la OMC, y
los Estados Unidos siguieron insistiendo en interés de sus
grandes laboratorios. El último día en la última hora, los
representantes de Washington anunciaron que se levantaban de la
mesa y que no habría acuerdo si no se aceptaban sus exigencias,
y fue allí donde se rindió la delegación de la estrella solitaria que
no pudo asumir el costo de informar que después de tantas vueltas
regresaban con las manos vacías.

En ese momento se fijó el hito que luego ha gravitado sobre las
siguientes negociaciones bajo el principio norteamericano que
ningún nuevo acuerdo debe tener cláusulas por debajo de los
anteriores.

Lo peculiar del caso de TLC llamado andino es otra cosa: aquí
todavía estábamos en el trance de las últimas tensiones en las
que todavía se espera doblegar algunas resistencias y se busca
ganar contra el tiempo. Pero he aquí, cuando todo recomendaba
esperar lo que resuelva la OMC en diciembre, ver hasta donde
podía Estados Unidos soportar el retiro de los tres andinos de
noviembre exponiéndose a una eventual derrota, buscar consensos
de opinión pública en los temas sobre los que se tenía que transar,
el toledismo pega un salto, decide flexibilizarse al máximo a
cambio espárragos y veto a la ropa usada, como argumentos de la
capitulación, y pasar por encima de los otros dos países para
intentar el dudoso honor de ser el más dispuesto a todas las
imposiciones.

Le debemos a PPK, Toledo y Ferrero este TLC contrahecho. El
país ya sabe sobre quién recaen las primeras responsabilidades.

source : ALAI

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