Política de defensa comercial de Estados Unidos

Por Andrés Espinosa Fenwarth

En diciembre del año pasado, el presidente estadounidense Donald Trump, dejó en claro que Estados Unidos no se haría de la vista gorda respecto a la competencia desleal, las infracciones comerciales o la agresión económica. Trump anunció desde entonces, que su política comercial incluirá “todas las herramientas posibles para preservar la soberanía nacional y fortalecer la economía”.

Como en ocasiones anteriores –y a diferencia de los políticos tradicionales–, Trump pasó del dicho al hecho, mediante el diseño y aplicación de una nueva agenda comercial basada en cinco pilares: seguridad nacional, fortalecimiento de la economía, negociación o renegociación de mejores acuerdos comerciales, reforma del sistema multilateral de comercio, y aplicación agresiva de las leyes de defensa comercial.

La visión de la Casa Blanca se centra ahora en el interés nacional y en la defensa de la industria doméstica. Durante demasiado tiempo, sostiene el presidente Trump, “las reglas del comercio mundial se han inclinado en contra de los trabajadores y empresas estadounidenses. Esto cambiará. Nuestros socios comerciales ya saben que Estados Unidos renegociará o rescindirá los acuerdos comerciales que no sean de interés nacional”.

El arsenal de defensa comercial norteamericano es muy antiguo y poderoso. En noviembre del 2017 –por primera vez en 25 años–, el Departamento de Comercio empezó, por iniciativa propia, una investigación antidumping y otra de derechos compensatorios, según lo previsto en la Ley Arancelaria de 1930, contra las importaciones de aleación de chapas de aluminio común procedentes de China. El Artículo 337 de la mencionada Ley, también permite combatir las infracciones a los derechos de propiedad intelectual, disposición que, indudablemente, será usada por la administración Trump contra China.

La sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 autoriza la imposición de aranceles al amparo de la seguridad nacional. Las importaciones de acero y aluminio fueron los primeros sectores golpeados por esta maniobra defensiva, que, previsiblemente, traerá consigo medidas de retorsión y tambores de guerra comercial a nivel global.

La sección 201 de la Ley de Comercio de 1974 le permite a los productores nacionales solicitar a la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos, la apertura de investigaciones que evalúen el aumento de importaciones y sus efectos en el mercado, de suerte que si causan daño o amenaza de perjuicio, el presidente pueda tomar las medidas que considere necesario para proteger la industria nacional. Durante la campaña, Trump se comprometió a usar la Sección 201 para remediar las disputas comerciales y obtener un trato justo. El presidente Trump la utilizó por primera vez, desde el 2001, para aumentar los aranceles a las celdas y módulos solares en 30 por ciento.

A ciencia cierta, la aplicación de estas medidas de defensa comercial impulsará el uso de mecanismos olvidados de la era Reagan, como la restricción voluntaria de las exportaciones, que permitan mantener un acceso razonable al mercado norteamericano, así fuera en condiciones desventajosas para los exportadores foráneos.

Fuente: Portafolio

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