TLC ecuatoriano: dolo, vicios de consentimiento y otros sacrilegios

El TLC ecuatoriano está contaminado de prácticas dolosas y vicios de consentimiento.

TLC ecuatoriano: dolo, vicios de consentimiento y otros sacrilegios

Por
Pedro López Juiz

Es obvio que, a estas alturas de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el equipo negociador ecuatoriano está actuando con demasiado apuro y máxima desesperación. Desde diciembre del 2005, Ecuador debió haber tenido la dignidad, valentía, y voluntad de levantarse de la mesa de negociación y haberle dicho al Todopoderoso del Norte que hasta allí había llegado todo, añadiendo un “Basta de abuso, basta de atropello, basta de humillación”. Pero Ecuador hizo lo opuesto: bajó la cabeza más, se arrodilló más, se deslizó más hacia el abismo de una eventual recolonización y esclavización total por parte del Imperio.

Por eso, cuando los negociadores ecuatorianos comienzan a hablar de subsidios para los sectores del agro del país que van a ser más afectados por dicho TLC, como los arroceros, maiceros, soyeros, y ganaderos, la gestión empieza a cambiar radicalmente de aspecto y adquirir tonalidades extrañas, sospechosas y oscuras, apuntando hacia dos cosas: dolo y vicios de consentimiento.

La promesa de subsidios al agro es el engaño más horroroso que quieren cometer dichos negociadores contra no sólo los agricultores sino todo el pueblo ecuatoriano, puesto que los subsidios irían a la agricultura pero vendrían del pueblo. Más allá de su falsedad, la propuesta del subsidio es divisoria y denigrante ya que pinta al agricultor como ineficiente y dependiente de la caridad del resto de la ciudadanía cuando en verdad la falta de competitividad de los mismos es causada por los gigantescos subsidios que reciban sus homólogos en EE.UU. así como la indiferencia y el abandono que el gobierno ecuatoriano ha mostrado hacia ellos desde hace muchos años a causa de la imposición proveniente desde el Norte mismo de ese fundamentalismo económico llamado neoliberalismo.

El primer cuestionamiento que le haríamos a estos señores Pinochos negociadores haría eco a las palabras de un ministro de gobierno en la época de Jamil Mahuad: “¿Y dónde está la plata?” La prensa diariamente reporta los problemas de iliquidez del actual gobierno. Por ejemplo, al Banco de Fomento le tenían que llegar $20 millones de dólares del gobierno central este año para la campaña agrícola invernal en la Costa, pero hasta el momento se le han acreditado a este banco estatal sólo $5 millones. Por otro lado, ocho provincias del país tienen listas sus agendas de paralizaciones indefinidas por los incumplimientos del Gobierno en la entrega de recursos para obras públicas, educación y salud. ¿Y dónde está la plata? Petroecuador, sentado encima de la bonanza petrolera del país, está al borde de la quiebra y le ruega al Ministerio de Economía que le tire un salvavidas de unos cuantos milloncitos. ¿Y dónde está la plata?

Además, estos ficticios subsidios tendrían que salir de una caja fiscal disminuida, puesto que el TLC significaría al Ecuador una pérdida mínima de $166 millones de dólares al gobierno en términos de aranceles (datos del Banco Central del Ecuador). Entonces, baja la caja fiscal y crean nuevas subvenciones al agro. ¡Qué increíble! Y yo tengo un terrenito en el medio del océano Pacífico que le quiero vender a alguien que sufra de la enfermedad Alzheimer.

Adicionalmente, los caraduras negociadores nacionales prometen subsidios cuando la FMI le insiste al Ecuador que elimine los mismos. El 9 de febrero de 2006 el Fondo Monetario Internacional, basándose en las conclusiones del análisis sobre la situación económica del país que fue hecho el 25 de enero de este año por su Consejo Ejecutivo, instó al Ecuador a reducir los subsidios al consumo de combustible y la electricidad. Es más, la corriente mundial, especialmente en la OMC, es hacia la eliminación de subsidios. Claro está que dicha corriente se debe aplicar sólo a los países del Sur, no los del Norte como EE.UU. ¡Por supuesto! No obstante, ésta es la tendencia, y el país en vías de desarrollo que no se someta a ella luego es colocado en una lista negra y castigado por las instituciones financieras internacionales cuando esa nación requiera de préstamos.

No cabe la menor duda de que la propuesta de los subsidios por parte de los negociadores es una burda, crasa y grotesca trampa, un grosero insulto a la inteligencia del agricultor y de todos los ecuatorianos. Para nosotros que hacemos ciclo corto, arroz, soya, y maíz, aceptar la carnada del subsidio equivaldría a un ignominioso suicidio y el comienzo de un colosal Agrocidio en el país. Pensando que todos nosotros somos iguales (o tal vez calculando que hay algunos que son “desiguales” y se van a sumar-o “vender”—a ellos), quieren ablandar conciencias con estas migajas, quieren hacer salivar a dirigentes ambiguos, haciéndoles pensar que parte de las subvenciones fluirán por el tamiz de sus seudo-gremios. Pero no es así, porque jamás van a ver la plata. Todo esto es una gran cinta cinemática made in Hollywood.

Las matemáticas son frías, pero los negociadores ecuatorianos quieren tapar el sol de los números con un dedo. ¡Qué absurdo que quieren darnos 120 millones de dólares a los arroceros, maiceros, soyeros y ganaderos, cuando el costo por las pérdidas de las preferencias arancelarias del ATPDEA serían sólo 20 a 25 millones de dólares, según las cifras del mismo Banco Central! Ese monto obviamente es menor que los subsidios que los negociadores prometen desembolsar a favor de los sectores sensibles del agro ecuatoriano. Entonces me pregunto: “¿Por qué no les prometen los 20 ó 25 millones de dólares, incluso hasta más, a los llorones multimillonarios agro-exportadores beneficiados por el actual ATPDEA, no para que no pierdan (porque ganan mucho, como por ejemplo, los floricultores, los cuales gozan de una utilidad de entre un 30% a 40% sobre las ventas, de manera que en el caso de ellos la ausencia de un ATPDEA no les haría ni cosquilla), sino para que sigan ganado gloriosamente como siempre y se le sequen las penosas lágrimas?” (Y al mismo tiempo recordemos que tales subsidios se harían, en el caso de la no firma de un TLC, desde una caja fiscal no afectada por pérdidas arancelarias.) La respuesta es fácil: los agro-exportadores no son idiotas (en el buen sentido de la palabra que le da Joyce de Ginatta a ese epíteto en sus conferencias) y saben perfectamente bien que tales promesas son ficciones de oportunistas, que son un amague, un finteo, una trampa, sólo para aquellos humildes ciudadanos susceptibles a las mentiras y los subterfugios, a cual grupo ningún agro-exportador pertenece.

Es también fehaciente que EE.UU. chantajea en el proceso de “negociación” del TLC. El chantaje más reciente lo dejo caer suavemente en el Ecuador la agregada agrícola estadounidense Melinda Sallers, quien puso en duda la continuación del programa de subvenciones al Ecuador llamado PL480, que ha estado en vigencia desde hace más de 30 años pero que súbita y extrañamente no entregará sus donaciones de trigo, cebada y otros cereales a partir de este año. El año pasado este programa significó para este país andino 3,4 millones de dólares en trigo. En un vergonzoso gesto de sometimiento, el Ministro de Agricultura Pablo Rizzo le preguntó a la agregada agrícola del Imperio si se suspendería las ayudas del programa para los próximos años, y la misma le contestó misteriosamente: “Habrá que ver.” Luego, el desconcertado ministro musitó con trizteza que tal vez dicha medida era “una especie de presión en las negociaciones del TLC.”

Por coincidencia o por diseño, se anuncia casi simultáneamente que EE.UU. hará un recorte del 43% a Ecuador en la asistencia económica proveniente del país del Norte para la lucha contra el narcotráfico. A la vez Adam Isacson, director del Centro de Políticas Internacionales, puntualiza que el Emperador Bush está “descontento” por “la falta de colaboración” del gobierno ecuatoriano. Todo esto sumado juntamente huele a sólo una cosa: chantaje.

Y no olvidemos los no tan sutiles comentarios de la embajadora Linda Jewell sobre la Oxy, tema que niega vincular con el TLC pero que casi siempre por coincidencia saca a relucir antes de pasar a mencionar el Tratado. De tal manera que a Ecuador no le ha quedado otra opción que recurrir al mismo tipo de maniobra chantajista, aludiendo al asunto de la Base de Manta en un forcejeo que no tiene nada que ver con el meollo comercial del Tratado pero que deja entrever claramente las irregularidades, cosas oscuras e imposiciones detrás de todo el proceso de negociación. Jorge Illingworth, Ministro de Comercio Exterior y parte del equipo negociador ecuatoriano, subraya esta realidad cuando constata que “nosotros no fuimos los que metimos en la negociación a temas no comerciales.”

Por ende, la actuación engañosa y dolosa de los negociadores ecuatorianos en contra de sus conciudadanos, los vicios de consentimiento fundamentados en la coacción y el chantaje que sistemáticamente el Imperio del Norte aplica como tortura lenta a la indefensa nación andina, y otros sacrilegios mucho más ocultos y por desenmascararse en un futuro no lejano, invalidarían, de acuerdo a los cánones internacionales, el cierre de la negociación, la firma presidencial y la aprobación parlamentaria del TLC Ecuador-Estados Unidos.

Pedro López Juiz, Presidente de la Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros

source :

Printed from: https://www.bilaterals.org/./?tlc-ecuatoriano-dolo-vicios-de