A movilizarse y a votar contra el TLC

A MOVILIZARSE Y A VOTAR CONTRA EL TLC

Aurelio Suárez Montoya, La Tarde, Pereira, febrero 28 de 2006

Sucedió lo que estaba previsto. El gobierno de Álvaro Uribe Vélez, fiel a su obsecuencia indigna con Estados Unidos y en acto de menoscabo enorme de la soberanía nacional, concluyó con las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. Uribe, en el dilema entre “no firmar el tratado y firmar un mal tratado”, tomó la segunda opción y ha expresado que está dispuesto a “asumir los costos políticos”. Que los pague.

Estaría de más redundar sobre los efectos desastrosos que el TLC tendrá sobre Colombia, luego de 21 meses de debate y más de 15 rondas de negociación, a no ser que Uribe y sus secuaces, tanto desde las posiciones oficiales como desde los distintos sectores que se consideran “ganadores”, encabezados por los grupos económicos afectos al régimen y los agentes de las multinacionales así como de cualquier iluso o de jefes gremiales, como Gabriel Silva de la Federación Nacional de Cafeteros, que han tomado el camino de la felonía, insistirán en querer hacer aparecer lo malo como bueno. Intentarán volver una vez más a la treta, mediante los medios de comunicación, de imponer una realidad virtual.

Coincide esa circunstancia con las elecciones al Congreso y a la Presidencia de la República y la opinión conoce que en noventa días deberá procederse a la firma del TLC y que luego se someterá a su aprobación y rechazo ante el Congreso de la República. Esto implica que las próximas elecciones cobran mayor trascendencia. No debe permitirse que los candidatos afines al gobierno reciban los votos suficientes para aprobar el Tratado en el Senado y en la Cámara de Representantes luego del 20 de julio y, en consecuencia, los electores deben respaldar a quienes se oponen a él.

Y dentro de las decisiones políticas que conciernen contra el TLC, la determinación de Uribe debe traerle la negación a su reelección. Cada voto por Uribe será una validación de la capitulación y la traición y la licencia a su más perverso acto de gobierno, que no tiene precedentes desde el inicio de la vida republicana de Colombia. No solamente dentro de la órbita política la resistencia al TLC deberá expresarse, también deberá concretarse la más amplia unidad nacional que pueda ejercer la más fuerte resistencia civil. Colombia está enfrentada a un gobierno que no respeta los fallos judiciales, que desestima las consultas de los ciudadanos y de los pueblos indígenas en contra del TLC, que no cumple con la normatividad de la Comunidad Andina de Naciones y ni siquiera ha tenido en cuenta los estudios técnicos propios que han advertido sobre los perjuicios inmediatos que en la balanza comercial se sufrirán con las demás secuelas que ello soporta. La protesta ciudadana hará parte del debate electoral hacia la presidencia de la República que se dará después del 12 de marzo. Ya no se trata tan sólo, como algunos lo han propuesto, de impulsar un referendo nacional al respecto. Nada podrá obtenerse sino se alcanzan niveles de movilización necesarios para echar atrás el TLC.

La nación colombiana se aproxima a librar la más importante batalla por la defensa de su autodeterminación y soberanía. Los verdaderos demócratas habrán de hacerse ver en grande. El TLC trazará una línea de Pizarro entre los apátridas y los patriotas auténticos. Están puestas las cartas sobre la mesa, ya todo en la negociación está convenido, se acabó el truco por el cual nada lo estaba hasta que no se diera “el apretón de manos” y éste ya se dio en Washington, en la madrugada del 27 de febrero mientras el pueblo colombiano dormitaba, como casi todos los actos ruines, aprovechando la oscuridad. El combate contra el TLC, sus mentores imperialistas y los vasallos criollos que los secundan apenas comienza.

source : RECALCA

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