¡Arriba, vaca vieja contra el TLC!

El Espectador | 11 de enero, 2022

¡Arriba, vaca vieja contra el TLC!

por Reinaldo Spitaletta

Nos dijeron que ya la historia se había acabado, ¿se acuerdan?, que las ideologías habían muerto, que el capitalismo era la única forma del hombre alcanzar la felicidad y cositas así. Nos arroparon con teorías sobre la posmodernidad. Nos dijeron que el imperialismo no existía, ja, ja. Y a través de la apertura económica, ¿se acuerdan, cierto?, el país del entonces “revolcón” le abrió las patitas a la globalización, aquella barbaridad que, tiempo atrás, el desvergonzado Henry Kissinger había bautizado como “otro nombre para la posición dominante de Estados Unidos”.

Inauguramos las aperturas económicas en los noventa. Y, en los dos mil, abrimos las compuertas, ya “desvirginizadas”, a los Tratados de Libre Comercio, sí, los mismos que hoy tienen sin vaca lechera, que ni leche condensada puede dar, a los medianos y pequeños ganaderos de Colombia.

Fuimos aprendiendo (eso es apenas un decir, la oligarquía colombiana y los intermediarios del capital financiero seguían cual rameras sin burdel vendiéndose a sus machazos washingtonianos) que la teoría económica correspondiente a los TLC no era otra que el neoliberalismo. Se perdieron los mercados internos, se permitieron “normas iguales para países desiguales”, y así, con aperturas y otras vagabunderías se abrió el país a la penetración no solo de capitales sino de mercancías foráneas a granel.

Y en esas andan hoy los ganaderos de Colombia. Los de Fedegan ya se dieron cuenta de cómo fue un error garrafal haberle creído al “patrón” Uribe, cuando en 2006 decía que había que suscribir esos tratados con la gringada. Como se expresa en el muy documentado libro Saqueo, de Aurelio Suárez, “Colombia cedió todo sin recibir casi nada a cambio” con los TLC. Y se acrecentaron nuestras dependencias, como la alimentaria, por ejemplo.

La reciente protesta de los ganaderos colombianos, con marchas y carteles, casi igualados a los manifestantes de hace poco contra la reforma tributaria y otros atropellos del muy desprestigiado gobierno de Duque, mostró los efectos perniciosos del TLC, en particular el suscrito con Estados Unidos, para los intereses nacionales. Por los lados costeños, ya ni siquiera pueden escuchar el viejo porro de la vaca vieja, porque están al borde de la quiebra.

“Han pasado unas pocas horas de 2022 y ya la industria importó 6.423,9 toneladas de leche en polvo de EE. UU., es decir, el 45,03% del cupo sin arancel que le permite el TLC. ¿Y los lecheros colombianos que desde temprano están ordeñando sus vacas? ¿Ellos no valen?”, se lamentó el presidente de Fedegan, José Félix Lafaurie, a quien Gustavo Petro le recordó: “El TLC que apoyaste José Félix, y que impuso tu patrón Uribe, arruina a los lecheros”.

Sobre los efectos arrasadores para el país que tendrían los TLC, en particular los suscritos con Estados Unidos y la Unión Europea, se habían levantado muchas voces de alerta en aquellos días de negociaciones y postraciones del gobierno de Uribe ante la metrópoli. Sindicatos, asociaciones, políticos opositores, organizaciones no gubernamentales, entre otros, cuestionaron esos pactos desiguales y que, como lo señaló entonces el senador Jorge Robledo, ese tratado era la “verdadera hecatombe” para los intereses de la nación.

“Nosotros sabíamos que esa masacre venía desde 2006 y con valor patriótico nos opusimos a ese tratado oscuro para el sector agropecuario. El tiempo nos dio la razón, Uribe cometió el grave error de desproteger a los lecheros y ganaderos de Colombia”, recalcó Robledo el año pasado en la Comisión Quinta del Senado. “La única solución posible es renegociar esos tratados”, apuntó.

Y en ese “desordeñe”, despelotados, destetados, están los ganaderos ante las importaciones desmesuradas de lácteos desde Estados Unidos. Frente a las ubres hinchadas, la informalización en ventas de leches criollas, la agudización de pérdidas, los ganaderos tuvieron que desfilar. No faltaron los gozones que no solo los compararon con los “mamertos”, sino que dijeron que, además de los despropósitos del TLC, Lafaurie, esposo de María Fernanda Cabal, estaba respirando por la herida tras las maniobras internas que no permitieron que su mujer fuera candidata presidencial del Centro Democrático.

“Este es un TLC que es de una sola vía, ellos (los estadounidenses) nos traen leche, carne y nosotros no podemos llevar nada porque no nos abren el mercado, entonces el tratado termina siendo un engaño que no es sostenible”, formuló Lafaurie. Claro, eso se les había advertido hace años, pero no pararon bolas, ni siquiera miraron rayado al “patrón”. ¡Ah!, y a propósito, el “trompa” es el mismo sujeto que aparece desmirriado en las encuestas. Muy impopular.

La lamentable situación de los ganaderos colombianos es otra fehaciente prueba de lo que ha sido este país de gobernantes entreguistas y sometidos a los dictados de Washington. Se había anunciado hace años: el libre comercio ha sido una iniciativa global de los intereses políticos y económicos estadounidenses y con ella han postrado (y quebrado) a muchos. Y ahora, ni modo de bailar y menos de ordeñar a la vaca vieja.

source : El Espectador

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