Colombia: nadie sabe aquí lo que pasa con el TLC en Estados Unidos

Luego de 22 meses de ir y venir por parte de equipos técnicos de Estados Unidos y Colombia, en la madrugada del 27 de febrero pasado se anunció la terminación de las negociaciones para un tratado de libre comercio entre los dos países.

La euforia oficial fue general. Para responder a los críticos y a las actividades que quedaron inconformes, el alto Gobierno anunció la idea de crear un programa de apoyo a los ’damnificados’ del campo bajo el lema "Agro, ingreso seguro".

En las siguientes semanas el asunto ya sería solo de trámite, pues se consideró en el momento que lo complicado ya había quedado atrás. En particular se planteó que el principal asunto pendiente era la revisión y posterior publicación de los textos en inglés y en español.

Pero en la primera semana de mayo, luego de que se publicaran los textos, se hizo una extraña aclaración: "hay unos problemas de traducción de textos que se deben corregir". Se supo que esas ’cositas’ estaban en el capítulo agrícola y no pudieron arreglarse a través de una videoconferencia con Estados Unidos, por lo cual viajaron los técnicos criollos a Washington.

Al principio se dijo que el asunto era de una sola reunión y listo, pero las cosas fueron más allá. Siguieron pasando los días y los supuestos puntos de semántica y traducción no se corrigieron tan fácilmente. Para los observadores y el mismo sector privado, la realidad era que las negociaciones no habían sido cerradas realmente.

El presidente Uribe fue a Washington a mediados de mayo y entre sus temas estaba el de lograr una agilización del proceso por parte de quien lo considera su amigo, el presidente George Bush.

Finalmente, el 10 de julio se anunció que ahora sí la negociación quedaba cerrada. El ministerio de Comercio hizo público boletín bajo el título "Colombia a la espera de la notificación del TLC al Congreso de Estados Unidos", hecho que las autoridades colombianas esperaban para los primeros días de la semana siguiente.

El comunicado oficial del anuncio demostró que los problemas no eran tan semánticos y de tildes, como lo habían pregonado los voceros oficiales, sino que había discrepancias en asuntos como los cuartos traseros de pollo, azúcar y asuntos sanitarios en carne bovina.

En el tema de la carne de res, el pronunciamiento oficial expresaba que "en un tema bilateral, paralelo al TLC, Colombia presentó los argumentos técnicos y científicos que justifican el mantenimiento de la restricción a las importaciones de carne de bovinos mayores de 30 meses provenientes de los Estados Unidos. Dicho país asumió el compromiso de estudiar la evidencia y pronunciarse en los próximos días". Para los negociadores y en particular para el ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, la discusión del tema de la carne de res no es un asunto del TLC.

Contra todas las esperanzas de los negociadores oficiales colombianos y de los dirigentes privados que esperaban que Bush notificara al Congreso de su país acerca de su intención de firmar un TLC con Colombia, los días pasan y no se surte ese trámite. Hasta el el 15 de julio la confianza era general, pero el paso de los días ha comenzado a generar preocupación en algunos sectores. Ha comenzado agosto y no se tiene razón chica ni grande.

Y ¿cuál es la importancia de ese trámite? Sencillamente que a partir del momento de la notificación hay que contar 90 días para hacer la revisión jurídica y sólo ahí se podrá firmar y el gobierno colombiano presentarlo a estudio del Congreso de la República. Aunque muchos hablan de que la coalición uribista en el Congreso lo aprobará en sólo unos días, el asunto no parece tan claro, dado que las sesiones ordinarias se cierran a mediados de diciembre y debido a la demora en su presentación, sólo se tendría poco más de un mes para que el Congreso lo ratifique, en el caso extremo de que los parlamentarios crean en efecto que su trabajo es sólo de trámite.

La realidad es que aquí, incluyendo al Gobierno, nadie sabe lo que está pasando ni cuál es la razón de la demora. El Gobierno -con el negociador Hernando José Gómez y el Minagricultura- sigue insistiendo que el problema es de ’tildes’ como lo afirmaron hace unos días a los periodistas. De todas formas, se sabe que el ministro Jorge Humberto Botero estuvo con el embajador William Wood averiguando sobre el asunto.

En el sector privado tampoco hay mayor información. Quienes defienden por principio el TLC consideran el asunto normal y pregonan que en cualquier momento se dará vía libre, aunque desde hace dos semanas se dice lo mismo.

Quienes en un principio se opusieron al TLC porque afectaba sus intereses, en particular del agro, tampoco hablan mucho pues dicen que no quieren exponerse a que el gobierno los saque de las ayudas prometidas contenidas en el proyecto de "Agro, ingreso seguro". Los cerealistas agremiados en Fenalce sacaron a su presidente porque -según trascendió- siguió con su radicalismo contra el TLC. El gremio no quedó en el Comité que se supone definirá la plata que entregará el gobierno a los damnificados del acuerdo.

¿Y por qué el gobierno de Estados Unidos no ha dado ese visto bueno? Las especulaciones son de todo tipo incluyendo la de que es un asunto de puro trámite que a cualquier momento se despejará o que dado el orden de prioridades del gobierno de Bush, el TLC no ocupa los primeros lugares.

“Los gringos nos tienen en un nivel muy bajo de prioridad frente a asuntos como el Medio Oriente, Irak, la OMC o Doha”, es un comentario crudo de alguien que no autoriza su autoría.

Sin embargo, el problema puede no ser tan simple y dentro de las especulaciones caben que a ese país no le gustaron los anuncios oficiales de Colombia de no extraditar a los paras, lo del ofrecimiento de la embajada de Francia a Samper -quien no tiene visa a E.U.- o incluso la interinidad en la embajada en Washington.

Nadie sabe qué y por qué está pasando. Ni siquiera el gobierno.

Los desplantes y el alargue un denominador común

Más de un desplante, aplazamiento o ’turno de espera’ han tenido que soportar los negociadores colombianos desde que se inició oficialmente la negociación del TLC con E.U.

Tras una primera ronda muy cordial, que tuvo como marco a Cartagena el 18 y 19 de mayo del 2004, los equipos de los países andinos comenzaron a enfrentar todo tipo de estrategias desplegadas por los estadounidenses para amilanarlos y dejarlos sin argumentos.

La ausencia de coordinadores de mesas de negociación considerados ’clave’, en momentos álgidos de la discusión, los argumentos sobre la necesidad de apurar el proceso por la partida del entonces representante comercial de E.U., Robert Zoellick, las elecciones presidencias en las que podría estar en juego la reelección del presidente George W. Bush sirvieron de argumento para aplazar el análisis de textos presentados en la mesa por los andinos para concentrarse sólo en los estadounidenses, fueron características en las primeras rondas de negociación. En el segundo año la excusa de que la prioridad era la aprobación del Cafta en el congreso americano copó buena parte de la discusión, aunque seguían los desplantes en abordar temas de interés para Colombia como el agropecuario, que durante casi tres rondas de negociación brilló por su ausencia y provocó un verdadero ’mitin’ de los gremios agropecuarios del país.

Aunque los negociadores estadounidenses argumentaron la necesidad de apurar el paso para cerrar el proceso, a la hora de tomar decisiones estas volvían a ser etéreas. Un proceso que debía terminar en 7 ú 8 rondas en el 2005, terminó alargándose por cuenta de los desacuerdos y desencuentros entre los negociadores.

La última ronda de negociación finalizó el 27 de febrero de 2006. Pero, quienes creyeron que este era el último paso en el cierre de textos se equivocaron porque se dio un nuevo un alargue en el ’extra tiempo’ por cuenta de revisiones, diferencias semánticas y de interpretación, revisiones, nuevas revisiones y finalmente un acuerdo que cerraba todo el proceso en materia agrícola y que culminó el 7 de julio en Washington.

PROBABILIDADES DE APROBACION

Pero lo paradójico va más allá. Con la demora por parte de Bush, hoy parecería más probable que el TLC sea aprobado por el Congreso de Colombia que por el de Estados Unidos pues los tiempos así lo estarían indicando. Por lo menos así lo creen expertos en el tema. Mauricio Reina, ex viceministro de Comercio y uno de los más estudiosos del tema, cree que la demora en la notificación es “insólita, delicada y grave” no para los intereses de E.U. sino de Colombia. “La tardanza en la notificación hace difícil que el TLC se presente al Congreso antes de las elecciones de noviembre por los 90 días que deben pasar”, considera Reina.

Su explicación es que el Congreso que recibe el TLC decida dejarlo "por decencia" al nuevo Congreso que entra a legislar el año entrante Así, es dudosa su aprobación a tiempo en E.U. para que arranque en 2007. Una vez el Congreso de E.U. recibe el tratado tiene hasta noventa días para su estudio. Si Bush cumple la notificación la semana entrante, el plazo del Congreso comenzaría a correr a mediados de noviembre. Pero hay otro asunto que preocupa, según Reina: si el partido Demócrata obtiene la mayoría parlamentaria -lo que es muy probable- y con la baja popularidad de George Bush, el asunto no es tan fácil que sea aprobado, así se alegue que Colombia tiene una condición política especial. No es un secreto que los demócratas son reacios a aprobar tratados de libre comercio, pues representan a grupos de obreros de E.U. que alegan que esos acuerdos atentan contra el empleo interno.

También escuchan más (que los republicanos) a grupos de organizaciones que cuestionan el trato de los derechos humanos, el trabajo infantil y el maltrato a sindicalistas. Y la realidad es que Colombia -al menos para esos grupos- no tiene un buen registro en esos temas. En los términos anteriores, no todo es claro para el TLC, irónicamente en E.U.

source : Portafolio

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