El voto británico por abandonar la Unión Europea abre la posibilidad de docenas de riesgosos acuerdos comerciales que se están negociando y tienen efectos de largo alcance por todo el mundo.
El deseo de contar con políticas de comercio independientes fue el factor motivante clave para quienes propusieron abandonar la Unión Europea. Mediante estas políticas comerciales, los think-tanks de derecha y los políticos confían en acercar la economía británica al modelo estadounidense de desregulación y liberalización, y alejarlo de lo que se percibe como el proteccionismo sobre-regulado de la Unión Europea. Es más, confían comerciar mucho más con economías emergentes y en desarrollo, construyendo sobre lo que consideran es la gloriosa historia británica con el libre comercio.
Estos acuerdos comerciales podrían tener un serio impacto en los servicios públicos y los estándares alimentarios de Gran Bretaña, y amenazan con hacer de su economía una mucho más dependiente de las finanzas, profundamente centralizada y desigual —justo las condiciones, irónicamente, que dieron pie al surgimiento de Brexit. Pero a nivel global el impacto podría ser mucho más serio, pues el gobierno británico amenaza con batear en favor de las grandes corporaciones utilizando la propiedad intelectual, el comercio electrónico, las reglas de protección de inversiones y procuración, para rasgar los estándares y las regulaciones que los países en desarrollo emplean para proteger a su población, su ambiente y su derecho a un desarrollo económico.
El nuevo sistema británico para negociar y ratificar los acuerdos comerciales es profundamente antidemocrático. La opinión pública no tiene derecho alguno a la información, los miembros del parlamento son incapaces de ejercer el escrutinio apropiado, ya no digamos frenar uno de esos acuerdos comerciales. Así, la lucha por una rendición de cuentas y una transparencia básicas debería ir de la mano del intento por frenar estos riesgosos acuerdos comerciales.
Gran Bretaña es ahora un país profundamente polarizado, donde nada es seguro. En un momento en que la relación con la Unión Europea sigue sin resolverse, es difícil incluso saber cuáles áreas del comercio será capaz de negociar. Los más ardientes militantes del libre comercio tienden a favorecer un Brexit “sin negociación alguna”, que deje a Gran Bretaña en posición de apertura que le permita impulsar los más extremos pactos de libre comercio posibles.
Por otro lado, en el momento actual hay una oportunidad positiva por haberse vuelto a despertar el interés en el comercio y también porque se puede informar a la población que un acuerdo de comercio moderno va más allá de los aranceles y las cuotas. Al interior de los partidos se están discutiendo y proponiendo nuevas modalidades de “hacer negocios” que no se había visto en muchos años.
Gran Bretaña ha estado buscando acumular más de cuarenta pactos comerciales firmados entre la Unión Europea y terceros países, entre ellos Corea del Sur, Japón, Canadá, los Estados caribeños, América Central, los Estados del Este y el Sur de África. También se han identificado como prioridades nuevos pactos comerciales con Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
Contribución de Nick Dearden (Global Justice Now)
actualización de agosto de 2019
Foto: Global Justice Now