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Acuerdo de Asociación Económica de la Comunidad Andina de Naciones con la Unión Europea

Acuerdo de Asociación Económica de la Comunidad Andina de Naciones con la Unión Europea

Por Andrés Espinosa Fenwarth

Las negociaciones entre la CAN y la Unión Europea marcan un hito histórico sin precedentes para las naciones andinas y para Europa por igual, pues nos comprometen de manera conjunta e histórica en la escogencia de un camino para el relacionamiento futuro en los años por venir en materia política, comercial y de cooperación.

El tema comercial es la verdadera novedad en este trascendental proceso, que confirma la relevancia de la diplomacia económica en la interrelación política con los europeos, y dentro de este marco, la negociación agrícola se erige por derecho como el eje del proceso, como el catalizador que puede amalgamar de manera duradera este importante y complejo proceso negociador.

La negociación con Europa es un reto de vastas proporciones para la CAN y sus países miembros, que se juegan el todo por el todo en este ambicioso proyecto de Asociación que nos permita renovar la integración regional andina -que pronto cumplirá 40 años de existencia-, e insertarla en las corrientes globales del comercio mundial. Al interior de la CAN, los desafíos se presentan como el reto del momento, tanto para los países miembros que ponen a prueba su vocación de integración, como de la Secretaría de la CAN, que tiene la oportunidad para hacer un aporte técnico al proceso de grandes proporciones y repercusiones al interior de la subregión.

La agricultura es el eje de la negociación. La agricultura es el sector económico de acceso a mercados que concita toda la atención y esfuerzo, tanto a nivel técnico como político, en la esfera privada y en la pública en estas negociaciones. Cabe recordar para la UE la agricultura representa tan solo en el 1.9 por ciento en promedio del PIB, y para Colombia ésta supera el 11.2 por ciento según el DANE. Participación que puede superar según el Banco Mundial el 20 por ciento si tomamos en cuenta los encadenamientos de las cadenas productivas de la agricultura, la agroindustria y las industrias que proveen semillas e insumos, fertilizantes, fungicidas y maquinaria para la agricultura. Es decir que solo en términos económicos, la agricultura para Colombia es 10 más importante que para la Unión Europea.

La importancia de la agricultura se hace aún más evidente, pues las negociaciones en materia de acceso a mercados incluyen el banano, producto sobre el cual Colombia y Ecuador tienen serios y fundamentados intereses comerciales, países que adelantan procesos paralelos de solución de diferencias en la OMC contra el discriminatorio régimen de importación de la Unión Europea impuesto a partir del 1 de enero de 2006.

Es pertinente anotar que el banano explica el 36% de las exportaciones a la UE (40% a nivel andino cuando tomamos en cuenta el agregado con Ecuador), lo cual lo convierte automáticamente en el producto de mayor interés comercial agrícola en esta negociación, cuya exclusión sería impensable, so pena de violentar las disposiciones del Artículo XXIV del GATT de 1994 (sobre la necesidad que se debe incorporar en este proceso negociador una parte sustancial del comercio). La eventual exclusión del banano haría exactamente eso, dejar el Acuerdo al margen de la OMC, cuya incompatibilidad podría impedir su feliz culminación.

De análoga manera, el azúcar amerita capítulo aparte, no solo por el interés comercial de Colombia que detenta la productividad más alta del mundo, segundo productor después de Brasil en Latino América, sino por las políticas de la Unión Europea y su posición comercial en el mundo en el que juega en grandes ligas como importador de azúcar crudo, y de manera simultánea, como exportador de azúcar blanco refinado apalancado en subsidios a las exportaciones que fueron condenados en la OMC en el año 2005 a instancias de un reclamo adelantado por Brasil. Este fallo, cuya apelación favoreció a Brasil, obligó a la Comisión Europea a modificar su régimen de azúcar en el año 2007, de tal manera que aceptó reducir su cuota de producción en 2 millones de toneladas métricas para el año 2007/2008.

De acuerdo con el USDA Foreign Agricultural Service,
“en los próximos 5 años o más, la oferta de azúcar de la Unión Europea puede caer entre 3 y millones de tonelada métricas, causando que la Unión Europea se convierta en un pequeño exportador o incluso con un balance neutral o importador neto, comparado con su situación actual en la que es un gran exportador en los mercados mundiales” .

A lo anterior se suma el carácter estratégico de la agricultura, como engranaje fundamental de la Seguridad Democrática de la presente Administración en Colombia, y la continuada recuperación de las actividades lícitas, el empleo productivo y la disminución de la pobreza en el campo colombiano.

Las negociaciones agrícolas giran en torno a los siguientes principios cardinales:

1. La agricultura debe ser ganadora neta como resultado de la negociación, con garantía de que los resultados son equitativos y de conveniencia nacional, que garanticen un acceso real para los productos de interés comercial de Colombia, preceptos que dimanan de la Constitución Política de Colombia.

2. La agricultura no puede ser utilizada como moneda de cambio por otros sectores como una forma de garantizar otro precepto constitucional que establece que los resultados de las negociaciones comerciales deben ser de beneficio recíproco.

3. La negociación con la Unión Europea debe resultar en la completa eliminación de los aranceles de los productos agropecuarios negociados y de las barreras no arancelarias que los afectan, a fin de que se garantice el acceso real al mercado de la Unión Europea, y con ello el precepto constitucional de conveniencia nacional, incluido por supuesto la consolidación de las preferencias del SGP plus y su ampliación.

4. La negociación debe incluir la eliminación de los subsidios a las exportaciones desde el día uno de implementación de lo acordado.

5. Acorde con la Constitución Nacional de Colombia, el proceso de negociación debe garantizar la gradualidad del proceso y por tanto una protección razonable para la agricultura.

6. En el caso de Colombia, es fundamental tener en cuenta la ’cláusula de preferencia’ aplicable en materia de subsidios y de acceso a mercados de toda la agricultura.

7. La estructura de protección arancelaria agrícola determina por entero las negociaciones en este campo con la Unión Europea, lo cual exige definir criterios adicionales que nos permitan avanzar en estas negociaciones. Entre ellos, se encuentran los siguientes:

a) Equiparación de aranceles base.

b) Verificación de aranceles base de la Unión Europea, en particular del banano que representa el 40% de las exportaciones andinas a la Unión Europea.

c) Identificación de prioridades de exportación,eliminación de aranceles ad valorem y específicos, incluidos los precios de entrada, y la consolidación de las preferencias SGP plus y su profundización para que se garantice un acceso real adicional para los andinos.

d) Identificación de los productos sensibles.

e) Definición de la asimetría a favor de los andinos y del Trato Especial y Diferenciado para Ecuador y Bolivia.

Por último, si bien no se puede perder de vista que la Unión Europea representa una formidable, incluso admirable maquinaria de negociación, como bien decía el presidente John F. Kennedy, “jamás negociemos con miedo, pero jamás temamos negociar”.

¡Vamos, todos a una como en Fuenteovejuna, por todo con todo!

Fuente: II Foro-Taller Internacional sobre las Perspectivas de las Negociaciones Comerciales Agropecuarias de Ecuador. Quito, Ecuador. Enero 22 de 2008.


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