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¿Centroamérica negociará un TLC ’light’ con la Unión Europea?

¿Centroamérica negociará un TLC ’light’ con la Unión Europea?

Por Olmedo Beluche (especial para ARGENPRESS.info), 22-10-07

No han terminado de contarse los votos del referéndum de Costa Rica sobre el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (CAFTA, en inglés), ni termina de ratificarse el TLC EEUU Panamá (o TPC, como le llaman ahora), cuando ya se inicia este lunes 22 de octubre, en San José (¿casualidad?) la negociación de Centroamérica (CA), como “bloque”, con la Unión Europea (UE) de un Acuerdo de Asociación (AdA).

Es que la globalización neoliberal pega y pega, no da tregua, y poco a poco va imponiendo un nuevo orden mundial que asegura las nuevas formas que reviste el “imperialismo del siglo XXI”. Nuevo orden económico mundial que garantiza la primacía de las empresas multinacionales procedentes del G-7, de sus productos comerciales, sus capitales financieros e inversiones.

De hecho, ya en este momento, sin firmar un nuevo acuerdo, Centroamérica tiene una relación comercial deficitaria con la Unión Europea. Dejando de lado a Panamá, en 2006 Centroamérica exportó a la UE 2,278.6 millones de dólares en productos, e importó de allá mercancías por 3,077.5 millones de dólares.

Otro aspecto es la calidad de las exportaciones de CA, pues mayormente seguimos siendo monoproductores y monoexportadores, ocupando el café más de la mitad de los valores exportados a la UE. Mientras que, importamos de la UE productos manufacturados, especialmente farmacéuticos. Sólo en el caso de Costa Rica hay una variación, ya que exporta más “frutas tropicales” (como la piña), pero el resultado también es deficitario. En el caso de Panamá es igual, sólo cambia el tipo de producto a la cabeza de las exportaciones, banano.

La Unión Europea es el tercer “socio” comercial de la región, luego de Estados Unidos y el propio comercio intrarregional. Otro aspecto a ponderar es la Inversión Extranjera Directa (IED) europea, que ha tenido un peso importante, y es la segunda después de EEUU, en especial durante los procesos de privatización de los servicios públicos, en especial, telefonía y electricidad. IED que ha revertido los flujos, en los 90 de allá para acá, y ahora fuga crecientes capitales hacia allá gracias a las privatizaciones.

Algunos quieren creer que la negociación que se inicia con la UE llevará a la aprobación de un TLC “light”, comparado con CAFTA. Esta creencia se basa en que los europeos, siempre más “civilizados” que los gringos, proponen lo que llaman un Acuerdo de Asociación, del cual el Comercio es uno de los pilares, asociado a otros dos, que pretenden “dorar la píldora”: Cooperación para el Desarrollo y Diálogo Político.

En realidad, el componente básico a negociar es Comercio, y en este sentido, los contenidos y temas a negociar son los mismos que CAFTA: competitividad, propiedad intelectual, acceso a mercados, inversión, reglas de competencia, etc. Los Acuerdos de Asociación de la Unión Europea tienen un carácter complementario a los TLC realizados por EEUU y caminan en el tiempo con posterioridad a éstos. Por ejemplo el AdA de la UE con Chile se concluyó seis meses después del TLC de este país con EEUU. En ese sentido, hacen una especie de refuerzo de la estrategia imperialista internacional para un nuevo orden económico neoliberal.

En materia comercial, los especialistas son unánimes en señalar que, siendo el “fuerte” de Centroamérica las exportaciones agrícolas, los escollos que encontrará son dos: uno, el problema de los subsidios, el cual la UE al igual que EEUU sacará de la negociación del AdA, porque se atiene a los acuerdos multilaterales (como la Ronda de Doha), que están estancados; dos, que difícilmente CA logrará más de los que ya tiene “concedido” en el llamado Sistema Generalizado de Preferencias (SGP y SGP+), una especie de Iniciativa de la Cuenca del Caribe como la que tiene EEUU para la región.

Mediante el SGP+, la UE ha concedido a 180 países, desde 1971, entre ellos CA, comercializar en Europa a bajos aranceles y de manera libre algunos productos, con reducción arancelaria del 3.5% sobre derechos ad valorem, 30% sobre derechos específicos, y en cero (0) los no sensibles. La diferencia que podría lograrse es que se supere el carácter unilateral y limitado (en cobertura y tiempo) en la negociación del AdA. Sin embargo, la casi la totalidad del Sector Agrícola es considerado sensible para la UE, y en los no agrícolas entran en esta categoría los textiles, vestidos, etc.

De modo que, aunque se venda la idea, al igual que se hizo con CAFTA, de que mediante el AdA tendremos a un enorme mercado, con alta capacidad de consumo (1,800 euros per cápita de PIB anual), la realidad es que poco nuevo podremos vender.

A cambio, la UE hará énfasis, igual que EEUU, en lograr que Centroamérica ceda aquello que le ha sido bloqueado en la Ronda de Doha por el tema de los subsidios (recordemos que una alianza de países encabezada por Brasil e India bloquearon el avance de los acuerdos de OMC mientras Europa y EEEUU sigan subsidiando sus exportaciones agrícolas): servicios, incluidas licitaciones públicas, y propiedad (privada) intelectual o “derecho de patentes”.

El objetivo general, de ahí la complementariedad entre los TLC promovidos por EEUU y los AdA de la Unión Europea, es realizar un cerco a aquellos países que aún resisten los nuevos criterios globalizadores, de manera que al cabo de unos años la mayor parte del planeta se regirá bajo esos criterios que terminan por desmantelar el “proteccionismo” y el “estado de beneficio” y lo que quede de keynesianismo entre nosotros.

Respecto al pilar de la Cooperación tampoco habrá mucho nuevo que negociar, puesto que ya la UE ha aprobado un plan (2008-2013) de 840 millones de euros, de los cuales ya la mayor parte ha sido negociado con cada país por separado, y un monto pequeño (75 millones) está destinado a fomentar las instituciones de la “integración” centroamericana: de manera particular, la promoción de la Unión Aduanera CA, cuya existencia era una precondición para la negociación, y ahora ha cambiado a uno de los objetivos de ella.

El aspecto de Diálogo Político tiende a reforzar los elementos anteriores y aunque se fije objetivos “altruistas”, como la promoción de la democracia, las instituciones de la integración de CA, la cohesión social, la participación ciudadana, sostenibilidad ambiental, etc., todo es desde la perspectiva tutelada del Norte sobre el Sur, y no una construcción hecha por nosotros a nuestra propia medida e intereses.

Es más, podemos afirmar que estos objetivos “democráticos” deben funcionar en el esquema como garantes del “libre comercio”, que en la visión neoliberal impera sobre otros aspectos, a nuestro juicio los importantes: el desarrollo económico y social de nuestros países bajo un sistema verdaderamente democrático en que sean los pueblos quienes realmente tomen las decisiones.

Centroamérica además llega a la negociación en la peor de las situaciones posibles. En vez de constituir un “bloque”, seguimos siendo seis pequeñas repúblicas bananeras fragmentadas. Las instituciones de la llamada “integración” (SICA, SIECA) son en realidad meras formalidades sin existencia ni legitimidad en nuestros pueblos. O están completamente desprestigiadas por la corrupción, como sucede con el PARLACEN, que para lo único que sirve es para que se ganen un cheque extra algunos políticos, además de la necesaria “inmunidad” que les cubre frente a las acusaciones de corrupción que tienen en sus respectivos países los diputados y ex presidentes.

Incluso, en el caso particular de Panamá, y podríamos añadir Costa Rica, que están un poco “mejor” en lo económico y social, ha habido una resistencia histórica frente a la integración. Panamá ha adherido formalmente a al Sistema de Integración Centroamericano (SICA), pero se ha resistido a entrar hasta ahora al Sistema de Integración Económico Centroamericano (SIECA).

Recién hace un par de semanas, el canciller panameño prometió la adhesión a este último, aparentemente forzado por la UE en el sentido de que la “ayuda” (cooperación) de 50 millones programada no llegaría si no se sumaban a la negociación de AdA, lo que implica sumarse a SIECA y a la Unión Aduanera, que no quieren nuestros comerciantes.

Al final, el problema, para quienes aspiramos a otro mundo posible, es cómo confrontar este avance arrollador del “imperialismo del sigo XXI”. No es fácil oponer, desde la oposición (valga la redundancia), un modelo diferente de integración económica en un mundo controlado por el G-7 y sus transnacionales. Como se expresó en el referéndum de Costa Rica sobre el TLC, sigue siendo posible para nuestros gobiernos entreguistas levantar el miedo al aislamiento y las sanciones si no nos sometemos a los criterios recolonizadores de la globalización neoliberal.

La única manera de enfrentar esto sería mediante “otra integración”, en la que nuestros pueblos se unan realmente (en lo político) y se complementen y apoyen (en lo económico). La experiencia de la Alianza Bolivariana de Las Américas (ALBA) podría ser un modelo, frente a una integración tutelada por EEUU y la UE.

Pero aquí también surgen contradicciones risibles: ¿Cómo el gobierno sandinista de Daniel Ortega justifica su pertenencia al ALBA, a la vez que se somete a CAFTA y ahora al AdA con la UE? En alguno de los lados de la ecuación económica y política hay una mentira. No se puede estar “con Dios y con el Diablo” al mismo tiempo.

La ironía del momento es que nuestros gobiernos títeres apelan a Bolívar y Morazán para construir una “integración” que es lo contrario de lo que ellos pregonaban. Queda al movimiento popular, obrero y social de Centroamérica integrarnos para una lucha común frente al avasallamiento neoliberal. Unica manera de construir otra Centroamérica posible.


 source: ARGENPRESS