Cumbres de Cochabamba: ¿Hacia cuál integración?
ALAI AMLATINA, 14/12/2006, Quito.- Los dos encuentros realizados la
semana pasada en Cochabamba, Bolivia, -la Cumbre Sudamericana de
Naciones (8 y 9 de diciembre) y la Cumbre Social por la Integración de
los Pueblos (del 6 al 9)- dan una nueva señal de los cambios que se
están viviendo en América Latina. No obstante, es aún temprano para
poder juzgar si el proceso de integración que se está emprendiendo en el
Sur del Continente significará realmente un nuevo rumbo para el
desarrollo económico, político y social, o si terminará siendo el mismo
modelo anterior, disfrazado bajo un discurso novedoso.
Mientras que la Cumbre oficial logró adelantos tímidos en los acuerdos
para institucionalizar el proceso de integración sudamericana, la Cumbre
Social, por su parte, se destacó por los avances propositivos desde los
movimientos sociales de la región, que buscan dar cuerpo a una propuesta
de modelo de integración que ponga por delante los derechos humanos, la
justicia social, la cooperación entre pueblos y la solidaridad. En este
último evento, unas 4.400 personas (cifra que rebasa en 50% lo
esperado), principalmente de las redes y organizaciones sociales de
América Latina y de Bolivia, participaron en los talleres o paneles, y
en las 14 mesas de diálogo temáticas o sectoriales, que elaboraron
propuestas de consenso a presentar ante los gobiernos y los pueblos de
la región.
El carácter de las dos Cumbres -sobre todo la Social- estuvo fuertemente
marcado por la realidad del país sede, Bolivia, cuyo gobierno, surgido
de los propios movimientos sociales, ha abierto amplios espacios de
participación en la política. También sobresalió por la numerosa
presencia indígena de ese país -mayoritaria entre los 30.000 asistentes
al acto de clausura-, y a través de las repetidas expresiones de
solidaridad internacional con el proceso boliviano, ante las presiones
desde la derecha nacional, que con huelgas de hambre y la ocupación de
edificios públicos, pretendieron bloquear las reformas en marcha.
Confrontar visiones
La Cumbre Social no pretendió ser una contra-cumbre, sino más bien de un
espacio de acompañamiento, propuesta y diálogo con la Cumbre oficial,
– sin descartar la crítica-, desde un espacio autónomo de los movimientos
sociales y ciudadanos. Si bien contó con el apoyo del gobierno
boliviano, tuvo el carácter de un evento autoconvocado por los
movimientos y organizaciones sociales agrupados en la Alianza Social
Continental, la Campaña Continental Contra el ALCA, el Movimiento
Boliviano por la Soberanía y la Integración Solidaria de los Pueblos, y
otras articulaciones regionales. Luego de haber protagonizado las luchas
contra el Área de Libre Comercio de las Américas -ALCA- y los Tratados
de Libre Comercio -TLCs- con EE.UU., tales movimientos enfrentan, en la
actual coyuntura, un desafío nuevo y nada fácil: él de pasar de la
resistencia a la construcción de propuestas alternativas viables para la
integración, desde el enfoque de los pueblos.
Pues, como plantea el Manifiesto de Cochabamba (http://movimientos.org/noalca/integracionpueblos/show_text.php3?key=8764),
declaración política de la Cumbre Social, se vive un "nuevo momento
político y social, avanzando en la conformación de nuevos gobiernos
sensibles a las demandas populares, que se distancian de la agenda del
gobierno de Estados Unidos y de las corporaciones y que buscan un camino
propio"; coyuntura que constituye una "oportunidad histórica... para
avanzar hacia una verdadera integración soberana y para los pueblos".
Además de los debates internos, se establecieron espacios formales de
diálogo con la Cumbre Sudamericana: una delegación fue invitada al
espacio oficial para intercambiar con los vicepresidentes de los 12
países de la región, donde expresó particularmente las inquietudes y
propuestas sobre el carácter general de la Comunidad Sudamericana de
Naciones (CSN). También en la Cumbre Social se organizaron siete
diálogos interseccionales, que juntaron en la mesa a representantes
gubernamentales con aquellos/as de los movimientos sociales, para
debatir temas como la integración energética, comercial, financiera e
infraestructural, los grandes problemas sociales, el medio ambiente y el
agua. Es más, no pocos delegados oficiales de distintos países acudieron
a escuchar las mesas de intercambio en los eventos del espacio de los
pueblos.
Entre las apreciaciones sobre el evento, diversos/as participantes
valoran que se haya logrado una visión más elaborada de los distintos
temas, con una mejor sustentación, como se puede apreciar en los textos
de conclusiones de las 14 mesas (ver
http://movimientos.org/noalca/integracionpueblos/). Además, se ha
fortalecido el consenso de impulsar una integración que no sea
vertebrada por el libre mercado "basado en la exportación de productos
básicos y bienes naturales, fundamentada en el endeudamiento y en la
desigual distribución de la riqueza", como reza el Manifiesto de Cochabamba.
No obstante, muchas personas expresan también preocupación por ciertas
tendencias presentes en el proceso oficial. Es cierto que en muchos
aspectos, la Declaración de Cochabamba
(http://www.movimientos.org/noalca/integracionpueblos/show_text.php3?key=8773),
firmada por los 12 presidentes de la región (o sus representantes),
recoge elementos que han sido defendidos por los movimientos sociales
(como el combate a la pobreza, la exclusión y la desigualdad social; la
superación de las asimetrías; el énfasis en la solidaridad y
cooperación; el respeto a los derechos de los pueblos originarios; la
igualdad de género, entre otros). Pero a la vez se percibe una clara
inclinación entre varios gobiernos a favorecer un modelo orientado hacia
los grandes proyectos de infraestructura, las inversiones privadas y
extranjeras y el libre comercio. Y ello incluye a presidentes que a
veces se consideran dentro del campo "progresista", como el presidente
Lula da Silva de Brasil, cuyo discurso en la Cumbre oficial se asemejaba
a una apología del neoliberalismo, entre otros con su defensa acrítica
de la Iniciativa de Integración de la Infraestructura de la Región de
América del Sur (IIRSA).
Justamente, este proyecto, que consiste en 300 megaproyectos para la
conexión física del continente, fue duramente criticado en la Cumbre
Social por responder únicamente a los intereses de grupos económicos
poderosos. Implica la construcción de megacarreteras, en tanto
corredores de exportación "generando a su paso corredores de miseria y
el aumento acelerado de la deuda", como señalan las conclusiones de la
mesa sobre este tema. Corresponde a un modelo económico primario
exportador y extractivista de bienes naturales.
La Cumbre Social: avances propositivos
Las mesas temáticas de la Cumbre Social por la Integración de los
Pueblos abordaron: militarización, agua, comercio,
agricultura-tierra-territorio, energía, revalorización de la hoja de
coca, justicia e impunidad, migraciones, infraestructura, comunicación,
financiamiento, medio ambiente e industrias extractivas, derechos
sociales y pueblos indígenas. Entre aquellas que se destacaron por sus
avances propositivos, se puede resaltar, por ejemplo, las de energía,
infraestructura y pueblos indígenas.
Las recientes medidas en Bolivia, entre otros países, por recuperar el
control y los beneficios de los hidrocarburos, colocaron el marco del
tema energía. Se propone fortalecer las empresas estatales, nacionalizar
las reservas energéticas, garantizar el acceso de todos al
abastecimiento energético y desarrollar un modelo menos despilfarrador
de energía.
En infraestructura, se avanzó en la formulación de una contra-propuesta
al IIRSA, que contempla la "infraestructura para la integración y el
desarrollo de las comunidades de todos los países de América del Sur,
entendiendo que la misma debe incluir aspectos políticos, económicos,
sociales, culturales y ambientales", renovando los ferrocarriles,
creando empresas estatales de transporte marítimo e interconectando las
redes de telecomunicaciones, entre otros.
Los pueblos indígenas, por su parte, elaboraron una propuesta que
reivindica la integración regional que ellos mismos están emprendiendo,
planteando que "hoy nuestros pueblos deben ser los actores de una
integración para Vivir Bien en términos de identidad cultural, de
armonía entre nosotros y con nuestra madre tierra”, y que destaca que:
"No somos el folklore de las democracias ni solo pedimos derechos
sectoriales. Somos actores para lograr cambios estructurales que logren
’Para Todos Todo’”. Fue notable la intersección de las propuestas
indígenas con otros temas (como industrias extractivas, agua, medio
ambiente), que llevó a propuestas de consenso; sobre todo que ahora se
trata de responder a realidades políticas que exigen de repuestas más
urgentes.
El Llamamiento Indígena contempla temas diversos, entre otros: políticas
públicas y de Estado interculturales, la representación directa de
pueblos indígenas en la CSN, reestructuración del IIRSA, medios de
comunicación indígenas e integración sin militarización.
Algunos temas fueron recurrentes en los diferentes espacios temáticos:
así, por ejemplo, casi todas las mesas invocan mecanismos concretos para
garantizar la participación ciudadana en el proceso de integración.
Varias mesas exigen la abrogación de los tratados bilaterales de
protección de inversiones; y rechazan la presencia militar extranjera en
el subcontinente y el Plan Colombia, entre otros.
Otras propuestas incluyen: establecer el agua como derecho humano,
prohibir su privatización, proteger las fuentes hídricas y construir una
Convención Sudamericana del Agua. En derechos sociales, la elaboración
de una Carta Social de Sudamérica y el establecimiento de una ciudadanía
regional. En financiamiento, la auditoría de las deudas; un fondo común
de reserva y la creación del Banco del Sur. En militarización, la
participación de las organizaciones sociales en las decisiones sobre
políticas de Defensa y Seguridad nacional y la salida de Haití del
MINUSTAH (fuerza militar de paz, liderado por Brasil). En agricultura,
una reforma radical a la insostenible estructura de propiedad de la
tierra. En comunicación, el reconocimiento del Derecho a la
Comunicación, la adopción de políticas para garantizar el acceso
ciudadano a los medios y tecnologías de comunicación, y el
fortalecimiento de las redes regionales de comunicación pública (como
Telesur).
La Cumbre Social se caracterizó también por la afirmación de
diversidades. Por ejemplo, fue notable la presencia del sector LGBT
(lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), que participó en la
comisión organizadora, y se movilizó desde todo el país para aportar
propuestas en los diversos temas, que los vinculen con la lucha contra
la discriminación basada en la identidad. Por su parte, las mujeres se
autoconvocaron para reivindicar su voz y presencia en los procesos de
integración de los pueblos. Si bien por lo general hubo un
reconocimiento de estas diversidades, no faltaron reclamos ante la mayor
presencia de los hombres en los puestos de representación y por ciertas
expresiones de sexismo y homofobia.
Por delante queda otro desafío, pues no basta tener buenas propuestas,
sino también consolidar las fuerzas sociales que las llevarán adelante.
Si bien se parte de un acumulado importante de movimientos sociales en
la región, queda pendiente definir cómo reorientar y sostener el ímpetu
y los niveles de articulación que se lograron con la Campaña Continental
contra el ALCA, y que se han prolongado en las luchas contra los TLCs.
La Cumbre oficial: el peso de la CAN y el MERCOSUR
La Declaración de Cochabamba firmada por los presidentes aborda, entre
los objetivos de la integración, un Nuevo contrato social sudamericano,
la Integración en energía, finanzas, industria y producción, la
Infraestructura, la Cooperación económica y comercial, la Ciudadanía
sudamericana, Migración e identidad cultural, Cooperación ambiental,
Participación ciudadana y Cooperación en defensa. Como cada punto se
desarrolla en términos muy generales, la Declaración no permite apreciar
la orientación que se dará a estos temas.
Pero es sobre todo en los acuerdos institucionales que se comienza a
vislumbrar la cercanía del proyecto con los modelos anteriores de
integración, con el consiguiente riesgo de heredar sus defectos y
sesgos. Así, por ejemplo, se establece la cooperación de las secretarías
de la CAN, del MERCOSUR, de CARICOM, de ALADI y de la CAF con las
instancias de la CSN.
Otra decisión fue iniciar un proceso hacia el establecimiento de un
parlamento sudamericano, cuya sede se establecería en la misma ciudad de
Cochabamba. En cuanto a la continuación, la próxima Cumbre se realizará
en Cartagena, Colombia, en 2007.
Un mayor desarrollo de ciertos temas se encuentra en el segundo
documento emitido por la Cumbre oficial, que es la Síntesis de la "III
Reunión de la Comisión Estratégica de Reflexión del Proceso de
Integración Suramericano", si bien no representa un documento de
consenso
(http://www.integracionsolidaria.org/integracion2/publicaciones/oficiales-comisionestrategica06.htm).
Diversos actores de los movimientos sociales están cuestionando este
proceso, que se percibe como demasiado influenciado por el acumulado de
la CAN y el MERCOSUR, procesos que llevan el sello del libre comercio y
el modelo exportador, lo cual podría dificultar la definición de un
modelo de integración nuevo y distinto.