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El Consejo comunitario sobre el TLC: un último intento de anestesiar a la opinión pública

Como es habitual en este tipo de eventos el gobierno tomó la palabra dos horas para exponer su política y después concedió intervenciones de 3 o 5 minutos, en muchas de las cuales el Presidente dialogaba directamente con las personas y pedía precisiones al equipo de negociación.

Evidentemente el propósito del gobierno era ganar legitimidad para la última ronda ante la indefinición en el tema de medicamentos y agrario que están, a cinco días del cierre del proceso, en la misma situación del primer día, debido a la exagerada distancia entre las ofertas colombianas y las aspiraciones estadounidenses.

En la reunión el gobierno no se comprometió a nada. En los puntos críticos dijo que haría lo posible por negociar bien, aceptó que debería ceder más de lo que lo ha hecho hasta el momento y en el caso del agro ofreció para los sectores afectados, programas de compensación, compra de cosechas y otras medidas para atenuar los impactos negativos. En sus intervenciones los ministros de agricultura, cultura, protección social y medio ambiente, se cuidaron de expresar las aspiraciones de sus respectivos sectores y trataron de venderle al público las ideas de que el campo sería beneficiado por las nuevas oportunidades de exportación, que la identidad nacional expresada en la cultura no estaba en la mesa de negociaciones, que el medio ambiente tampoco está siendo negociado y que el tratado aseguraría la aplicación de la legislación laboral y no afectaría el acceso a medicamentos baratos. Algunas intervenciones refutaron puntualmente algunas de las ideas del gobierno, pero lo cierto es que no asistió ninguna organización ni persona opuesta al tratado, y como la negociación no ha terminado algunos todavía le dan el gobierno el beneficio de la duda.

En la reunión quedó claro que el gobierno quiere beneficiar a los exportadores, especialmente confeccionistas y floricultores, que se hace ilusiones en la llegada masiva de inversión extranjera y que el 90% del tratado que ya fue negociado refleja una identidad en torno a las más extremas teorías del libre mercado entre Uribe y Bush. Lo que falta para negociar esta semana, será simplemente la definición política sobre cuándo y en qué forma los países andinos ceden a las pretensiones estadounidenses ya que Estados Unidos ha demostrado hasta la saciedad que solo acepta la claudicación, como lo demuestra el hecho de que en propiedad intelectual y en medidas sanitarias y fitosanitarias, recientemente reiteraron sus posiciones iniciales e incluso añadieron otras exigencias y en materia agropecuaria hace meses que el gobierno espera una mejoría en la oferta gringa, la cual evidentemente o no llegará o no será mejoría. La actitud norteamericana es tan displicente que incluso puede llevar a abortar el proceso a pesar de la obsecuencia andina.

El tamaño del daño al país con la firma del TLC es enorme y nuevos sectores han empezado a hablar del tema como lo evidencian los pronunciamientos de organizaciones del sector salud y la marcha y propaganda de los artistas agrupados en la Coalición por la Diversidad Cultural. El gobernador del Valle, Angelino Garzón anunció que haría una consulta si el gobierno firma y el candidato liberal Horacio Serpa después de haber mantenido silencio durante toda la negociación, en la última semana súbitamente se ha subido al carro de los opositores y seguramente en sus cálculos electorales está contemplada la creciente actitud negativa de la población ante el TLC.

Ya en plena campaña electoral es indispensable que los candidatos presidenciales y a las corporaciones se definan y que un tema de estas proporciones forme parte del debate. El presidente Uribe puede iniciar su campaña a la reelección con el baldón de haber entregado vitales intereses del país en el TLC y hay que hacerle pagar el costo político de esta entrega.


 source: Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA, Recalca