El TTIP amenaza la protección de los derechos de los consumidores
El TTIP amenaza la protección de los derechos de los consumidores
Por La Economía de los Consumidores, 10-5-16
El TTIP contempla graves cambios en los sectores de alimentación, medicina o servicios financieros, entre otros. En el horizonte aparece la creación de un ’Foro Financiero Regulatorio’ que podría suponer la imposibilidad de que los gobiernos nacionales controlen las emisiones de productos tóxicos por parte de la banca.
El Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión, conocido como TTIP por sus siglas en inglés, trata, en teoría, de crear un mercado de comercio único transatlántico entre la Unión Europea y Estados Unidos, eliminando aranceles y obstáculos normativos. Pero hay más. “Si fuera un tratado de libre comercio normal no pasaría absolutamente nada. Este tratado es un ataque frontal a los derechos de los ciudadanos y los consumidores” aseguró José Luis Alonso, ingeniero agrónomo especializado en Economía y miembro de ATTAC en una charla organizada recientemente por ADICAE en Zaragoza.
La oscuridad sigue reinando en torno al TTIP, que sigue negociándose de forma opaca a la ciudadanía. Apenas son un puñado los funcionarios que negocian punto a punto el mismo y, en la Unión Europea, solo algunos eurodiputados han podido acceder a la documentación que se maneja. Pero sus testimonios, y los documentos filtrados por organizaciones como Greenpeace y otras entidades sociales muestran que Alonso no está desencaminado.
En el ámbito financiero, por ejemplo, en un documento de la Comisión Europea se puede comprobar cómo se tiene prevista la creación de un ’Foro Financiero Regulatorio’, que ha pasado de ser un simple foro de discusión, sin capacidad decisoria, a un organismo regulador independiente. Es decir, de aprobarse el TTIP, podría pasar a ser el único organismo con capacidad reguladora del sistema financiero. Esto podría suponer que los gobiernos nacionales no tuvieran poder para impedir que los bancos generen nuevas burbujas mediante la emisión masiva de productos financieros tóxicos destinados a pequeños ahorradores como, por ejemplo, las participaciones preferentes.
En opinión de Alonso “como se apruebe el TTIP nos va a dar igual quién gobierne, porque todo lo van a decidir las grandes corporaciones multinacionales. Como ejemplo tenemos el sistema de Arbitraje que se plantea, el ISDS, consistente en un tribunal privado en el que las empresas pueden demandar a los Estados”. Normalmente el ISDS es un sistema pensado para dar seguridad jurídica a las empresas que invierten en países en vías de desarrollo (hay más de 1.600 ISDS firmados, casi todos en tratados bilaterales).
El problema es que los árbitros proceden del sector privado y no son jueces de carrera... y que tiene como fin principal “garantizar la protección de los inversores extranjeros frente a acciones arbitrarias y discriminatorias de un Gobierno”, según indica el propio Parlamento Europeo. Es decir, si un Gobierno aprobase una ley que, por ejemplo, pusiese coto a la emisión de productos financieros especulativos, un banco podría denunciar a un Estado por considerar que esa ley daña sus intereses. Y esto repercutiría a todos los sectores: financiero, energético, alimentación, telecomunicaciones,..
Puerta abierta a los alimentos prohibidos en Europa
Pero hay más. En el capítulo alimentario, el TTIP podría abrir la puerta a la comercialización en Europa de alimentos elaborados en EE.UU. con procedimientos prohibidos en nuestro continente. Así, se daría entrada a cereales transgénicos, vegetales tratados con potentes pesticidas, pollos desinfectados con clorina o carnes de animales a los que, para fomentar su rápido engorde, se les han suministrado hormonas de crecimiento.
Según un informe elaborado por la organización Amigos de la Tierra, el TTIP aumentará enormemente las importaciones de productos estadounidenses, mientras que los productores de la Unión Europea apenas se verán beneficiados por las exportaciones. De hecho la contribución de la agricultura al PIB europeo disminuiría un 0,8% mientras que la agricultura estadounidense verá aumentada su aportación en un 1,9%.
En el informe también se desvela el ataque representa el TTIP al comercio de proximidad y a las denominaciones de origen. En efecto, las denominaciones de origen son una figura europea que protege ciertos productos vinculados al territorio donde se producen los alimentos en cuestión. Sin embargo esta fórmula no está reconocida internacionalmente. Debido a esto los consumidores podrían encontrar en su tienda o supermercado habitual productos ’típicos de España’ como el queso Idiazábal, el vino de Rioja o el jamón de Jabugo... elaborados en Wisconsin, por ejemplo. Sería un auténtico atentado al comercio de proximidad.
Medicamentos más caros
Otro de los puntos en los que los consumidores saldrían perjudicados es en el ámbito farmacéutico. Tal y como asegura Iñaki García, responsable técnico de Farmamundi, el TTIP aumentaría “la concentración monopolística en el sector farmacéutico, la producción de fármacos novedosos y la investigación y el desarrollo de los mismos en manos de un escaso número de laboratorios”. Se pretende crear “una estructura de dependencia en las líneas de investigación de fármacos para incidir en enfermedades que afectan a millones de personas pero cuya rentabilidad final en los mercados es nula o incierta”, explica García.
Además el TTIP plantea aumentar la vigencia de las patentes más allá de los 20 años actuales, retrasando así la entrada de los medicamentos genéricos en las farmacias lo que encarecería los medicamentos para el grueso de los consumidores. Es más, “se plantea impedir adelantar la tramitación del registro de los genéricos o reducir los requisitos de patentabilidad”, asegura García. También se contempla limitar las políticas de los gobiernos de precios de los medicamentos o la capacidad regulatoria gubernamental de productos como el tabaco, los alimentos procesados y el alcohol.
Finalmente, según asegura Greenpeace, que recientemente ha filtrado un gran número de documentos del TTIP, no hay ni rastro de la regla de Excepciones Generales, consagrada por la Organización Mundial del Comercio desde hace casi 70 años y que permite a los estados regular las reglas del comercio “para proteger a los seres humanos, la vida animal y vegetal o la salud”. La omisión de esta regla da a entender que se está creando un acuerdo que sitúa los beneficios económicos por encima de la vida, la salud y el medio ambiente y, en consecuencia, de los derechos de los consumidores y usuarios.