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La CAN en su laberinto

La CAN en su laberinto

Por Andrés Espinosa Fenwarth

Asesor del Ministro de Agricultura

La Comunidad Andina de Naciones (CAN) se encuentra ahora como el general en su laberinto, confuso e incierto sobre la posibilidad de llevar a cabo su sueño, la unidad de los pueblos de la subregión. La CAN enfrenta un sinuoso sendero que se constituye en el desafío de mayor calado desde el retiro de Venezuela en abril del año pasado.

La integración andina debe, por un lado, resolver satisfactoriamente el fallido intento de lanzamiento de las negociaciones de un acuerdo político, comercial y de cooperación entre la Unión Europea (UE) y la CAN generado por el cerrojo impuesto por Bolivia en la última reunión de la Comisión Mixta reunida en La Paz. Por el otro, le incumbe sortear con éxito una nueva dificultad derivada del inminente pedido de flexibilidad e independencia de Ecuador respecto de la aplicación del Arancel Externo Común y del Sistema Andino de Franjas de Precios, tal como consta en la Resolución No. 381 emanada del Consejo de Comercio Exterior e Inversiones de ese país, por cierto disponible en Internet.

Ante el anunciado retiro del Perú, esbozado por la ministra de Comercio Exterior Mercedes Aráoz en respuesta al bloqueo impuesto por Bolivia a las negociaciones con los europeos, la diplomacia andina se movió con eficacia para evitar el fracaso de la XVII Reunión del Consejo Presidencial Andino que congrega a los presidentes andinos mañana jueves en Tarija, al sur de Bolivia. Es así como el Consejo Andino de ministros de Relaciones Exteriores reunido conjuntamente con la Comisión de la CAN adoptó por unanimidad el pasado 8 de junio, vía tele conferencia, la Decisión No 667 que establece el marco general para las negociaciones entre la CAN y la UE que destraba el proceso negociador con los europeos. En esencia, los representantes de la diplomacia comercial andina reconocen la existencia de desiguales niveles de desarrollo y de diversos modelos económicos entre sus miembros que deberían traducirse en un trato más favorable para Bolivia y Ecuador en las negociaciones; aceptan igualmente “el derecho a expresar sus diferencias y negociar...diferentes niveles de alcance y profundidad en los temas y compromisos” que permitan acomodar las particulares necesidades de Bolivia, y eventualmente, excluir de las negociaciones los puntos sobre los cuales no estén de acuerdo.

La Cumbre Presidencial de Tarija tiene previsto el lanzamiento de las negociaciones con Europa en el marco de una ceremonia especial en la que se espera la participación de un representante de la Comisión Europea que avale el proceso y permita dar inicio formal a las negociaciones. Antonio Cardoso, representante de la UE en Lima afirmó el pasado fin de semana que “esto es un hecho histórico, un segundo renacimiento de la CAN...ahora con la formalización de Chile como miembro asociado”. Todo indica, entonces, que la crisis andina está conjurada, al menos por ahora.

Falta ver, sin embargo, como Ecuador plantea en la Cumbre Presidencial de Tarija su caso a favor de la suspensión de la aplicación de los instrumentos andinos que conforman el corazón de la unión aduanera, que en honor a la verdad se encuentra maltrecha por las excepciones aplicadas en diferente grado y magnitud por todos los miembros que aún la conforman: Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Estas diferencias, de ampliarse en el seno de la CAN, en lugar de acercarnos al sueño de conformar un mercado común andino, considerado de tiempo atrás un estadio superior de la integración subregional, nos podrían alejar más.

Parodiando al Libertador, la CAN diría “Carajos...!Cómo voy a salir de este laberinto!”.

Fuente: Portafolio


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