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Más vale malo conocido

En medio de la discusión con sus compañeros frentistas, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez dijo que al comercio hay que desideologizarlo. Eso es precisamente lo que hizo el director del Instituto Tercer Mundo, Roberto Bossio, en su artículo “Hora de hacer las cuentas”. Bossio analizó las dos áreas productivas más competitivas, en las que Montevideo está poniendo todas sus fichas : la agrícola y la ganadera. En el primer caso, destacó, las concesiones que podría hacer Washington son muy pocas ya que la liberalización total de los bienes agrícolas -es decir, la eliminación de los altos subsidios estadounidenses- es un tema que la Casa Blanca ya dejó en claro que se deberá discutir primero en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Las negociaciones en este organismo están totalmente bloqueadas por la negativa de Estados Unidos y de la Unión Europa de eliminar los subsidios a sus agricultores. De hacerlo, dicen, un sector muy importante de sus sociedades quedaría expuesto a una ola de importaciones más baratas de los países subdesarrollados, como Uruguay, Paraguay y Argentina.

Para analizar los eventuales beneficios para el sector ganadero -uno de los más poderosos en Uruguay-, Bossio compara la situación del país con la de Australia, país que el año pasado firmó un TLC con Estados Unidos. Sydney, como Montevideo, tenía sus esperanzas puestas en conseguir mayores cuotas para la carne, el principal producto de exportación de los dos países. A pesar de que Australia no es un país insignificante políticamente y sin capacidad de negociación, a la hora de firmar el acuerdo sólo puedo sacarle a la Casa Blanca un aumento menor al 20 por ciento, que se irá aplicando gradualmente en los próximos 18 años y sólo afectará a la carne manufacturada, es decir, para hamburguesas o comida de perro. Lo que equivale a media vaca más por estancia por año para los ganaderos australianos. Tanto Uruguay como Paraguay suponen un mercado mucho menos significativo para Estados Unidos que Australia. Por eso, se puede vaticinar que la perspectiva de un TLC entre los dos países latinoamericanos y la mayor potencia del mundo no es buena. Lo dicen los números, no la ideología.


 source: Página 12