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¿Naufraga la Alianza Pacífico?

Para Colombia, que detenta la presidencia pro témpore del naciente esquema de integración, este descalabro demuestra que la Alianza del Pacífico enfrenta insalvables obstáculos técnicos que imposibilitan llevar a la práctica la instrucción presidencial emanada de la Cumbre de Cali, relativa al cierre de las negociaciones “a más tardar el 30 de junio de 2013”.

Cabe preguntarse, entonces, ¿qué pasa al interior de la Alianza del Pacífico?

A pesar de la voluntad política irradiada desde lo más alto del Poder Ejecutivo de los cuatro países, la Alianza del Pacífico afronta serios desafíos técnicos que pueden hundirla, como ocurrió con el Titanic, por su desproporcionado grado de ambición, arrogancia oficial y desprecio por las ominosas consecuencias para Colombia de una nueva apertura comercial de todos sus bienes y servicios.

De acuerdo con un informe originado en el despacho del Viceministerio de Comercio de Colombia, fechado primero de julio y recibido de países amigos, el objetivo central de las ofertas finales de Colombia consiste en que estas puedan “venderse internamente en los países”. Así, pues, para esta institución, no importa el contenido de la negociación, ni su impacto económico o social; lo fundamental es cómo ‘vender’ sus resultados.

Según este documento, que contiene las discusiones y las recomendaciones de la reunión ministerial de la Alianza del Pacífico realizada en Villa de Leyva el 30 de junio, “se acordó que los compromisos de desgravación se harían desde la fecha en que se suscriba el Protocolo”, con lo cual pretenden marginar su contenido comercial del control legislativo y constitucional del orden nacional.

El oficio instruye a los coordinadores de las mesas de la Alianza del Pacífico para que eliminen los “condicionamientos sanitarios”, con lo cual le dan un sablazo mortal al acceso real en agricultura, especialmente en carnes, lácteos, frutas, hortalizas y preparaciones alimenticias.

La información disponible sobre lo ocurrido en Cartagena revela que las complicaciones en agricultura y servicios financieros se tradujeron en un grave fraccionamiento de la unidad de la Alianza del Pacífico.

La crisis estalló en la sesión de la medianoche del jueves primero de agosto, en la cual el jefe de la delegación de México increpó a su contraparte colombiana por los incumplimientos en sus compromisos negociadores, impasse que, al final, dejó la negociación del incipiente proyecto de integración, como un malogrado navío a la deriva, sin rumbo conocido.

Andrés Espinosa Fenwarth, publicado en Portafolio


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