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ALBA vs ALCA: ¿Yankee go home?

Esta iniciativa no tiene antecedentes directos en la historia latinoamericana. Según Chávez, es una alternativa “basada en la solidaridad, el desarrollo social y no el lucro”, en clara referencia a la Alternativa de Libre Comercio para las Américas (ALCA) impulsada desde Washington. Chávez, Fidel y Evo, catalogados según este último como la “Santísima Trinidad Revolucionaria”, condenaron enérgicamente al ALCA “anexionista y neoliberal”.

Por su parte, millones de hispanos que viven y trabajan en EEUU decidieron organizar una huelga simbólica el 1 de mayo, festividad mundial del trabajo, para demostrar hasta qué punto su poder laboral puede influir en el desarrollo económico del país y, por consiguiente, en las decisiones gubernamentales en Washington para alcanzar mejoras contractuales y derechos de inmigración.

Cambios trepidantes

Otros síntomas muestran lo acelerados que van los cambios en América Latina. La polémica decisión de Chávez de retirar a Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) “porque Perú, Ecuador y Colombia están negociando el ALCA con EEUU”, demuestra que existen fisuras muy marcadas entre la política de Washington, las nuevas manifestaciones sociales y políticas en América Latina y entre los mismos países latinoamericanos, principalmente en el área suramericana.

Colombia y Perú anunciaron la semana pasada que suscribirán el ALCA, lo que motivó a una fuerte disputa diplomática entre Lima y Caracas (retiro de embajador por parte peruana), crisis traducida también en motivos electorales: Chávez apoya abiertamente al candidato presidencial peruano Ollanta Humala, lo que llevó a acusaciones directas entre su contrincante Alan García y el presidente venezolano.

Washington pierde fuerza

Con todo ello, ¿está Washington perdiendo influencia entre los países y líderes latinoamericanos? ¿Tienen real conciencia en la Casa Blanca de hacia dónde se dirigen toda esta serie de cambios, no todos conexos entre sí? ¿Está América Latina más unida o más fracturada que antes?

Tras el 11-S de 2001, Estados Unidos ha perdido interés en América Latina, produciendo un efecto contraproducente: es evidente que la región viene experimentando un giro político no necesariamente antiestadounidense pero sí frontalmente crítico con Washington. Si triunfan Ollanta Humala, López Obrador y Daniel Ortega en las próximas elecciones presidenciales en Perú, México y Nicaragua, ese giro estaría consolidándose.

El lanzamiento del ALBA, propuesta aún enigmática y llena de incertidumbres, condiciona también este nuevo escenario. Chávez busca constituirse como el líder hemisférico y, probablemente global, con mayor capacidad para retar a Estados Unidos. Argumentos energéticos juegan a su favor, así como determinados cambios políticos regionales, motivados por la irritación popular ante las recientes experiencias neoliberales, el fracaso de los partidos y las elites políticas tradicionales y esa ambigua relación amor-odio entre Estados Unidos y América Latina.

Este escenario se ha agudizado con la presidencia de Bush y su escaso interés hacia los asuntos latinoamericanos. La perdida de aliados políticos ha reducido el margen de maniobra estadounidense pero no sus alternativas. Sólo el colombiano Uribe Vélez, varios gobiernos centroamericanos y el mexicano Vicente Fox siguen manteniendo estrechos contactos con Washington. Pero esta relación se ha difuminado o desvanecido en casos como Brasil, Argentina o Venezuela.

Pero otra realidad se vive en América del Sur. Argentina y Uruguay están enfrascados en una disputa limítrofe de carácter económico. Bolivia y Chile siguen sin mantener relaciones diplomáticas, aunque los nuevos gobiernos de Evo Morales y Michelle Bachelet caminan hacia escenarios de concordia. La región andina muestra sus síntomas más agudos de convulsión. Chávez activa una diplomacia alternativa para constituir un frente propio antiestadounidense, pero 29 de los 34 países latinoamericanos o están negociando o ya suscribieron el ALCA. Y, para rematar, el gasto militar está aumentando aceleradamente en la región, principalmente en Argentina, Chile, Venezuela y Colombia, países con disputas limítrofes con sus vecinos.

Temas con inmigración, narcotráfico o petróleo son los que parecen mover los intereses estadounidenses pero el espectro político está cambiando rápidamente, obligando a variar los focos de interés y las expectativas. Los retos se están multiplicando, aunque en distintas direcciones y no necesariamente de manera homogénea.


 source: Agencia de Información Solidaria