bilaterals.org logo
bilaterals.org logo
   

Colombia: El fiasco del TLC

Colombia: El fiasco del TLC

Eduardo Sarmiento, El Espectador, Bogotá, enero 23 de 2011

En días pasados Luis Alberto Moreno, presidente del BID, y uno de los grandes gestores del TLC, expresó serias dudas sobre la aprobación del tratado.

Si bien culpó a los sindicatos como uno de los obstáculos para la aprobación, en un arranque de franqueza manifestó que la principal razón de la negativa reside en que la mayoría de los estadounidenses no creen en el libre mercado. La misma actitud se observa en el Partido Demócrata, que, luego de haber sido el promotor del tratado en el gobierno Clinton, hoy en día aparece como el principal contradictor.

¿Qué cambió la opinión? En el momento de aprobación del TLC campeaban por el mundo las teorías de libre mercado como la gran solución para el desarrollo y las relaciones internacionales. Luego de diez años, los hechos se encargaron de controvertir la teoría sagrada de que el libre comercio eleva los salarios, conduce al equilibrio de la balanza de pagos y favorece a todos los participantes. Así, Estados Unidos aparece como el principal perdedor de la crisis de 2008 y está en una abierta confrontación con China para ampliar las exportaciones.

El desencanto con el TLC llega al actual Gobierno. No obstante que el presidente Santos fue uno de los gestores de la apertura y el jefe de Planeación el principal negociador del TLC, el libre comercio y las exportaciones no aparecen entre las cinco locomotoras del plan de desarrollo. En cambio, se le asigna un papel preponderante a la agricultura, que fue el sector más lesionado por la apertura y el más amenazado por el TLC.

Sin duda, la agricultura es la actividad que mejor ilustra el fracaso de las teorías que sirvieron para justificar la apertura. En virtud de la teoría de la ventaja comparativa, se predecía que el desmonte arancelario propiciaría el desplazamiento de los cereales y la ganadería y su sustitución por los cultivos tropicales, como el café, la yuca, la arracacha y las uchuvas. Como estos productos tropicales carecen de demanda mundial, la pérdida de los mercados externos de cereales no pudo compensarse. El área agrícola descendió 25% y todavía no ha logrado recuperarse.

El camino alternativo lo señaló Brasil. En lugar de entregar la agricultura de mayor demanda, mantuvo la protección y realizó avances tecnológicos en materia de semillas, fertilizantes y preparación de tierras para producir los bienes tropicales en condiciones similares de los países temperados. Gracias a la gestión oficial, encontraron que las siembras intensivas en tierra y agua permiten producir los cereales y la ganadería con productividades similares a las de Estados Unidos y Europa. En la actualidad Brasil aparece como el principal exportador de soya y entre los mayores productores de cereales, leche y carne. Aún más diciente, es uno de los pocos países que ha logrado aumentar el área cultivada y la productividad.

La desaprobación del TLC, por tratarse de una iniciativa contraria a los intereses de la nación, es una buena noticia. La postergación de una definición final sólo traerá costos y perjuicios. De hecho, impide que el país ingrese vigorosamente a la integración latinoamericana y que se introduzcan políticas industriales y agrícolas para remediar los daños del libre comercio y ampliar el mercado interno. No se puede desconocer que el motor de desarrollo, la locomotora, de los últimos 20 años estuvo en la apertura comercial. Quiérase o no, el fiasco del TLC obliga a replantear muchas de las directrices y prioridades dominantes.


 source: Recalca