Planteamientos para una estrategia alternativa al TLC
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ALAI-AMLATINA 01/11/2005, Quito.- En los albores del siglo XXI y
a más de ciento setenta años de la independencia política de la
mayoría de las naciones que la conforman, la situación de América
Latina colinda con la catástrofe económica y social. Con sus
aparatos productivos reprimarizados y desarticulados, hipotecados
a una deuda externa-interna de dimensiones siderales, aislados de
las principales corrientes de inversión productiva, comercio e
innovación tecnológica y sometidos al diktat de una potencia a la
par arrogante y decadente nuestros países parecerían tener
obstruidas todas las salidas. Esta “crisis de alta intensidad”,
conforme la caracterizó Agustín Cueva ya a fines de los 80, no
totaliza sin embargo la realidad continental de este tornasiglo, que
también aparece jalonada por la resistencia incluso empresarial al
fundamentalismo liberal y por posiciones defensivas de corte
institucional como la política antiinjerecista de Cuba, la Revolución
Bolivariana de Venezuela y los promisorios avances del ALBA y de
las tendencias nacionalistas y populares tanto en el Área Andina
como en el Cono Sur.
En estas ambivalentes condiciones, Nuestra América -la martiana,
no la monroísta- enfrenta los desafíos del ALCA y los TLC, es
decir, los retos de su integración con la economía más poderosa
del planeta. Proyecto que ni remotamente tiene relación con un
interés de Estados Unidos de compartir con sus vecinos del Sur
su bienestar material o sus avances tecnológicos, sino que, por el
contrario, implica una estrategia de Washington para profundizar
su dominio hemisférico en un amplio espectro de actividades:
comercio de bienes y servicios, movimiento de capitales y
tecnología, compras gubernamentales, recursos naturales y medio
ambiente, propiedad intelectual e incluso conductas políticas. De
galvanizar tal propuesta liberal de “una sola vía” -contenida
germinalmente en la Iniciativa Bush (l99l)- la región en su conjunto
pasaría a desenvolverse dentro de un estatuto más ominoso que el
de los tiempos del coloniaje ibérico. Sería el “fin de América
Latina” que pronosticara Alain Rouquié.
Este indeseable horizonte impone, especialmente a quienes no
militan en ningún determinismo histórico, la tarea de configurar y
defender proyectos alternativos al ALCA y los TLCs. ¿Con qué
materiales construir las utopías?
El desafío mayor consiste, sin duda, en el rescate de la soberanía
de nuestros Estados, tan mellada en los últimos tiempos por el
desbordamiento del poder estadounidense y de sus gigantes
corporaciones, y por el vasallaje (“por libre determinación”) de
regímenes como los de Colombia, Ecuador y Perú.
Dado que la soberanía no es una entelequia sino un planteamiento
con soportes identificables, la reivindicación de ese atributo
supone acciones (al menos) en los siguientes ámbitos concretos:
la deuda, la lucha por la paz y el impulso a esquemas de
integración/integradora.
En cuanto al primer ámbito, conviene no olvidar que, sin una
resolución radical del problema del endeudamiento, el futuro
simplemente no existe para América Latina, salvo como
hundimiento de un archipiélago de Estados fallidos. En el mundo
de la economía no existen milagros: nadie puede sobrevivir con
deudas que más se acrecientan mientras más se pagan. Si
Estados Unidos, la Unión Europea y los restantes acreedores
institucionales o comerciales - incluidos, por cierto, los Shyloks
nativos- buscan realmente restañar esa ulceración del mundo
moderno, ¿por qué no disponen la vigencia de un régimen sabático
(condonación total de deudas cada siete años)? ¿No sería la mejor
forma de honrar a nuestra tradición de civilización cristiana y
asegurar la supervivencia de nuestros pueblos? ¿O se quiere que
el genocidio económico llegue a sus últimas consecuencias?
El derecho a la paz y a la autodeterminación es consustancial a la
libertad, prosperidad y felicidad de las naciones. Resueltas o
atemperadas la práctica totalidad de controversias fronterizas entre
nuestros países -oprobioso legado del viejo colonialismo- ¿qué
sentido tiene despilfarrar los escasos recursos en guerras internas
o regionalizadas por mandato metropolitano? Aludimos
específicamente al complemento del TLC andino- estadounidense
en ciernes, el denominado Plan Colombia/IRA/Plan Patriota que ha
significado para mi país, aparte de la cesión de la Base de Manta
al Pentágono, solventar el emplazamiento en su frontera norte de
10-12 mil efectivos militares y policiales. A este mismo respecto,
¿por qué Latinoamérica no contribuye a desactivar el conflicto civil
colombiano presionando a Estados Unidos para que levante la
prohibición al consumo de las drogas psicoactivas, igual que lo
hizo en l933 con las bebidas alcohólicas? ¿Por qué aceptar que se
continúe “criminalizando” a nuestras sociedades? ¿Por qué no
formar un frente latinoamericano -similar al Grupo Contadora- en
pro de la reanudación de las negociaciones pacificadoras en la
hermana Colombia?
Respecto de la cuestión específica de la integración-
desintegradora (“anexionista”) que representan el ALCA y los
TLCs, creemos del caso cerrar estas lacónicas reflexiones con
tres comentarios atingentes a la historia de la fusión económica de
nuestros países.
Primera. Cuando el Libertador Bolívar convocó al Congreso
Anfictiónico de Panamá (l826), lo hizo buscando sustentar su ideal
de la Patria Grande en el proteccionismo de nuestros países frente
al avizorado peligro de la emergente potencia norteamericana. ¿A
título de qué argumento científico se descalificó el proteccionismo
de los países periféricos?
Segunda. Cuando hace cuatro décadas los gobiernos de la época
pusieron en vigencia la Asociación Latinomericana de Libre
Comercio (ALALC) y el Mercado Común Centroamericano (MCCA),
a nadie se le ocurrió dudar en estas latitudes de la necesaria
filosofía defensiva de los Estados y proyectos nacionales. ¿A
título de qué razón se pretende que nuestros países echen por la
borda sus atributos de soberanía? Tercera. ¿Por qué no reconocer
orgullosamente que la Alternativa Bolivariana para las Américas
(ALBA), con sus planteamientos teórico/prácticos de corte no-
capitalista, está contribuyendo de manera fundacional a una nueva
comprensión de la economía y la política. Y de ese modo, a que
la humanidad entera vislumbre la superación de la servidumbre a la
civilización del egoísmo y de las cosas?
– René Báez, profesor de la Facultad de Economía de la
Universidad Católica del Ecuador. Miembro de la miembro de
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