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Agricultura-Colombia: La despensa se agota

AGRICULTURA-COLOMBIA: La despensa se agota

Por Helda Martínez, enviada especial, 3-3-08

TUTA, Boyacá, Colombia, mar (IPS) - La población de la "despensa agrícola de Colombia", Boyacá, ocupa el segundo lugar de pobreza en el país y sus campesinos creen que resulta más costoso cultivar que comprar alimentos envasados.

En este departamento faltan estímulos para la agricultura y medios de transporte para comercializar la producción, y sobran los efectos del conflicto armado interno.

En el municipio de Tuta, de gran riqueza agrícola y lechera, el gobierno avanza en un proyecto extranjero de siembra de remolacha para destilar alcohol carburante.

"Se cambia la leche de los niños por gasolina para carros", afirma a IPS en Tuta el agrónomo Fernando Fonseca.

Con Tuta, son 123 los municipios del departamento que se extiende desde el centro del país hacia el noreste, límite con Venezuela. Según el censo de 2005 vivían allí 1,25 millones de personas. Hoy serían 1,4 millones, de acuerdo con la corporación de turismo regional.

La pobreza afecta a 71,5 por ciento de la población, y 41,5 por ciento de los habitantes son indigentes, según datos de 2006 del gubernamental Departamento Nacional de Planeación.

En la capital departamental, Tunja, viven 18 por ciento de los boyacenses, otro nueve por ciento habitan en tres ciudades de entre 27.000 y 54.000 personas, mientras el resto, poco más de un millón, se reparten en el campo y en las cabeceras municipales de menos de 10.000 habitantes.

"El campo está deshabitado porque al Estado colombiano no le interesa la tierra para el campesino", dice Fonseca.

El gobierno de César Gaviria (1990-1994) abrió la competencia entre productos nacionales y extranjeros, beneficiados con reducción de aranceles a la importación.

"Cada semestre llegaban del extranjero siete millones de toneladas de alimentos, mientras desaparecían cerca de un millón de hectáreas de cultivos, y con ellas terminaban también los escasos programas y recursos destinados a la economía campesina", asegura la economista Alicia Duque, del no gubernamental Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz.

Fonseca apunta que "muchos países consideran importante la protección de sus fuentes de alimentación, por lo que destinan recursos de la banca, la industria y el Estado para subsidiar la agricultura. En Colombia, los recursos para el campo se gastan en guerra y burocracia".

"El gobierno facilita el ingreso de los mismos productos que producimos, mientras nuestras cosechas mueren. Se volvió más barato comprar que producir. Medidas que se adelantan al Tratado de Libre Comercio (TLC), ¡cómo será si lo aprueban!", agrega.

Fonseca se refiere al TLC ya firmado con Estados Unidos, en cuya ratificación por el Congreso legislativo de ese país se empeña el gobierno de Álvaro Uribe.

Pero no sólo el ingreso de alimentos más baratos deja fuera de juego la producción agropecuaria de Boyacá.

"En Paya (190 kilómetros al noreste de Tunja) se producen los mejores aguacates de Colombia. Diez aguacates valen mil pesos (48 centavos de dólar). Pero en las capitales se consume fruta venezolana a dólar y medio por unidad", dice a IPS el profesor Manuel Rueda, del colegio local.

La razón es simple: faltan caminos, carreteras y vehículos para llevar el aguacate desde la planta hasta el lugar donde están los consumidores.

"Aquí siempre hemos sido pobres, y cada día se ve menos cómo dejar de serlo", dice a IPS el campesino Florencio Alfonso. A sus 63 años, trabaja para otro campesino un poco menos pobre que él, y dedica los domingos a su propia parcela, cerca al casco urbano del municipio de Miraflores.

"No producimos siquiera para la familia. La agricultura sólo le da plata a los que tienen cómo invertir, a los que viven cerca de la (vía) central, o a los que tienen su propio transporte", explica.

"En Boyacá hubo grandes cultivos de cebada, trigo y papa. Pero luego empezaron a traer de otros países y ahí nos fue mal", continúa.

La economista Duque recuerda que "en 1993 la producción nacional de cebada ascendía a 72.000 toneladas, la gran mayoría sembrada en Boyacá, pero con la apertura se redujo a 5.000. Lo mismo sucedió con el trigo. La producción interna decayó y se escalaron las importaciones, que superaron en 2004 el millón de toneladas, mientras la producción interna no supera las 50.000".

La política de apertura de Gaviria, la ausencia de iniciativas de fomento, sumadas al conflicto armado que causa desplazamiento masivo de campesinos, afectaron amplias extensiones de cultivos de maíz, yuca, cebolla, habas y café, entre otros.

La situación aumentó la pobreza y motivó la emigración de jóvenes.

"Los hijos se fueron para Bogotá. Mi muchacho es celador y la hija se casó con un soldado, y ya tienen dos niños", dice Alfonso entre orgulloso y nostálgico. "El que no consigue trabajo en Bogotá es perezoso, ¡en lo que sea! pero con un ingreso seguro. Aquí, uno pierde siempre", agrega su vecino, Pablo Hernández.

Una idea similar debe guiar a la mayoría de los 130 alumnos de técnicas agropecuarias que salen cada año del colegio José María Poitier hacia la sabana de Bogotá.

"Se emplean en cultivos de flores, en haciendas, y después no vuelven", asegura a IPS el profesor Jesús Ávila.

"Aquí no hay posibilidades de trabajo, ni universidad, hay demasiada pobreza y si quisieran cultivar, igual no hay forma de comercialización rentable", agrega. "No tenemos vías".

Entre Miraflores y Tunja, 90 kilómetros se recorren en tres horas. "Y eso que ahora, con el pavimento se acorta el viaje. Porque antes eran cinco", dice Hernández.

Los alumnos del Poitier gastan ocho horas recorriendo 190 kilómetros desde Chita. "Así les da mucha pereza volver, y más bien los que pueden se llevan el resto de familia", anota Ávila.

"También quedan muchos rezagos de violencia", continúa, mientras las mujeres en susurro recuerdan el miedo y enumeran casos de jóvenes que intentaron llevarse los guerrilleros izquierdistas, convenciendo primero para amenazar después, o a los paramilitares de derecha que preguntaban si querían acompañarlos, o si no, los asesinaban.

"Hasta allá se los llevaban", dice una mujer señalando la espesa montaña.

Los tres municipios colombianos de mayor mortalidad por desnutrición están en Boyacá, y los programas gubernamentales son insuficientes para combatirla. En 2006, el Plan Alimentario Para Aprender, PAPA, alusivo al producto característico de la región, abarcó a 72 por ciento de la población estudiantil entre cinco y 15 años, según el gobierno.

"Desde el helicóptero vimos ese departamento bello, tan sembrado, en contraste con la sequía y la inundación del año pasado", dijo el presidente Álvaro Uribe durante su visita a la región en noviembre de 2007, en compañía de la reina Silvia de Suecia.

"El ministro (de Agricultura) está diseñando mecanismos para apoyar a los agricultores quebrados por el bajo precio de la papa en 2006", agregó el mandatario.

"Nos prestan plata, que igual hay que pagar, y quién nos garantiza que vamos a ganar", dice Alfonso.

Uribe se refirió al convenio mediante el cual, "con tecnología sueca e inversión chilena, se instalará una planta para alcohol combustible en el municipio de Tuta, cerca de la carretera principal, a 30 minutos de Tunja".

En Tuta, región ganadera y productora agrícola se anunció en noviembre el cultivo de 10.000 hectáreas de remolacha para alimentar una destilería de alcohol carburante, a cargo de la empresa británica ED&F Man

Se prevé que la fábrica —que gozará de exenciones impositivas y otros beneficios por funcionar en régimen de zona franca— empezará a funcionar a mediados de 2009, con expectativas de producción de unos 300.000 litros diarios de etanol.

Según el presidente, producirá ingresos importantes y ofrecerá 6.000 empleos directos e indirectos y contribuirá a generar energías limpias.

Pero los pronósticos de Uribe son cuestionados por Fonseca.

"No hay claridad sobre los beneficios del cultivo. Por el contrario, hay dudas sobre los perjuicios de un monocultivo en una extensión tan amplia, además de la posible contaminación de este corredor estratégico. Y ojalá a los campesinos los eximieran de impuestos e intereses por sus créditos", concluye. (FIN/2008)


 source: IPS