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Veinte años de bilaterals.org, veinte años de combatir los TLC

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Imagen: María Chevalier (dibujoschevalier@gmail.com)

En 2024, bilaterals.org celebra su 20º aniversario. Durante este tiempo, bilaterals.org ha servido de plataforma en línea colaborativa y abierta de apoyo a las luchas contra los acuerdos de libre comercio e inversión en todo el mundo, y campañas contra el RCEP, el TPP, el mecanismo ISDS, entre varias otras.

Para conmemorar la ocasión, publicamos una serie de cinco artículos escritos por los movimientos y activistas que han estado en el centro de estas campañas todo el tiempo. Los artículos pretenden hacer balance de lo sucedido en los últimos 20 años y mirar hacia adelante, hacia la resistencia contra los acuerdos de libre comercio en los años venideros. Comparten experiencias de África, Asia, Europa y América Latina, conectando a las diferentes luchas.

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Veinte años de bilaterals.org, veinte años de combatir los TLC

por GRAIN | 4 de noviembre, 2024

Cuando se puso en marcha bilaterals.org en 2004, el mundo se miraba muy diferente. Había una red global de organizaciones activistas luchando contra la Organización Mundial de Comercio (OMC), coordinada sobre todo por https://ourworldisnotforsale.net/, mientras las luchas de los movimientos sociales contra los tratados bilaterales de libre comercio (TLC) e inversión estaban muy aisladas unas de otras. Esos fueron los días en que los Centros de Medios Independientes (IndyMedia Centres) jugaron un papel crítico en el frente de los medios alternativos, y la gente entonces comenzaba apenas a usar algunos mensajes instantáneos

El ímpetus original tras bilaterals.org era proporcionar un punto único en el internet donde la gente pudiera mirar el despliegue completo de acuerdos bilaterales de libre comercio e inversión que literalmente nos llovían encima y lo que la gente hacía para combatirlos. Ningún recurso así existía entonces. Y el objetivo fue hacerlo abierto, participativo, impulsado por la gente, y así ir alimentando el intercambio de experiencias y estrategias. Eso implicó utilizar software de fuente abierta, configurar un sitio colectivo y proporcionar herramientas interactivas —como los foros y la publicación propia.

Le llamamos bilaterals.org para enfatizar que éste era un espacio para contemplar y discutir lo que ocurría fuera de la OMC. Para muchos y muchas de nosotras, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que entró en vigor en 1994, fue el primer tratado de libre comercio de nuestros tiempos que sirvió de matriz para muchos acuerdos semejantes, muchas veces bilaterales. Era integral en su espectro, cubría un rango asuntos desde la inversión hasta la propiedad intelectual. Iba más allá de las normas del comercio internacional acordadas dentro del marco de la OMC. Y desató un poderoso movimiento de resistencia social que logró que los tratados se entendieran como instrumentos del control imperial. No era sólo hacer avanzar al neoliberalismo; el TLCAN era un proyecto geopolítico. Las mismas lecciones emergieron del amplio movimiento social contra el Área de Libre Comercio de las Américas.

Cuando se lanzó bilaterals.org, muy pronto se volvió una herramienta para visibilizar luchas semejantes y generarles respaldo: luchas contra TLC y acuerdos bilaterales de inversión en Tailandia, Costa Rica, Corea del Sur, Colombia, Nicaragua, Marruecos y muchos otros sitios. Sea que los impulsaran Estados Unidos, Japón, bloques europeos o Canadá, toda la ola de los nuevos pactos de comercio e inversión prometió enormes virajes en el poder y en las políticas en beneficio de los lobbies corporativos.

Pero eso fue hace 20 años. ¿Qué es lo que ha cambiado?

Primero las buenas noticias: un buen número de estos acuerdos se frenaron o los han reducido mucho. El acuerdo EUA-Tailandia fue derrotado. Los acuerdos de asociación entre la Unión Europea y la asociación económica africana sólo parcialmente se prosiguieron. El elefantiásico acuerdo EUA-UE está enlatado. India se retiró de la RCEP (la Asociación Económica Integral Regional). Todo esto, y hay otros ejemplos, fue resultado de las resistencias y las eficaces presiones de los movimientos sociales.

Otra buena noticia es que los días están contados para los acuerdos comerciales integrales como el TLCAN. Es cierto que siguen en curso algunos acuerdos de gran escala, como el de la Unión Europea con el Mercosur, o el acuerdo revisado entre Chile y la UE. Pero los gobiernos están buscando pactos con un foco más preciso, limitados a ciertos sectores, como el comercio digital. Vemos esto en el Marco Económico Indo-Pacífico pero también en asociaciones más pragmáticas como la 12U2 entre la India, Israel, Estados Unidos y la Unión de Emiratos Unidos. Estos acuerdos vinculan planes concretos de comercio e inversión a los compromisos geopolíticos. Son como mini TLC.

Eso es todo en cuanto a las buenas noticias. Las malas nuevas implican grandes desafíos.

Primero que nada, los movimientos sociales contra los tratados de comercio e inversión han perdido la profundidad, el aliento y el sentido que tuvieran en el pasado. Hasta hace diez años, estas luchas implicaban convulsiones sociales, y reunían a millones de personas comunes en las calles u ocupaban por años las discusiones nacionales. Con pocas excepciones, como la resistencia popular chilena contra el Acuerdo Amplio y Progresivo de Asociación Transpacífica, estas movilizaciones —con esta intensidad— se han ido apagando. Las luchas ahora se reducen a campañas que con mucha frecuencia encabezan las ONG. Sería muy bueno buscar cómo podemos volver a encender luchas más amplias en relación a estos acuerdos, cuándo y cómo haga sentido.

Segundo, los impactos de los últimos veinte años de tratados de comercio e inversión fueron aceptados o absorbidos en muchos países: y las situaciones simplemente siguieron su curso. Sea que hablemos de los nuevos estándares de la producción alimentaria (por ejemplo la aceptación de OGM o el patentamiento de semillas), los nuevos roles de los socios comerciales extranjeros en el diseño de políticas públicas nacionales (a través de espacios de diálogo en los TLC), o que las compañías o las personas en lo individual pierdan más y más mercados por la renovada competencia —todo esto son resultados de lo que fue planeado. En ese proceso, vemos cómo es absorbida la potencia económica por las corporaciones transnacionales, como temían los grupos, y todos los efectos sociales negativos son adjudicados a los “chivos expiatorios” habituales: inmigrantes, jornaleros y refugiados. Más allá del Covid-19, los TLC han hecho que el capitalismo mundial avance y se adentre más por entre las grietas de más sociedades.

Tercero, los esfuerzos por “domesticar” al capitalismo haciendo que los acuerdos comerciales y de inversión sean un poco más amigables con el ambiente, con los trabajadores y con los derechos humanos, sobre todo utilizando un lenguaje más sutil, también están logrando imponerse, pero de un modo que a fin de cuentas perpetúa en última instancia la arquitectura del poder que estos acuerdos promueven. Tomemos como ejemplo lo que ocurre en África. Siguiendo sus intereses, Estados Unidos y la Unión Europea han intentado por mucho tiempo que se adopten modelos occidentales de comercio e inversión en África, y poco a poco lo van logrando mediante acuerdos comerciales, con finanzas y endeudamientos para el desarrollo, con la OMC misma, y ahora con su Área Continental Africana de Libre Comercio (AfCFTA por sus siglas en inglés). Ésta puede ser encabezada por África, pero está configurada al modo occidental. Incluso los elementos llamados “progresivos” de esta asociación, como sus reglas donde se protegen las inversiones mientras se hacen esfuerzos por socializar el capitalismo y presentarlo con un rostro más amable, parecen redactados con un guión occidental. Tales dinámicas incrustan el neoliberalismo. No lo frenan.

Pero sí debemos frenar los TLC y terminar con el régimen que han inculcado en tantos países. No se trata tan sólo de cómo comerciamos e invertimos. La prioridad es impulsar los intereses sociales —en aras de la soberanía alimentaria, la justicia climática, los ámbitos comunes, ambientales y tecnológicos, los mercados locales, las empresas sociales, los servicios públicos, los salarios dignos y la protección social. La inversión y el comercio deberían ser un respaldo para esto, no un impedimento. Sólo entonces estaremos en el sendero correcto. Confiemos en que las plataformas abiertas como bilaterals.org puedan permanecer por lo menos otros 20 años para que nos acompañen en nuestras luchas, mientras reivindicamos y construimos una visión política y económica radical.


 source: bilaterals.org